Autor: Mario Cordova
COLUMNAS DE OPINIÓN: Juntos y revueltos
COLUMNAS DE OPINIÓN: Juntos y revueltos or donde se lo analice, el más Piscerio programa de la temporada de la Orquesta Sinfónica Nacional rompió esquemas. Tanto, que en sus palabras introductorias el director titular Rodolfo Saglimbeni advirtió que lo que se venía era una audacia, y que ¡ gualmente audaz era el público presente por acudir a escucharlo. Pero no sólo en el cargamento musical había osadías sino también en la inédita conformación de sus intérpretes: una fusión de la señalada orquesta con la Banda Sinfónica de la Fuerza Aérea de Chile, FACH. También se sumaron voces corales. Se explicó que las rarezas de esa fecha se gestaron al planear la ejecución de "La sombra de Sirio" (2008) de Joel Puckett, para flauta solista, conjunto de vientos, arpa, piano, contrabajo y percusión. Con esa inusual base instrumental se fueron agregando las otras tres obras del programa, donde, en definitiva --vaya sorpresa no hubo violines ni violas. Los vientos FACH fueron muy protagónicos, participando en toda la jornada, juntos y pando en toda la jornada, juntos y Orquesta Sinfónica y Banda FACH uniendo fuerzas. fuerzas. revueltos, con los reducidos sinfónicos. Obra tras obra, unos y otros fueron aumentando y disminuyendo su aporte numérico.
El programa partió con "Fanfarria y tema al estilo americano" Juntos y revueltos Juntos y revueltos de Fabrizzio de Negri, director de la banda, dejando oír lo que puede calificarse como poco más que un buen tributo a la música galáctica de John Williams. Luego vino la pieza de Puckett, ALEJANDRA FUENZALIDA FUENZALIDA S extremadamente íntima, atmosférica y de un permanente sosiego introspectivo, acaso demasiado atrapada en su quietud por los poemas que la inspiraron. De un flautista del peso y trayectoria de Hernán Jara se hubiese esperado una instancia más lucida para su instrumento.
La siguiente suite de "La ópera de tres centavos" de Kurt WeiIl aportó nuevas rarezas, con su tránsito por ritmos tan variados y un perfume sonoro de decadencia cabaretística, informal, cuya lejanía de lo académico fue una acción adrede del compositor. Fue, claro está, el momento de mejor protagonismo de la banda, que agregó banjo, guitarra y acordeón.
Y para el final, la "Sinfonía de los Salmos" de Stravinsky, obra que agregó al Coro Sinfónico de la U. de Chile (80 voces) en un canto silábico y monocorde, sin despliegue de contrapuntos, confiriéndole un sello muy místico, que la batuta de Saglimbeni manejó con extrema pericia. Fue un acierto la exposición de los textos, sobre todo en el caso de los poemas tan profundos que inspiraron la obra de Puckett. inspiraron la obra de Puckett. inspiraron la obra de Puckett..