Formación de hábitos escolares
Formación de hábitos escolares Con motivo del pasado 11de septiembre se suspendie-ron las clases en 10 liceos de la capital. Antes, enotras fechas, también se habían adoptado medidassimilares, debido al riesgo que podrían enfrentar losestudiantes ante la violencia que parece corresponder a cadaaniversario de acontecimientos políticos ocurridos hace ya me-dio siglo o más.
En la Municipalidad de Santiago se informóque la Dirección de Educación Municipal (DEM) solicitó lasuspensión ante una evaluación conjunta realizada por losequipos directivos y “considerando diversos elementos”. EnProvidencia, el DEM solicitó lo mismo con el objetivo de res-guardar la seguridad de las co-munidades educativas. Losalumnos secundarios pudie-ron así participar librementede las jornadas de movilizaciónpolítica. Al mismo tiempo, como es obvio, prescindieron de lasclases que les habrían significado la continuidad de sus estu-dios y la formación del hábito de estudiar.
Pareciera ser que son las jornadas de violencia las que esta-blecen el calendario escolar, puesto que son conocidas las fe-chas de disturbios organizados por grupos extremistas, quecomienzan en marzo con el día del joven combatiente y se des-pliegan a lo largo del año. Pero si hay una actitud que ha gene-rado controversia ha sido la reacción de las autoridades que, ante la mínima posibilidad de un riesgo, prefieren eximirseellas de cualquier responsabilidad.
No obstante, los alumnosparecen estar más protegidos dentro de sus salas de clases queen las calles, pero para una autoridad escolar es más fácil man-tener el colegio cerrado y así eludir la responsabilidad por cual-quier eventual lesión que sufra un estudiante, aunque al hacer-lo sacrifica su tarea principal, la que justifica su cargo. Es un hecho que entre los 13 y los 16 años los jóvenes estánatentos a todas las circunstancias y aprenden de ellas. Sea undía en la escuela o un día en la calle, en los dos ambientes seobtienen aprendizajes, pero no son iguales las conclusiones. Además, por supuesto que los jóvenes observan atentamentela conducta de los adultos, que son los que deciden cerrar elestablecimiento, y de esos comportamientos también apren-den formas de actuar.
La señal para las familias más vulnera-bles, que tienen grandes dificultades en atribuirle valor a laeducación de sus hijos, no pue-de ser más contraria a lo que sebusca como sociedad, pues fá-cilmente podrían ellas con-cluir, en medio de sus desven-tajas, que la educación no es tan importante. No es fácil cultivar hábitos y el de estudiar es particular-mente complejo para los jóvenes que enfrentan dificultades ensus aprendizajes.
La interrupción frecuente, y por los motivosmás variados funerales de alto riesgo, paros de profesores ode auxiliares, protestas políticas, una variedad de aniversa-rios, no favorece la creación de un hábito de estudio que re-sultará fundamental para su futuro. Y debe recordarse que esprincipalmente en los casos en que es más difícil establecer bue-nos hábitos donde surge el ausentismo escolar, que ha aumen-tado en los últimos años. Entre ellos también es más tentadorcaer en otros vicios, aún más serios. Una fecha, un municipio nosignifican mucho en el contexto nacional, pero la repetición deestos casos ya se transforma en otro hábito, aunque pernicioso. Pareciera que son las jornadas de violencia lasque establecen el calendario escolar..