Autor: GONZALO IBÁÑEZ S.M.
Crisis de natalidad
Señor Director: Importante la crónica que, al respecto, nos presenta "El Mercurio" en reciente edición. La natalidad en Chile apenas alcanza a la mitad de lo que debiera ser para asegurar la renovación generacional de nuestra población. Envejecemos cada día más, con las consecuencias que ya comenzamos a advertir. Se pregunta "El Mercurio” por las causas de este fenómeno y la respuesta más común es la de que, entre la maternidad y un trabajo fuera del hogar, las mujeres están prefiriendo mayoritariamente esto último. No hay espacio ni tiempo para la crianza de nuevos hijos. Pero, sin hijos, no tiene sentido la unión conyugal y deja de tenerlo la familia. La caída en la natalidad ha traído aparejada la desvalorización del matrimonio como unión permanente entre un varón y una mujer y la pérdida casi completa de la vida familiar.
Es el escenario en el que se encuentran los pocos niños y jóvenes que han logrado nacer. ¿Por qué se llegó a este punto? En el origen, me parece, se encuentra la política del gobierno de Frei Montalva (1964-1970) que, pretextando disminuir la mortalidad infantil, se empeñó en una campaña de promoción de los métodos anticonceptivos artificiales.
Con ello, no hizo sino separar la sexualidad de su finalidad procreadora y, desde entonces, esa sexualidad sirve para cualquier cosa, menos para procrear. lo hizo contra la enseñanza del Papa Paulo VI contenida en su encíclica Humanoe vitae (1968) que advertía a la humanidad acerca de las negativas consecuencias personales y sociales del uso de esos anticonceptivos. Sin embargo, ese gobierno fue apoyado por un grupo de teólogos de la Universidad Católica que, justo después de la publicación de la encíclica, emitió una declaración enseñando a los católicos acerca de cómo eludirla. El cardenal Raúl Silva quez era, a la sazón, Gran Canciller de esa Universidad y Fernando Castillo Velasco, su rector. Los hechos le han dado la razón a Paulo VI. La cuestión ahora es la revalorización de la sexualidad como vía para la procreación y, por cierto, la de crear condiciones que hagan nuevamente atractiva la maternidad.