Humanidades y universidad
Humanidades y universidad Señor Director: Concuerdo con Alejandro Vigo (domingo): el valor formativo de las humanidades no está en discusión. Lo que realmente se discute es el estado actual de las humanidades.
El panorama de las humanidades en Estados Unidos es preocupante: en muchas universidades las humanidades se han convertido en centros de activismo político dedicados a la "deconstrucción" de Occidente o "decolonización". Las humanidades se han obsesionado con el análisis identitario. Por ejemplo, de los ocho cursos sobre Shakespeare que encontré en el catálogo de literatura de Stanford, cinco hacían referencia a temas de género y sexualidad. Más que nunca las humanidades exhiben un fuerte sesgo de izquierda.
Encontrar a un profesor conservador en carreras humanistas es casi imposible (según el historiador Niall Ferguson, los liberales y conservadores son una especie en extinción en la universidad) y un porcentaje alto de los profesores se declara de ultraizquierda. Ya en 2006, Gross y Simmons, en una encuesta a nivel nacional en Estados Unidos, documentaron que más del 60% de los profesores de humanidades y ciencias sociales se declaraban activistas, radicales o marxistas. Una consecuencia natural de la politización académica es el bajo rigor intelectual. Como demostró el físico Alan Sokal, basta con usar jerga posmodernista o expresar lealtad a clichés progresistas para ser publicado en algunas revistas humanistas. Como es sabido, un trío de escritores (Lindsay, Pluckrose y Boghossian) reescribió "Mein Kampf" usando jerga feminista y logró que una revista académica (Affilia) aceptara publicar el artículo. El mismo trío repitió con éxito una broma similar siete veces más. Aún más preocupante, ciertas áreas dentro de las humanidades se han convertido en focos de antisemitismo. Después de la masacre del 7 de octubre, el antisemitismo ha estallado agresivamente en las universidades norteamericanas.
Alumnos y profesores organizan protestas pro-Hamas que llaman a destruir el sionismo "by all means necessary". Dichas protestas incluyen cantos antisemitas, profesores de historia y literatura que celebran el terrorismo de Hamas y, a veces, incluso el acoso físico a alumnos judíos. El antisemitismo parece estar particularmente enconado en las humanidades: el 86% de los profesores que firman peticiones de boicot contra Israel provienen de las humanidades y las ciencias sociales. En estas circunstancias no parece razonable pedir a los contribuyentes que sigan subsidiando las humanidades sin una propuesta de despolitización creíble. No exigir una reforma radical de las humanidades sería tomarlas a la ligera. Pero la crisis de las humanidades es solo una manifestación de la crisis general de la universidad.
Más que desfinanciar a las humanidades, creo que es necesario repensar la universidad, o más bien discutir la creación de una nueva institución, diferente a la universidad, más pequeña y menos burocrática, más meritocrática y liberal, que acoja de verdad a la ciencia y las humanidades. IVÁN MARINOVIC Universidad de Stanford, Investigador asociado Faro UDD.