Críticas a definiciones ideológicas del Partido Comunista
Críticas a definiciones ideológicas del Partido Comunista a circunstancia de que haya sido la abanderada del Partido Comunista quien asumiera la representación de las principales fuerzas de izquierda del país ha reactivado un debate acerca de los postulados ideológicos que encarna la colectividad y hasta dónde podría representar una amenaza el hecho de que el protagonismo lo tome una fuerza que en otras latitudes no duda en respaldar gobiernos dictatoriales, con total supresión de las libertades.
Hay voces que acusan el resurgimiento de corrientes anticomunistas, tal como ya se ha visto en décadas pasadas en Chile, denunciando que se busca deslegitimar las convicciones democráticas del partido, en circunstancias que todo su actuar -al menos en la historia de nuestro país ha estado enmarcado dentro de las reglas institucionales, disputando los espacios electorales como cualquier otro partido.
No cabe duda de que el Partido Comunista -en tanto entidad constituida conforme a la ley tiene pleno derecho a participar de los espacios que brinda nuestra democracia, y desde luego tampoco puede estar en discusión que la posición de liderazgo que ha asumido la colectividad ha sido producto de la voluntad del electorado, en este caso expresada en las recientes primarias.
Pero el PC no puede pretender que sus principales postulados ideológicos dejen de ser confrontados críticamente, especialmente cuando detrás de ellos hay concepciones radicales que buscan marcar clara distancia con las fuerzas políticas tradicionales y su visión de la democracia resulta instrumental a objetivos muy determinados.
No es necesario escudriñar en documentos internacionales o en la experiencia de otros países para fundar estos reparos, sino basta atender a las propias definiciones ideológicas que el PC se ha dado en Chile -como las contenidas en su reciente XXVII Congreso Nacional-, o a lo que ha sido la práctica del PC en distintos momentos de la historia reciente del país, ya sea levantando la vía armada para combatir al régimen de Augusto Pinochet, respaldando a grupos que han ejercido violencia, o crispando gravemente el ambiente social durante el llamado estallido, validando así la violencia política -que es justamente lo opuesto a una democracia respetuosa del estado de derecho y respecto de la cual no se ha escuchado una declaración en que se renuncie a ella. Precisamente la forma como el PC entiende la democracia es quizás uno de los aspectos más controversiales, pues sus concepciones no parecen coincidir con las definiciones propias de una democracia liberal. Esta última descansa en el respeto a las libertades y la coexistencia de distintos puntos de vista, donde las mayorías ejercen el gobierno, pero respetando también los derechos de las minorías, y aceptando la alternancia.
En su Congreso ideológico el partido es claro en establecer que "la democracia representativa heredada de la dictadura ha fracasado en cumplir los anhelos populapresentativa heredada de la dictadura ha fracasado en cumplir los anhelos populaA partir de las propias definiciones ideológicas que el partido ha tomado en Chile -por ejemplo, su visión instrumentalizada de la democracia, o su falta de condena a la violencia política es que resulta válido confrontarlas y plantear legítimas interrogantes de cómo se expresarían en el país, algo que dista de ser una actitud "anticomunista". actitud "anticomunista". res", subrayando la necesidad de redefinir la democracia como "un instrumento de liberación del pueblo". En ese marco, el partido debe posicionarse como el impulsor de una perspectiva de cambios profundos con un carácter socialista, en tanto que la movilización social es la principal herramienta para generar cambios estructurales.
También se lee que la democracia, entendida como un camino hacia el socialismo, "debe consolidarse como una herramienta para enfrentar al neoliberalismo". Queda claro aquí el carácter instrumental que se le busca dar a la democracia, que aparece como algo funcional a determinados fines ideológicos. Además, cuando se habla de que la democracia representativa que hemos "heredado" se ha sumido en un "fracaso", es necesario interrogarse por los alcances de tal afirmación.
Si bien es un hecho que el país ha enfrentado muchos problemas y tensiones desde el retorno de la democracia en 1990, la sucesión de gobiernos de distinto signo en forma pacífica y el haber logrado consolidar un modelo que permitió una fuerte reducción de la pobreza son sin duda conquistas muy importantes. Por ello cuando el partido plantea que hay un fracaso, es imprescindible que aclare por cuál modelo pretende reemplazarlo, y qué rol juega allí la democracia.
Tampoco se puede pasar por alto que a pesar de toda la experiencia de violencia que se ha vivido en la Macrozona Sur producto de la acción de grupos terroristas -algo que el gobierno ya no discute-, el PC manifieste su repudio "contra la represión y el abusivo uso de la fuerza en el Wallmapu producto de su militarización y de la criminalización del Pueblo Mapuche", con lo cual claramente se insiste en validar visiones que van en contra de la política de seguridad que el país ha consensuado, a la vez de evitar condenar la violencia política.
Es un hecho que la candidata Jeannette Jara ha buscado tomar distancia de las posiciones más doctrinarias del PC, y aunque ella ha desestimado la idea de congelar su militancia, también se ha encargado de recalcar que la suya es una candidatura que representa a la centroizquierda. Ha sido sin duda una estrategia electoral astuta, pero también es pertinente preguntarse hasta qué punto la candidata podrá desentenderse de aquellas visiones más radicales que siguen presentes en el partido.
Quien fuera su jefe programático durante la campaña de primarias, el economista Fernando Carmona -hijo del timonel del partido-, reconoció que "el triunfo de Jara nos obliga a no pensar solo en el eje izquierda y derecha, sino pensar en el eje "arriba-abajo', es decir, *pueblo-élite"". Se trata de una concepción muy polarizada de la sociedad, que reivindica la vieja lucha de clases, y aunque Jara evitó respaldar esta postura -incluso señaló que Carmona no será parte de su próximo comando presidencial-, queda la interrogante de si visiones como estas no buscarían expresarse en caso de que la abanderada comunista llegara al poder. No se trata entonces de levantar fantasmas "anticomunistas" o de buscar pronunciamientos de lo que ocurre en Cuba o Venezuela, sino de aterrizar las propias definiciones del PC en Chile. Cuba o Venezuela, sino de aterrizar las propias definiciones del PC en Chile..