El pasto fiscal
El pasto fiscal Parto aclarando que escribo esta columna antes del partido de fútbol entre Chile y Canadá que definirá si avanzamos a la siguiente fase de la Copa América. Pase lo que pase quiero revelarles que soy fan del nuevo entrenador de la selección, Ricardo Gareca. Me gusta su claridad estratégica: tiene una visión, que es formar una nueva generación de jugadores que sean capaces de llevar nuevamente a Chile a un Mundial. Y tiene la valentía para desarrollar su plan sin populismo; pensando en el largo plazo. Dejar fuera a Vidal y a Gary, y sacar a Alexis cuando quedaba media hora de partido tiene costos para él. Pero no se queja y sigue haciendo su pega. No ha tenido buenos resultados en el torneo, es cierto. Pero no ha caído en la tentación facilista de echarle la culpa al empedrado. Asume que, para bien o para mal, lo que pase con la selección es su responsabilidad. Antes era común que los entrenadores culparan de sus fracasos a los jugadores, a los dirigentes, a los comentaristas deportivos, al clima, a la altura. Mi excusa favorita era cuando se quejaban del pasto. Sí, del césped de la cancha. O estaba muy largo o muy corto, muy húmedo o muy seco, muy blando o muy tieso. Pero eso no va con Gareca. Y por eso lo apoyo. Estos pensamientos futbolísticos se me vinieron a la cabeza esta semana observando cómo nuestro ministro de Hacienda actúa de manera distinta a Gareca. La gran responsabilidad de Mario Marcel es hacer crecer la economía chilena para que el país pueda solventar sus necesidades. Pero a diferencia del seleccionador nacional, el ministro de Hacienda suele echarles la culpa a factores exógenos y exóticos cuando las cosas no le resultan. Culpa a la oposición, a los empresarios, a los gremios, a los medios, a los parlamentarios, a la noche, a la playa, a la lluvia. O a la falta de plata. En el último problema de lucas que enfrenta el país, el del alza de las cuentas de luz, ha dicho que el Estado no tiene fondos para más subsidios. Y está bien que Marcel sea cuidadoso con el dinero de los contribuyentes. También es correcto que el Gobierno finalmente se decida a sincerar el verdadero costo de la energía eléctrica, cuya tarifa se congeló a partir del 18-O.
El problema está en que para resolver este problema, u otras urgencias, como la seguridad ciudadana y las listas de espera en salud, tenga solo una idea: pedir que le aprueben su "pacto fiscal". El "pacto fiscal" es un eufemismo para el plan de aumentar la recaudación de impuestos. El problema del Gobierno es que no ha logrado convencer a la oposición de que esa es la solución a la estrechez económica. Hay quienes piensan que más eficiente es bajar los impuestos, porque eso dinamizará la economía y el resultado final será el mismo o mejor: llevar más dinero a las arcas fiscales. Por eso, la insistencia del ministro en repetir "pacto fiscal", "pacto fiscal", me recuerda a los entrenadores que le echaban la culpa al pasto. Por eso, cuando Marcel dice "pacto fiscal", yo ahora escucho "pasto fiscal". Suena mal, como decir "Vístor" o "corresto", pero no hay caso. Él dice "pacto" y yo escucho "pasto". Y eso me tiene loco. El pasto fiscal La insistencia del ministro en repetir "pacto fiscal", "pacto fiscal", me recuerda a los entrenadores que le echaban la culpa al pasto. LA COLUMNA DE JOE BLACK. -