¿Yo, Premio Nacional? Jajaja... Estoy descartada infinitum”
¿ Yo, Premio Nacional? Jajaja... Estoy descartada infinitum” Carmen Aldunate desclasifica, dispara y no perdona Yo, Premio Nacional? Jajaja... Estoy descartada inflnitum” Con más humor que crudeza, la pintora chilena manifiesta que «Ocaso», su última exhibición en el Museo Ralli, es el fin de su carrera. “Simplemente sucede que me estoy muriendo”, establece como una forma de explicar que sus viejas, siempre envueltas en cascos y turbantes, también se caen a pedazos en formato de colla ge junto a ella. Por Alfredo López J. ecesitas más luz, querido?”, dice mientras enciende la chimenea.
En la mesita, un paquete paquete de cigarrillos, un encendedor y un cenicero de porcelana inglesa completan la escena del living de Carmen Aldunate Salas quien, a sus 83 años, acaba de presentar la que ella define como su última muestra, una que además da cuenta de la fragilidad de su salud y de la ceguera que avanza por el deterioro deterioro de la mácula en los ojos.
Fue entonces cuando decidió que el nombre de la exposición sería «Ocaso», para así mostrar a sus famosas mujeres, con armaduras y miradas perdidas en el horizonte, con otra impronta, donde sus propias manos reaccionaron para ir rompiendo grabados y luego articular los fragmentos en formato de collage.
En su casa, bajo el cuidado de su nana Angélica, que le sirve el café con un chorro de leche y le borda las alfombras, dice que se siente manduqueada, pero también muy querida por esta mujer que la acompaña desde hace más de treinta años y que le ordena su taller. En ese espacio tenía en mente preparar una serie final de doce mujeres, “12 ocasos, 12 muertes”, pero sólo llegó a la octava. “Cuando empecé con la novena, me di cuenta de que no veía nada, sólo bultos y nada de detalles. Me senté y me dije qué voy a hacer, no sé hacer otra cosa que pintar. ¡Cómo cresta me mato! ”, pensé. Pasó la idea de la eutanasia por su cabeza.
“Es de las leyes que me gustan, la apoyaría al 1.000 %. Pero ahora me he ido adecuando, me doy permiso para que se me caigan de las manos seis cosas al día y a la séptima me pego. Ahí fue cuando decidí romper mis grabados para hacer collages. Ahora tengo mucha más definición para mirar con las manos”, relata para descifrar el camino que tomó para sentirse ocupada, viva. Sus obras han sido el reflejo de una experiencia vital? “Yo creo que no existe un pintor, aunque haga un punto, que no tenga algo de autorretrato.
Todo pintor pinta su vida”. Cuando uno lagooglea, aparece que su estilo se inscribe en el denominado Ilustratismo perfihista prerrenacentista y al movimiento movimiento Neo figurativo latinoamericano... ¿Qué opina? “Jajaja... Qué divertidos todos esos títulos que me ponen. No, no quiero que me definan de ninguna manera. Soy una mujer con cueva, eso es todo. Me gusta presentarme como artesana. Todo lo que hago es a través de mis manos. Tengo mis ídolos y mi pintor favorito es Rufino Tamayo. Lo encuentro de una simpleza y de una cosa tan rica que yo quisiera tener”. Pero usted es dueña de un imaginario, un lenguaje muy personal. personal. ¿Cómo lo construyó? “Se fue dando solo. Lo único que me prohibí fue seguir modas. Hubo una época en que la gente iba cambiando, había que ser figurativo, después abstracto, y así... A mí me tocó toda la explosión explosión de las vanguardias, una tras otra. Pero cuando ya tienes hartos hartos años de circo en el cuerpo, uno se pone más estricta consigo misma. No por dar el gusto a otros, o por estar al día, voy a ceder. Yo soy mi lenguaje y mi impronta. Soy de verdad, eso sí”. Y esas mujeres que fueron apareciendo en su imaginario, ¿qué tienen de autorreferencia? “Esas mujeres han sido las etapas por las que yo he ido pasando.
Había momentos en que yo sufría harto también, porque uno tiene su pequeño ego, entonces yo me enteraba de que mi marido estaba besuqueándose con una pelucona por allá... Me daba rabia, pero mi pensamiento siempre ha sido never comp/am and never explain, my dear, no te quejes ni te expliques. En mi pintura, entonces, aparecían aparecían esos pequeños alfileres, las amarras que aprietan y no dejan respirar bien.
Era la expresión de la angustia, claro”. «OCASO» MUSEO RALLI Exposición individual de pintura Hasta el 24 de agosto Lunes a sábado, 10:30 a 17:00 horas (domingo y ferjados, cerrado) Entrada liberada.. ¿Yo, Premio Nacional? Jajaja... Estoy descartada infinitum”, Sentía que eso era interpretado por el público? “A veces no tanto. Vino una vieja una vez y me compró una tela. Me dijo: este cuadro me produce una pazy era, por cierto, una de mis pinturas más angustiantes. Me reía para adentro. Volvió dos días después con el cuadro de vuelta y me dijo: no puedo estar con él, porque me dan ganas de llorar.
Tenía toda la razón, así que la adoré, porque me di cuenta que había mirado de verdad”. Hay gente que compra por comprar... “Es que no te imaginas la cantidad de personas que vienen a buscar un cuadro apaisado, o que le combine con la cortina. Pero ahora ya no me pasa. No recibo a nadie, ni recibo llamadas telefónicas, telefónicas, me lateé”. ,Y cómo funciona a diario para pintar? “Soy noctámbula total. Un búho”. Le produce alegría saber que ha podido vivir de la pintura? “Infinitamente. Creo que soy de las únicas personas que pueden decir que han vivido de la pintura hasta hoy. Y puedo mantenerme mantenerme y ayudo a mis hijas, nietos y a mis bisnietas”. Herencia familiar En su familia, según relata esta consagrada artista, era difícil no ser pintora. “Nací con un pincel en lugar de un chupete. Mi mamá, mi abuela, mis tías pintaban. Había talleres en todas las casas. Era una familia de artistas, pero secreta. Porque era pecado. Nadie podía saber que mi abuela, doña Adela Edwards, pintaba. Ella fue muy rica hasta que donó toda la plata, absolutamente toda, a la Cruz Blanca de aquel entonces. Una mujer de mucha acción social, ftie alcaldesa, luchó por el voto femenino, se podría decir que ftie la primera gritona de Chile.
Mi mamá también pintaba regio, pero muy rápido”. Cuando murió su abuela, y la familia se quedó sin ni un peso, tuvieron que vender los cuadros de gran valor de la residencia familiar, familiar, y Sothebys llegó para la subasta: “La noche antes que se los llevaran, mi papá le pidió a [ni mamá que copiara los cuadros.
Los hizo con tres pincelazos por aquí y otros por allá ¡ Le quedaron iguales! Es que era genial, la más loca de las locas”» y. ¿Yo, Premio Nacional? Jajaja... Estoy descartada infinitum” EL HUMOR Un escudo permanente para respirar sin enemigos.. Carmen Carmen Aldunate recuerda aquella vez que Gonzalo Díaz, después de recibir el Premio Nacional de Arte, deslizara en una entrevista que frente a sus cuadros podía dormir una siesta: “Pensé, pucha que le debo molestar al pobre, porque yo no lo conocía. Al tiempo, nos encontramos en un almuerzo que convidó Ricardo Lagos en el palacio presidencial de Viña del Mar. Me acerqué coquetona y le dije, Gonzalito, ¿quieres ir a dormir una siestita conmigo?. Se mató de la risa y, de ahí en adelante, fuimos los mejores amigos.
El Premio Nacional de Arte, ¿siente que podría ser una candidata? He sabido desde niña que nunca se lo van a dar a ninguna persona que tenga un pequeño dejo de cuica o de derecha. ¿Yo, Premio Nacional? Jajaja... Estoy descartada infinitum. ¿Le duele esa discriminación? “No, hay otras cosas del mundo del Arte que sí me han golpeado fuerte. Por ejemplo, yo fui muy amiga de José Balmes, yen el tiempo de Pinochet yo lo escondí en mi taller y ni mi marido supo. Después lo llevé en auto a una embajada para que pudiera escapar y no lo llevaran al Estadio Nacional. Cuando pasaron los años y regresó de Francia, le pedí que escribiera unas palabras sobre mi trabajo para un catálogo. Me contestó con un rotundo no, porque el Partido Comunista no se lo permitía. lmagínate, yo que le salvé la vida y había puesto en riesgo a toda mi familia. Lo mandé a la punta del cerro. Esa sí fue una gran decepción para mí. Como el concho de la familia, Carmen tenía una diferencia de veinte años con sus tres hermanos mayores: “Me criaron fundida y tuve una institutriz que no creas que me educó, sino maleducó. Era inglesa, otros decían que alemana y también existía la historia de que ella era la princesa Anastasia, la hija perdida de los zares de Rusia, bajo el nombre oculto de Crescencia Hubert. Porque ese fue el nombre inventado que le dijo a mi mamá, cuando llegó con un baúl, los vestidos más elegantes que te puedes imaginar y monedas de oro que me regalaba. Era algo muy raro”. Ella fue, sin duda, su segunda mamá y murió de 100 años en su casa. Carmen nunca quiso recibir su título de la Universidad Católica Católica y tampoco el de la Universidad de Davis, donde hizo su perfeccionamiento. Esa manía de siempre concluir las cosas, lo hallo de terror. Me dio susto tener un título que dijera que soy pintora. Te pueden dar un título de ingeniero, pero no de pintora. Un artista nace, no se hace. Estoy totalmente convencida.
Qué sacas con tener toda la técnica del mundo si no tienes nada que decir”. Hay cosas que le faltan por hacer o se siente afortunada? “Mira, si alguien ha tenido cueva en la vida, esa he sido yo. Los mejores padres, los mejores abuelos, la mejor educación, la mejor de todo.
Claro, he pasado por penas, es verdad, pero quién no las tiene”. Cómo enfrenta la crítica? “Es que yo tengo una cosa terrible: basta que me digan no vas a poder para que yo me largue de cabeza a lograr eso. Me acuerdo que una vez un crítico de arte dijo que yo le ponía gorro a las viejas de mis cuadros porque no sabía pintar orejas. Entonces, me dediqué dos meses a hacer sólo orejas. Las dibujé y dibujé sin parar, hasta que me quedaron perfectas”. A qué le tiene miedo? “A la envidia. No creo en los pecados, son una estupidez sin nombre. Salvo la envidia, que le hace terriblemente mal a la gente que la recibe.
La he sentido cerca muchas veces, cuando la gente te dice que te resultó fácil, que te dieron todo... Y eso es verdad, me dieron todo, tuve mucha suerte, pero también tuve que entregarlo todo para salir adelante. Para contrarrestar eso, solamente hay una cábala, el amor. Todos nos ponemos unas corazas corazas bestiales, nos disfrazamos, nos ponemos máscaras y tantas cosas para defendernos”. l.