Autor: Por Juan Paulo Iglesias
Elevando la discusión: los debates que marcaron la semana
La hora del delirio Esta semana se conoció la lista larga del Booker Prize. Y ahí está, entre los elegidos, la última obra de Hisham Matar, autor de ese extraordinario relato sobre los fantasmas del pasado quees El Regreso.
La novela se titula Los amigos de mi vida y más allá de estar atravesada, como todasu obra, por los recuerdos de su Libia “natal”, tiene algo que resuena por acá en el drama de Venezuela. Es “una exploración conmovedora de cómo el exilio afecta a quienes se ven obligados a navegar por un mundo en el que no pueden descansar”, dijeron los jueces quelo eligieron. Y la frase no sólo es aplicable a la historia de Matar, sino también a las añoranzas de muchos de los inmigrantes venezolanos. Una tragedia, la venezolana, que ha marcado el debate de los últimos días y semanas, incluso antes de las elecciones del domingo.
Porque en el año en que más personas en el mundo saldrán a votar (o ya salieron), los comicios de Venezuela, apuntaba Ascanio Cavallo, aparecían como “un parteaguas en todo el continente”, del que nadie se podía sentir lejano.
Al final, “los siete millones de venezolanos que huyeron de su país han pasado a formar parte del patrimonio detoda la región”. Son comolosiraquíes que arribaron a Europa escapando de la guerra, por allá por 2015, o como los propios libios de Matar. Hijos de la diáspora de “un país destruido”, que como dice Cavallo pasó de ser “uno delos másricos de Sudamérica” a “uno de los más pobres” en pocos años.
Protagonista privilegiado de ese delirio americano del que escribió Carlos Granés, “el régimen de Nicolás Maduro, al igual que Cuba y Corea del Norte”, como escribe Max Colodro, “noes más que una de las últimas esquirlas de un orden mundial ya fenecido; modelo viviente de un modelo de sociedad fracasado, que la historia condenó al cementerio de los delirios”. Una suerte de versión real de aquel jardín del espanto que José Donoso recreó en Elobsceno pájaro de la noche. O quizá, sólo una muestra más del realismo mágico de estas tierras.
Sea así o no, como decía Colodro, la paradoja de este tipo de tiranías es que pueden sostenerse en el miedo.. mucho tiempo después de que ya no representan nada más”. Y ahíestán, como prueba, “las cárceles de reeducación” de Maduro.
Pero, mientras tanto, la pregunta asegura Daniel Grimaldi es ¿ qué hacer con Maduro? Porque como los hechos han demostrado, “no querrá pasar a la historia como el sepulturero de la revolución bolivariana (... ) y no tiene ningún incentivo para dejar el poder”. Y ahí, apunta Grimaldi, la posición de Chile “debe ser pragmática, contundente y unitaria”. Y si bien ello no se ha logrado del todo, dice Grimaldi, para Juan Gabriel Tolkatrian y Daniel Zovatto lo que se necesita va más allá de tensiones locales sobre la crisis venezolana. Debe ser una propuesta regional “convergente y consensual, que garantice “la transparencia del proceso electoral”. Nada fácil a la luz de las divisiones en la OEA. Amistades peligrosas Y si de divisiones se trata, las otras que crecen por acá son las queafectan al PC y la coalición oficialista. Como decía Cavallo, Venezuela noes sólo un problema internacional. Y en el oficialismo lo tienen claro.
“No quiero ser coalición con alguien que cree que lo de Maduro está bien hecho”, aseguró el senador PPD Ricardo Lagos Weber, mientras que su par del PS Juan Luis Castro apuntó que “quienes desde Chile avalan ese fraude electoral no merecen estaren la misma coalición de gobierno”. Y todo ello en la semana en que se inscribieron las listas para las municipales. Mal timing, dirán algunos, para una crisis de convivencia... O insumo para la próxima campaña política, como se apresuró a relevar Cristián Valenzuela.
Porque, según él, la lista unitaria del oficialismo “será para todos los efectos la Lista de Maduro”, representante elegido poresos partidos para liderar los destinos comunales, dice, “por acción o por complicidad estará de acuerdo con la posición del dictadurade Maduro”. Al final, las discrepancias, dice, no son más que “cachetadas de payaso”. Y lo mismo sucede, según Juan Ignacio Brito, con la relación entre Boric y el PC, porque más allá de las diferencias, al primero le interesa mantener al segundo en la coalición. Esuna “danza llena de cinismo”, dice, sin divorcio a la vista.
Hay algo en todo ello de esa “chicha y chancho” de la que escribió Cristián Valdivieso el síbado pasado, aunque en su caso la expresión es extensiblea toda la clase política “que ambiciona más de loque legítimamente letoca”. Esel caso de los comunistas, apunta, “que nos dicen que tienen derecho a estar en el gobierno y también en la calle” -o defendiendo al régimen de Maduro, se podría agregar.
O del ahora expresidente de la UDI, dice, que “pretendió fungir como abogado de su padre utilizando su tribuna de autoridad”. O incluso, delos “parlamentarios frenteamplistas queintentaron hacernos creer queel voto obligatorio que antes defen2 dían” ahora es “antipo2 bres”. “Una negación brutal dela realidad”, apunta. El problema es que, sea así o no, al final, como decía Philip K Dick, la realidad sigueahi.
Y parte de esarealidad puede ser una nueva ola de inmigración venezolana gatillada por los sucesos de los últimos días, frente a la cual, como apuntaba la exministra Antonia Urrejola en una entrevista a La Tercera, “esurgente que los paísesde la región coordinen una respuesta”. Pero se logre o no, según Carlos Correa, la oleada tendrá electorales. Y terminará moviendo “la aguja hacia aguas más radicales”, poniendo “a la izquierda en una difícil situación”. Y, al final, será “la derecha la principal beneficiada del triunfo arreglado de Maduro”, dice Correa. Es el “efecto arepa”, apunta. Nadie sabe para quién trabaja. La música del azar Son tiempos de cambio los que estamos viviendo. Está todo aún en proceso y sin nombre definido.
Ya alguien se lo pondrá, como hizo por allá por 1947 Walter Lippmann al denominar la época que comenzaba como la Guerra Fría -tomando un término que en rigor había acuñado George Orwell dos años antes. La Era del Desorden, le podrán decir, como alguna vez se repitió en estas páginas.
Pero sea así o no, lo que sí queda claro, según Ignacio Imas, es que 2024 podría ser un año bisagra, donde se cristalicen “los cambios que están generando amenazas al orden y estructuras conocidas” y se termine poniendo al mundo “en un caminosin retorno”, con la democracia amenazada. Inquietante perspectiva. Peroa la espera de saber la sentencia final de la historia, en los hechos es la misma historia la que da algunas claves. “Estudia el pasado si quieres definir el futuro”, decía Confucio.
Lo sugiere Gonzalo Blumel, para quien la situación actual, al menos la que se vive por estos lares, “se debe no sólo a la debilidad de nuestras instituciones”, sino también “al harakiri que nos hicimos durante el estallido social (... ), cuando algunos pusieron en duda (... ) el deber del Estado de contener la violencia mediante el uso legítimo de la fuerza”. La base del pacto social. Y eso abrió una caja de Pandora, difícil de cerrar. Basta recordar, dice Blumel, “el Bogotazo de 1948”, que “costó décadas de conflictos”, o “el Caracazo de 1989”, que “derivó en una dictadura larga y oprobiosa”. Son las lecciones olvidadas de la historia. Lecciones que si son condimentadas con la desconfianza, generan una mezcla explosiva.
Lo sugiere Sylvia Eyzaguirre al comentar la reciente Encuesta Longitudinal Social de Chile, que no sólo muestra “la bajísima confianza interpersonal que prima en la sociedad chilena” -sólo un 8% dice que casi siempre se puede confiar en las personas-, sino también la creciente desconfianza en las instituciones. Un caldo de cultivo para los populismos, que revela, dice Eyzaguirre, que “los factores que propiciaron el estallido social” siguen ahí. Por ello, apunta, “la tarea es volver a generar.. consensos mínimos” para “proyectar a Chile”. Apuesta difícil, pero, como decía Disraeli, “no hay mayor juego de azar que la política”.