Autor: MAUREEN LENNON ZANINOVIC
OCHENTA AÑOS DE LA EXPLOSIÓN DE LA BOMBRA ATÓMICA , UNA REVISITA A SUS CAUSAS
OCHENTA AÑOS DE LA EXPLOSIÓN DE LA BOMBRA ATÓMICA, UNA REVISITA A SUS CAUSAS El 6 y el 9 de agosto de 1945 Hiroshima y Nagasaki recibían uno de los ataques más duros de la historia. Las bombas atómicas lanzadas sobre ambas ciudades dejaron más de 200 mil muertos.
El argumento más repetido para la justificación de la bomba atómica fue que estas ahorrarían vidas de ambas partes en conflicto, al evitar la extensión de la guerra, pues se evaluó que Japón estaba dispuesto a "inmolarse" en un conflicto convencional. ¿Ha habido revisionismo histórico respecto de este argumento entre los historiadores? ¿ Cuáles son las principales interpretaciones que se esgrimen en la actualidad para este hecho que precipitó el final de la II Guerra Mundial? Consultamos a seis destacados historiadores. Además, bibliografía y propuestas cinematográficas en torno a este doloroso episodio del siglo XX. BOMBA RODRIGO VALDÉS SIGUE EN E 2 MAUREEN LENNON ZANINOVIC OCHENTA AÑOS DE LA EXPLOSIÓN DE LA ATÓMICA, UNA REVISITA A SUS CAUSAS.
OCHENTA AÑOS DE LA EXPLOSIÓN DE LA BOMBRA ATÓMICA, UNA REVISITA A SUS CAUSAS FERNANDO WILSON: "Hay que evitar el presentismo" Desde pocos meses despues de los lanzamientos nucleares sobre Hiroshima y Nagasaki en agosto de 1945 que se ha debatido sobre la licitud del uso de un arma de ese nivel de letalidad. Hay una mirada que requiere matices y, sobre todo, contextualización evitando el presentismo.
Paradójicamente, los Estados Unidos no consideraban al arma nuclear como especialmente decisiva; sus bombardeos convencionales sobre ciudades japonesas, especialmente el devastador bombardeo del 9 al 10 de marzo sobre Tokio, que destruyó cerca de una cuarta parte de la ciudad y causó más de cien mil muertos, entregaban una capacidad militar equivalente. La diferencia para los planificadores norteamericanos radicaba en la economía de fuerza.
En vez de tener que enviar decenas de miles de toneladas de suministros a las islas Marianas para sostener el esfuerzo de cientos de bombarderos B-29, era masivamente superior a un solo avión con una sola bomba. Para el alto mando japonés tampoco fue especialmente decisivo, pues retenían la voluntad de continuar luchando.
El impacto de los dos ataques fue en la única autoridad que podía tomar una decisión inapelable sobre la paz, y fue precisamente el emperador Hirohito quien tomó la decisión de llamar a su pueblo a "soportar lo insoportable y sufrir lo insufrible". De esa forma, lo impresionante de los dos ataques, especialmente de la bomba de uranio 235 Little Boy lanzada sobre Hiroshima fue, finalmente, decisiva, pues permitió que el emperador tomara la decisión de imponer la paz a los mandos militares japoneses. En ese sentido, resulta inevitable aceptar las conclusiones de historiadores como Richard B. Frank, D. M. Giangreco y Clayton Chun. Nos resulta difícil pensar que Japón pudiera ser persuadido de una rendición por la mera referencia a la existencia del arma nuclear, incluso de haberse invitado veedores al Ensayo Trinity del desierto de Mojave. Solo fue el emperador quien podía y pudo tomar esa decisión, y fue por el impacto que le generó el uso real del arma nuclear. Doctor en Historia U. Católica Valparaíso.
Profesor Facultad de Artes Liberales Universidad Adolfo Ibáñez `` Nos resulta difícil pensar que Japón pudiera ser persuadido de una rendición". CRISTIÁN CARVALLO JOAQUÍN FERMANDOIS: "El empleo del arma atómica obtuvo casi unánime apoyo en la población norteamericana" La onda expansiva remeció al B-29 que arrojó la bomba.
Marcaba algo más que la destrucción instantánea de una parte de la ciudad y la muerte de decenas de miles de personas, muchas de manera horrible (se les caía la piel antes de fallecer). Varios bombardeos de ciudades cobraron muchas más víctimas que las de Hiroshima, para no hablar de las matanzas y exterminios masivos, incluso como finalidad última de la guerra. La bomba atómica fue un salto a otra dimensión y nos puso más directamente ante el abismo del autoexterminio de la humanidad. Desde mucho antes de la modernidad el avance de la técnica bélica adquirió la capacidad de inferir daño mortífero al enemigo sin que los guerreros se miraran a los ojos. La Revolución Industrial multiplicó esta tendencia hasta lo inverosímil. La bomba surgió de la revolución en la física en torno al 1900. En entreguerras ya en varios laboratorios europeos se trabajaba en esta dirección. El advenimiento del segundo conflicto en 1939 cambió las cosas.
Poco antes en una célebre carta, entonces confidencial, de Einstein a Roosevelt, le advertía del riesgo de que la Alemania nazi adquiriera esta arma, incrementando exponencialmente el interés en su desarrollo, culminando en el Proyecto Manhattan y el bombardeo de las ciudades japonesas para acelerar la rendición de Japón. Dentro del mando norteamericano no hubo demasiadas consideraciones o resistencia por su empleo por furia moral debido a Pearl Harbor; la fascinación de los responsables por un notable adelanto científico, y ahorro de vidas norteamericanas. Si hubiesen explicado a los soldados que unos cien mil de ellos debían morir para respetar los derechos humanos, con toda razón se hubiese rebelado y marchado sobre la Casa Blanca. El empleo del arma atómica obtuvo casi unánime apoyo en la población norteamericana, y fue parecido en Europa. Solo a los pocos meses comenzó un debate y polémica que no cesa, aunque en EE.UU. la mayoría sigue aprobando su empleo de entonces.
Personalmente me permito añadir que se omitieron dos pasos que eran posibles: que se diera una advertencia más explícita de lo que se venía (fue muy vaga); y se debió escoger un blanco más exclusivamente militar. Lo que sí sucedió es que la humanidad dio un paso hacia un terreno peligroso como el que más, con el único resguardo de que ahora se garantiza la "paz mediante el terror" al autoexterminio. Como para confirmar una visión pesimista de lo humano.
Profesor Universidad San Sebastián, presidente de la Academia Chilena de la Historia, profesor emérito Pontificia Universidad Católica Había que ganarle a Alemania, a los nazis, la carrera para tener la bomba atómica. ¿Qué haría Hitler con ella? Bajo esa premisa, Estados Unidos creó en 1942 el Proyecto Manhattan: el programa para desarrollar dicha arma, encabezado por el físico Robert Oppenheimer, que llevó al bombardeo de Hiroshima y Nagasaki el 6 y 9 de agosto de 1945. Las bombas mataron a alrededor de 200 mil personas, algunas instantáneamente, otras por las heridas y la radiación. Apenas triunfó, Oppenheimer se arrepintió y se volvió un opositor militante de las armas atómicas y nucleares. Así lo muestra "Prometeo americano" (Debate, 2023), la biografía escrita por Martin J.
Sherwin y Kai Bird sobre "el triunfo y la tragedia" del científico estadounidense, y que inspiró "Oppenheimer" (2023), la película de Christopher Nolan, protagonizada por Cillian Murphy y ganadora de siete Oscar. comprendido aún el increíble poder destructivo de esta arma". Ese poder, multiplicado por demasiado, expone Annie Jacobsen en "Guerra nuclear" (Debate, 2025), una documentada investigación que proyecta, minuto a minuto, lo que ocurriría hoy en caso de una guerra nuclear. Además de lo evidente, que las armas nucleares tienen tanto de aseguramiento de la paz como de destrucción de casi toda vida, inquieta la frialdad industrial de los planes, los millones de muertos calculados.
En "Punto de inflexión" (2024), una serie documental, disponible en Netflix, que conecta la historia de "la bomba y la guerra fría" con la actual guerra en Ucrania, también se exponen esos números, y otros, que de tan grandes se vuelven insignificantes.
Lo dice mejor Sciascia: "No entendemos de números, entendemos de palabras". Juan Rodríguez Medina En "Fractura" (Alfaguara, 2018), novela del argentino Andrés Neuman, Yoshie Watanabe, un sobreviviente del bombardeo a Hiroshima y Nagasaki, que hizo toda su vida profesional fuera de Japón, se jubila, regresa a su país y allí hace frente al accidente nuclear de Fukushima (2011). "Hijos, hasta donde sé, nunca quiso", dice una expareja de Watanabe. "Como si la esperanza de la procreación aumentara las posibilidades de repetir futuras catástrofes". Un año después de Hiroshima, el público estadounidense supo qué era un bombardeo atómico: el resplandor que ciega, la pulverización de casi todo, los muertos vivientes sufriendo sin saber por qué; eso les mostró John Hersey en "Hiroshima" (Debate, 2015), crónica que cuenta la historia de seis supervivientes.
La investigación fue publicada en The New Yorker, el 31 de agosto de 1946, con esta advertencia: "Pocos de nosotros hemos En ese mismo conflicto entre progreso y muerte, entre los sueños y pesadillas de la física se mueve "Maniac" (Anagrama, 2023), la novela del chileno Benjamín Labatut.
Antes, en 1975, Leonardo Sciascia publicó "La desaparición de Majorana" (Tusquets, 2019), una crónica en la que el autor italiano investiga y especula sobre la muerte, el 25 de marzo de 1938, del físico Ettore Majorana.
La versión oficial habla de un suicidio por depresión, pero Sciascia lanza la hipótesis de que el joven decidió retirarse del mundo tras los descubrimientos que hizo sobre la fisión nuclear, pues se dio cuenta de las consecuencias que tendrían.
La misma historia inspiró al argentino Javier Argüello para escribir "A propósito de Majorana" (Random House, 2015), novela en la que un periodista, en 2012, investiga la muerte del científico y termina extraviado en un cruce de realidades.
El triunfo y la tragedia: algunos libros y películas sobre la bomba CRISTIÁN MEDINA: "La determinación norteamericana de utilizar `la bomba' se ha contrastado con fuentes documentales" Algunos especialistas han validado la decisión de Harry S.
Truman de usar el armamento nuclear para lograr la rendición incondicional de Japón, esta visión clásica ha tenido como fundamento también el ataque a Pearl Harbor, en diciembre de 1941, que marcó el ingreso de los Estados Unidos a la II Guerra Mundial y que generó en la sociedad norteamericana un profundo sentimiento antijaponés. Con el paso de los años la determinación norteamericana de utilizar "la bomba" se ha contrastado con fuentes documentales que han enriquecido el debate en torno a esa decisión.
Se sabe que Japón resistió más allá de lo necesario el esfuerzo de guerra, ya que deseaba una salida negociada del conflicto, en lo concreto quería garantías de los Estados Unidos de que el emperador Hirohito no solo sería protegido, también que se le mantendría en el trono del "Imperio del Sol Naciente". En esa tesitura, Tokio buscó un acercamiento con Moscú para que intercediera en su rendición, pero a la Unión Soviética le seducía más sacar ventajas territoriales del conflicto que prestarse para alguna negociación. La posibilidad de que los soviéticos entraran al conflicto con Japón terminó por sellar la decisión de Harry S.
Truman, quien también usó "la bomba" como un mensaje directo al Kremlin por lo que estaban haciendo en Europa del Este y para sus aspiraciones en el Lejano Oriente. ¿Cuáles son las principales interpretaciones que se esgrimen en la actualidad para este hecho que precipitó el final de la II Guerra Mundial? Tenemos variadas interpretaciones y el debate sigue vigente con diferentes interpretaciones y puntos de vista. Algunos sostienen que ayudó a salvar muchas vidas en comparación a lo que hubiese significado una invasión terrestre a Japón que habría sido larga, costosa y sangrienta para los bandos enfrentados. Otros colocan el acento en que el uso de "la bomba" debe interpretarse dentro de la naciente época de la Guerra Fría y las tensiones entre Washington y Moscú. No pocos ven en los bombardeos a Hiroshima y Nagasaki auténticos crímenes de guerra por la afectación que supuso para la población civil de esas ciudades.
Finalmente, y quizás en eso estaremos muchos de acuerdo, tanto "Little Boy" como "Fat Man" con su enorme poder destructivo cambiaron para siempre el escenario bélico, desde entonces la guerra y el propio escenario bélico no volverían a ser lo mismo.
Académico Instituto de Historia, Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de la Universidad San Sebastián (sede Concepción). Autor de "El refugio chileno a Erich Honecker. 1991-1994" (Centro de Estudios Bicentenario) REUTERS Ochenta años de la explosión de la bomba atómica... VIENE DE E 1 `` Solo a los pocos meses comenzó un debate y polémica que no cesa, aunque en EE.UU. la mayoría sigue aprobando su empleo de entonces". ANDRÉS PÉREZ HÉCTOR FLORES `` Desde entonces la guerra y el propio escenario bélico no volverían a ser lo mismo". ENRIQUE BRAHM: "En medio de una guerra total, terrible, no hubo espacios para consideraciones morales" Nunca se discutió si debía recurrirse o no a la bomba atómica; la cuestión era solo cómo debía usarse.
E l P r e s i d e n t e n o r t e a m e r i c a n o Harry Truman señaló: "Yo consideraba la bomba como un arma militar y jamás tuve duda alguna que debía ser utilizada". Winston Churchill, por su parte, reconocía que "el hecho histórico sigue siendo, y deberá ser juzgado en una época posterior, que la decisión de si utilizar o no la bomba atómica para forzar la rendición de Japón jamás fue cuestión sujeta a debate.
Había un acuerdo unánime, automático y sin objeciones, alrededor de nuestra mesa; tampoco oí jamás la más mínima sugerencia de que debíamos actuar de otra manera". En el Proyecto Manhattan, destinado a producir la bomba, trabajaron unas 150.000 personas y se invirtieron más de 2.000 millones de dólares. ¿Tenía sentido destinar esa inmensa cantidad de recursos humanos y materiales para producir un arma que no se iba a utilizar? Como ya señalaba Clausewitz, la guerra avanza siempre hacia los extremos y resulta muy difícil de limitar.
Se olvida que antes de Hiroshima y Nagasaki a través de bombardeos convencionales, en los cuales los B-29 dejaron caer sobre las principales ciudades japonesas toneladas de bombas, ya habían muerto unos 900.000 japoneses y más de 8 millones habían quedado sin techo. No en vano el comandante de los bombarderos que operaba desde Guam, Curtis Le May, había dicho: "Yo te diré de lo que se trata la guerra.
Tienes que matar gente y cuando hayas matado las suficientes ellos dejarán de luchar". Aunque a mediados de 1945 los Estados Unidos ya tenían ganada la guerra, la resistencia fanática de los japoneses en las islas del Pacífico seguía provocando bajas importantes en las fuerzas norteamericanas, por lo que era previsible que una operación anfibia contra Japón podría costarle algunos cientos de miles de muertos y heridos. Quizá eso se podría evitar --evaluaron los norteamericanos-con el empleo de las armas nucleares. Por último, y en otro plano, cuando empezaba a hacerse realidad la Guerra Fría el recurso a las bombas atómicas se explica también como una advertencia a Stalin. Truman no sabía que el dictador soviético estaba perfectamente informado, a través de sus espías, del Proyecto Manhattan. En medio de una guerra total terrible no hubo espacio para consideraciones morales.
Recién la visión de los hongos atómicos y de sus horripilantes efectos trajo como resultado la renuncia de hecho al uso de las bombas nucleares y el que la nueva guerra se mantuviera "fría". ¿Hasta cuándo... ? Abogado e historiador. Académico de la Universidad de los Andes.
Autor, entre otros volúmenes, de "Hitler y la Segunda Guerra Mundial" (Editorial Universitaria) HÉCTOR ARAVENA `` El recurso a las bombas atómicas se explica también como una advertencia a Stalin". Cenotafio en Hiroshima que recuerda a las víctimas de la bomba atómica de 1945.. OCHENTA AÑOS DE LA EXPLOSIÓN DE LA BOMBRA ATÓMICA, UNA REVISITA A SUS CAUSAS Sin embargo, el debate sigue abierto. Algunos estudios recientes han puesto el foco en la intransigencia del liderazgo japonés, incluida la figura del emperador Hirohito, por no haber buscado una rendición antes de agosto de 1945.
Otros autores han propuesto una interpretación más estructural, centrada en la política de rendición incondicional adoptada por Roosevelt desde 1943, la cual habría limitado las alternativas de negociación y forzado decisiones extremas como el uso de la bomba.
Si bien algunos enfoques revisionistas moderados aún persisten, el consenso historiográfico más reciente tiende a reafirmar que el uso de la bomba respondió principalmente a consideraciones militares orientadas a acelerar el fin del conflicto y evitar un elevado número de víctimas en una invasión, desacreditando las interpretaciones que lo presentan exclusivamente como un acto de "diplomacia atómica". Historiadora de la Pontificia Universidad Católica de Chile y doctora en Historia por la Universidad de los Andes.
Académica Instituto de Historia Uandes El debate historiográfico sobre el uso de la bomba atómica comenzó poco después de los bombardeos de Hiroshima y Nagasaki, incluso antes de la rendición formal de Japón en la Segunda Guerra Mundial. Desde entonces, han emergido diversas corrientes interpretativas. Desde un inicio, surgieron voces que acusaban a Estados Unidos de haber utilizado esta nueva arma no solo para lograr la capitulación japonesa, sino como una herramienta diplomática para limitar la influencia soviética. En esa línea, el físico y premio Nobel británico P. M. S. Blackett sostuvo que Japón se habría rendido antes de finalizar 1945, aun sin los bombardeos atómicos ni la entrada soviética en la guerra, y que lo único que se buscaba era limitar la influencia soviética. Por el contrario, el entonces secretario de Guerra, Henry L.
Stimson, defendió en 1948 la decisión, afirmando que el uso de la bomba fue la mejor manera de lograr una rendición rápida con el menor número de víctimas estadounidenses, y que se empleó exclusivamente con ese objetivo militar. A partir de los años 60 y especialmente durante la guerra de Vietnam, cobró fuerza una corriente revisionista, impulsada por la obra "Atomic Diplomacy" (1965), de Gar Alperovitz.
Este autor sostenía que el verdadero objetivo de los bombardeos era disuadir a la Unión Soviética --aún aliada de Estados Unidos para ese entonces-y presionarla para moderar sus pretensiones geopolíticas en la configuración del mundo de posguerra, particularmente en Europa del Este.
Alperovitz también afirmaba que, en el verano de 1945, Japón habría estado dispuesto a rendirse si se le garantizaba conservar al emperador, pero que Washington deliberadamente habría ocultado esa posibilidad al insistir en la rendición incondicional. Según esta visión, el uso de la bomba no solo no fue necesario para poner fin a la guerra, sino que precipitó el inicio de la Guerra Fría. Aunque esta interpretación fue cuestionada por varios historiadores por la debilidad o tergiversación de sus fuentes, tuvo un impacto considerable y nutrió variantes más moderadas del revisionismo. Desde la década de 1990, tras el fin de la Guerra Fría y la desclasificación de nuevas fuentes documentales surgieron estudios que cuestionaron las premisas revisionistas. Historiadores como Richard B. Frank, Robert J. Maddox, D. M. Giangreco y Sadao Asada han mostrado que Japón no contemplaba una rendición incondicional y que los mandos aliados conocían proyecciones de víctimas por una invasión terrestre que superaban los 500.000 soldados. Estas investigaciones reforzaron una nueva ortodoxia que interpreta el uso de la bomba como una decisión militar pragmática más que un acto de diplomacia atómica.
ISIDORA PUGA: "Han emergido distintas corrientes interpretativas" `` Si bien algunos enfoques revisionistas moderados aún persisten, el consenso historiográfico más reciente tiende a reafirmar que el uso de la bomba respondió principalmente a consideraciones militares orientadas a acelerar el fin del conflicto". HÉCTOR FLORES FERNANDO PURCELL: "El drama humano debe estar al centro" Los eventos de Hiroshima y Nagasaki han sido objeto de constante revisionismo historiográfico, como bien demuestra Kenneth B. Pyle en su reciente libro "Hiroshima and the Historians" (2024). La narrativa oficial estadounidense inicial, levantada en 1947 por Henry L. Stimson, secretario de Guerra, y acogida por su historiografía, sostuvo que los bombardeos forzaron la rendición de Japón y evitaron un ataque terrestre que habría provocado muchas más muertes en ambos bandos. Esta mirada fue revisada en las décadas de 1960 y 1970 por Gar Alperovitz y Martin J. Sherwin, quienes destacaron no solo lo militar, sino también lo geopolítico, proponiendo que el bombardeo buscó intimidar a la Unión Soviética y marcar el inicio de la Guerra Fría. Sin embargo, la apertura de archivos japoneses en los años ochenta volvió a destacar la narrativa original, al encontrarse evidencia de preparativos para grandes movilizaciones militares en Japón. Durante los años ochenta y noventa surgieron otras líneas interpretativas. Aparecieron miradas transnacionales de mayor alcance temporal y geográfico, que articularon dimensiones tecnológicas, raciales y políticas. Pero lo más interesante fue el revisionismo que matizó la imagen de Japón como "nación víctima", a partir de la valoración de las decenas de miles de coreanos fallecidos a causa de las bombas. Fueron también víctimas del colonialismo japonés, que desde 1910 controló Corea y obligó a cientos de miles a trasladarse a Japón como mano de obra forzada. Solo en Hiroshima vivían 50 mil en 1945, y al menos 20 mil murieron por efecto directo de la bomba.
No por nada el australiano Gavan McCormack rescató esta historia en un libro de título elocuente: "Twice Victims" (1981). En las últimas décadas se han incorporado perspectivas de género, fortalecido las miradas transnacionales y se ha profundizado en la fragmentación político-militar en Japón. Pero quizá lo más relevante ha sido el renovado énfasis en el drama humano y la controversia moral, más allá de las motivaciones del bombardeo. El libro "Hiroshima: The Last Witnesses" (2024), de M.
G. Sheftall, basado en testimonios de sobrevivientes en la actualidad, evoca el gran trabajo del laureado periodista John Hersey de 1946, recordándonos que, más allá de lo político o militar, el drama humano debe estar al centro y nunca debe ser olvidado. Doctor en Historia de los Estados Unidos, University of California, Davis, 2004.
Profesor titular Facultad de Historia, Geografía y Ciencia Política Universidad Católica `` Quizá lo más relevante ha sido el renovado énfasis en el drama humano y la controversia moral, más allá de las motivaciones del bombardeo". MACARENA PÉREZ.