Las lecciones de HARALD BEYER
Las lecciones de HARALD BEYER Después de seis meses, Harald Beyer, economista, 60 años, exdirector del CEP, exministro de Educación y exrector de la Universidad Adolfo Ibáñez, vuelve a sacar la voz. Tras su renuncia a esa institución en enero pasado había decidido no dar entrevistas. Daba la impresión de que quería desaparecer de lo público por un rato. Él dice que no.
Sentado en su escritorio, un espacio repleto de libros, la mayoría novelas y ficción, como él mismo aclara, en una soleada mañana de fines de junio, explica por qué había optado por el silencio. --Pocos días después de dejar la UAI participé en una conferencia en Europa, a la que me había comprometido hace tiempo. Aproveché, entonces, de quedarme por esos lados por un buen tiempo. Y luego estuve retomando lecturas atrasadas, estudiando materias postergadas y ordenando escritos a medio terminar. Entonces, más que desaparecer estaba concentrado en otros asuntos. --Su salida de la UAI fue sorpresiva. Se comentó que fue por diferencias con el directorio de la universidad. --Ninguna salida después de un período intenso de seis años puede tildarse de sorpresiva. Era un buen momento para salir. La universidad, como muestran diversos indicadores, había experimentado un gran avance. Correspondían ahora nuevos desafíos. En todos los proyectos que desarrollé el apoyo de la junta directiva fue fundamental. No había mayores diferencias con ella --dice. Ya de vuelta en Chile tras su período en Estados Unidos, cuenta que se ha abocado a leer mucho y a escribir. De hecho, en un mes espera tener listo un libro sobre la situación política, económica y social del país y los desafíos que vienen. Entremedio, está dedicado a preparar su décima maratón.
Siempre ha sido deportista, dice: de chico practicó vóleibol --"era bueno"--, fútbol --"le ponía ganas, pero era de los últimos en ser elegidos en los equipos"-y también lanzaba la jabalina --"ahí diría que solo era entusiasta"--. Pero en 2008 comenzó a correr y no ha parado, se levanta a las seis de la mañana y sale a dar vueltas por su barrio en la comuna de La Reina.
Lo hace con ganas: cree que esta maratón, que se realizará en Sevilla en febrero próximo, puede ser la última para él. --¿ Pero por qué cree que va a ser la última? --No sé, supongo.
Voy a tener más de 60 --dice y levanta los hombros. --Usted ha sido director del CEP, ministro de Educación, rector de una universidad. ¿Qué va a hacer ahora? ¿ Dónde se coloca una persona con ese tremendo currículum? --He aceptado la invitación de la Universidad Católica a integrarme como profesor de la profesión, que forma parte de la planta especial, afiliado a su Escuela de Gobierno.
Me parece que ahí se está incubando un proyecto muy interesante y me interesa colaborar en su desarrollo, y desde ahí hacer investigación aplicada para abordar los asuntos que me han motivado a lo largo de mi trayectoria profesional. Harald Beyer nació cerca de Lago Ranco.
Su padre, un alemán que se vino en la década del 50 a Chile, a trabajar con un pariente que quería poner una lechería, y su madre, una profesora normalista, se quedaron viviendo ahí hasta que su hijo mayor cumplió cinco años y se trasladaron a vivir a Osorno. Ahí, el exministro y sus dos hermanos estudiaron en el Colegio Alemán, becados, dice.
Era un buen alumno, ordenado, recuerda, aunque en un programa de televisión, cuando era ministro, fueron a su colegio, encontraron su libro de clases y sus anotaciones negativas llenaban más de una página. --Me pasó que no me recordaba así, aún no me recuerdo, pero ahí estaban las anotaciones --dice sonriendo. Al salir del colegio se vino a estudiar Ingeniería Comercial a la Universidad de Chile. Era 1982, año en que las protestas ya eran algo habitual en la capital. Dice que no se impactó tanto al llegar a ese Santiago. --Todavía siento que yo conozco muy poco Santiago. Como soy poco social, tengo cierto vacío en su ubicación. Sus papás no tenían familia en el sur, por lo que cuando sus hijos se vinieron a estudiar, emigraron todos. Llegaron a vivir al paradero 23 de Vicuña Mackenna, en la comuna de La Florida. En la universidad no participó en política hasta los últimos años, en que fue en una lista para el centro de alumnos junto a Félix de Vicente, exministro de Economía de Piñera. En esa época, dice, fue cuando comenzó a definirse como liberal. --Yo era relativamente crítico (con la dictadura), pero más bien mi visión, lo que se fue armando en la universidad, fue una mirada liberal.
Lo que me interesaba era la ilustración escocesa, todo el pensamiento liberal clásico, eso me atrajo muy rápidamente. --¿ Y el tema de los derechos humanos? --Por supuesto, ese era un tema de preocupación y que encajaba con la mirada liberal: al pensamiento liberal le molesta la intromisión del Estado en la vida de los individuos, incluyendo la violación de los derechos humanos.
Entonces, todo eso era compatible con la filosofía que yo iba desarrollando en la universidad. --¿ En qué creía usted cuando salió de la universidad? --Yo creía en lo que hoy día podríamos llamar capitalismo democrático, la democracia liberal.
Harald Beyer vivió en La Florida hasta 1989, año en el que se casó y se fue junto a su señora a un pequeño departamento, cerca de Los Dominicos. --Lo que uno ve en ese momento no es una reflexión muy profunda. Uno espera que un crecimiento acelerado ayude a mejorar las condiciones de vida de gran parte de la población. Y eso de alguna forma existía. Pero al mismo tiempo, tú veías que había personas que se estaban quedando atrás y que no había ninguna posibilidad, y que las políticas sociales eran inefectivas para apoyar esas salidas.
Uno siempre dice: a mí me gusta una economía relativamente abierta, muy flexible, muy libre, pero en ese momento había una crisis económica gigantesca en Chile, entonces había algo que no calzaba, más allá de la liberalización económica, hubo una crisis gigantesca por errores distintos de política en ese momento. El capitalismo no estaba brindando los frutos que se esperaban, y eso uno era capaz de reconocerlo. (... ) La economía de mercado funciona bien con la democracia. O sea, en un régimen autoritario, por distintas razones no es posible que se despliegue con la intensidad que uno esperaría. Entonces, la combinación de retorno a la democracia con la liberación económica produjo este crecimiento virtuoso de los 90, que se extendió hasta los 2000, hasta el principio de 2010. Al salir de la universidad entró a trabajar al CEP, donde llegó por Arturo Fontaine, de quien era ayudante en la universidad. Eran los tiempos del plebiscito. Dice que votó por el No. Y ya en democracia se fue a hacer un doctorado a Estados Unidos, en Economía. --Me fui el 92, a mediados del 92, al doctorado. Volví a principios del 96, sin el doctorado completado, lo hice después. --¿ Y por qué volvió así? --No tenía más plata. En ese momento estas becas tan generosas como hay hoy, no existían. Al volver, se reintegró al CEP. Ahí estaba cuando el Presidente Sebastián Piñera lo nombró, en diciembre de 2011, ministro de Educación.
Antes de él había estado Joaquín Lavín, que debido a las movilizaciones de 2011 dio un paso al costado y asumió Felipe Bulnes, quien solo estuvo unos meses. --Yo era ministro de Educación cuando el actual Presidente era el presidente de la FECh --recuerda Beyer hoy. --¿ Y cómo era? ¿ Qué opinión tuvo de él? --Me tocó un par de reuniones con él y me pareció que tenía pasta de político, la forma en que interactuaba con sus propios compañeros, tenía un cierto liderazgo, incluso me dio la impresión de que él iba a optar en algún momento por la carrera política. Era capaz, articulado, tenía una visión.
Pero tampoco me atrevería a decir que logré formarme una real idea de lo que él sería después, Las lecciones de HARALD BEYER Es su primera entrevista después de dejar la Universidad Adolfo Ibáñez hace seis meses.
El ahora exrector, exdirector del CEP y exministro de Educación está en un proceso de reinvención que lo tiene escribiendo un libro sobre Chile y en los próximos días se integrará como profesor de la Escuela de Gobierno de la UC.
Desde fuera de las aulas, mira hoy lo que está pasando en algunas universidades y dice que si hubiera estado a la cabeza de la U. de Chile habría desalojado la toma, y que "en Chile hay mucho antisemitismo y que esto se cuela en estas peticiones". También se muestra preocupado por la educación universitaria chilena. Aquí, Beyer, directo al grano. POR ESTELA CABEZAS "Ninguna salida después de un período intenso de seis años puede tildarse de sorpresiva. Era un buen momento para salir", dice el exrector de la UAI. HÉC T OR ARA VENA "Yo los habría desalojado.
Y eso es así en todo el mundo (... ). Porque hay algo ahí que daña el espíritu universitario". El 18 de abril de 2013, un día después de ser destituido como ministro de Educación por una acusación constitucional, recibió el homenaje de los miembros del gobierno de Piñera. LA SE GUND A "Me tocó un par de reuniones con él y me pareció que tenía pasta de político", recuerda sobre Gabriel Boric dirigente de la FECh. En la foto, el entonces ministro de Educación en una comisión junto a dirigentes universitarios. Al frente, el actual mandatario. EL M ER CU RIO. Las lecciones de HARALD BEYER porque nos juntamos dos o tres veces en un momento en que los dirigentes estudiantiles no estaban en posición de zanjar algo. El fuerte había sido el 2011, el 2012 ya se veían un poquito más calmadas las cosas. Y claro, era, por lo tanto, menos intenso, a pesar de que las marchas seguían con fuerza. Pero ya se habían agotado las tomas.
Dice que lo más difícil de ese período fue la acusación constitucional que terminó con él fuera del ministerio y con cinco años sin poder ejercer un cargo público. --Yo no tenía, nunca he tenido, interés en entrar en la política.
Ya no opté por ese camino y no pensaba optar por él en el futuro, así que no, no me afectaba esa acusación desde el punto de vista profesional --dice hoy sobre ese momento que desde fuera se vio dramático. Tras salir del gobierno se incorporó al CEP nuevamente, pero como director.
En 2018, lo nombraron rector de la UAI. --¿ Y qué fue lo que lo atrajo de ir a la universidad? --Había dos cosas, la primera es que era evidente para mí el 2017 que Piñera iba a ser de nuevo Presidente. Y era raro ser director del CEP, que necesita mantener cierta independencia, después de haber sido ministro. Eso me daba vueltas. Y al mismo tiempo, siempre he estado preocupado de la educación, y tenía la sensación de que las universidades eran cada vez más importantes para el país. Así es que cuando llegó la oferta de la universidad, acepté. --¿ Tenía críticas al sistema de universidades privadas? --Tengo críticas en general al sistema universitario. Tengo una visión crítica de la forma en que se está preparando a los jóvenes en pregrado. Creo que es una formación muy especializada y muy larga. Si tú miras el mundo asiático, europeo, el norteamericano, después de tres o cuatro años, se obtiene el primer grado. Ahí los jóvenes van a explorar el mercado, sus oportunidades, cuáles son las alternativas, y después, si quieren, vuelven a la universidad y se siguen especializando. Es una formación mucho más flexible, porque todas las habilidades que se requieren para el mundo actual necesitan una formación más general, que mezcle humanidades con ciencias y con otras disciplinas.
Eso permite al estudiante desarrollar mucho más su pensamiento crítico, su reflexión creativa, sus capacidades de comunicación. --¿ Y por qué las universidades no van en ese camino? ¿ Porque es mejor que los alumnos paguen cinco años de arancel? --No sé si es un problema de plata, porque al final podrías tener más estudiantes. La infraestructura es tu limitante, si haces carreras más cortas, puedes incluir más estudiantes, porque sobra un poquito de infraestructura. El punto no es económico, aunque probablemente en un primer análisis muchos creen que sí. La explicación es una cierta inercia, una mirada de silos. Las universidades chilenas no tienen una mirada general.
Harald Beyer dice que eso permite tener una formación más comprensiva, no especializada, "que te abre la cabeza, te hace pensar, conectar y procesar mejor la información, en un mundo en que estamos llenos de información.
En cambio, la formación muy especializada te pone ciertas anteojeras". También comenta que la educación en Chile tiene un gran problema: --Si miras las pruebas que hace el OECD de habilidades, extraer información con números, comprender un texto, extraer la información relevante y resolver problemas, nuestros profesionales universitarios hoy día tienen habilidades inferiores a las que tiene un obrero alemán o francés, que no ha terminado la educación secundaria. --¿ Cree que Chile necesita tantos profesionales como los que se están educando en las universidades públicas y privadas? --Esa es la titulitis. Esta idea de que tú requieres ciertos títulos. Es una idea equivocada. Lo que necesitas son ciertas habilidades: tú ves todo el tiempo que las organizaciones, tanto públicas como privadas, están pidiendo gente con mayores habilidades: pensamiento crítico, perseverancia, reflexión analítica.
Hoy estamos en un mar de información, mucha de ella falsa. ¿Cómo discriminas en cualquier actividad pública o privada que tú hagas, entre esa cantidad de información? ¿ Qué se requiere para eso? --No cree que esta necesidad de ser profesional y la cantidad de universidades privadas están formando una generación de jóvenes frustrados. --Es una hipótesis que se puede plantear. Pero yo no veo los datos que permitan validar esa hipótesis.
Yo sé que hay personas estudiando, esto se habla mucho, de la subocupación que habría en Chile, gente que tiene unas ciertas habilidades y que no está usando esas habilidades en los cargos que debería tener. Ahora, las mediciones que hay sobre subocupaciones en Chile es bastante imperfecta. Por eso, es un tema que vale la pena estudiar, pero a mí los grandes números no me dicen esto.
La entrevista se hace justo cuando se cumplen tres semanas de la toma de la Casa Central de la Universidad de Chile, por parte de estudiantes propalestinos, que piden que se acaben los convenios con todas las universidades israelíes.
Sobre este hecho, que hoy mira desde lejos, Harald Beyer dice que existe una distorsión respecto de lo que cabe hacer en las universidades y que por distintas razones "hoy no son solo la institución formadora o la que genera el conocimiento y cultiva el saber, sino que también son instituciones que de alguna forma representan la tradición cultural de los países. Y eso exige un cierto cuidado, una cierta forma de proceder, de escucharse, de tolerar distintas ideas, de tener espacios de diálogo y agotar el diálogo.
Y todas aquellas medidas que yo creo que significan fuerza tienen que estar fuera de la universidad, porque si no, van a perder legitimidad" --¿ Está de acuerdo con De Gregorio, en el sentido de que deberían desalojarlos con la fuerza pública? --En una universidad estatal en Europa o en Asia o en Estados Unidos cualquier edificio que es tomado, es rápidamente desalojado. --¿ Y por qué en Chile no? ¿ Se equivocan las autoridades de la universidad? --Hay una cosa histórica, la famosa Universidad de Córdoba, de universidad democrática, abierta, que se ha ido convirtiendo en una suerte de mito, que hace que desalojar sea impensado.
Y es un mito porque creo que precisamente lo que uno espera de la democracia, o sea, de la universidad, es que el clima que impere sea el diálogo y el respeto, y todas las amenazas, todas estas fuerzas inhiben ese clima.
Lo otro es histórico: la intervención de la universidad en la dictadura, la intervención de Carabineros, genera un ruido muy grande. --¿ Si usted hubiera sido rector de la Chile, los hubiera desalojado con carabineros? --Sí, yo los habría desalojado. Y eso es así en todo el mundo: recuerdo hace poco, en la Universidad de Ámsterdam, se tomaron un edificio que ni siquiera estaba ocupado y los sacaron igual. Porque hay algo ahí que daña el espíritu universitario. --¿ Y qué opina de que la rectora Devés se haya quedado a dormir en la universidad? --A mí me parece bien.
Yo creo que ella ha ejercido un liderazgo notable. --¿ Le parece legítima la petición de los alumnos de que se corten relaciones con las universidades de Israel? --No, porque aquí hay una confusión: la universidad, de nuevo, es un espacio de diálogo.
No conozco en detalle a cada uno de los académicos que están en esa universidad (en Israel), pero no me cabe ninguna duda de que la mayor parte de ellos son críticos de cómo ha procedido el gobierno israelí en esta coyuntura. Pero no hay que olvidar que esto fue generado por Hamas. Una vez que esto se desata, uno nunca puede predecir exactamente lo que va a pasar, menos los académicos de una universidad que está instalada, no sé, en Tel Aviv.
Y por lo tanto, lo que hay que preservar es el valor intrínseco que está en esos convenios, que es la cooperación, la conversación, la investigación conjunta, el intercambio de buenas ideas. (... ) Creo que hay un problema en Chile, creo que en Chile hay mucho antisemitismo.
Y esto se cuela en estas peticiones. --¿ En Chile hay antisemitismo? --No Chile, no el Estado, pero hay rasgos dentro de la población. --¿ Y en qué se nota? --Yo creo que en la relación del mundo académico pasa mucho esto. Y dentro de las élites en general también, en el mundo empresarial, en distintos mundos. No me parece a mí que sea una situación donde podamos decir que la élite chilena, hablando en términos muy amplios, no tenga rasgos antisemitas.
Está bien criticar, uno puede criticar al gobierno de Netanyahu, puede criticar las acciones, cualquier tipo de cosas se pueden sostener, pero es la idea de la negación del otro lo que hay detrás, de la legitimidad del otro, que creo que hay algunos rasgos presentes --Usted fue rector de una universidad, estuvo seis años mirando alumnos. ¿Cómo ve al alumno chileno? --Hay tres rasgos que me llaman la atención. Primero, son talentosos, en general, son estudiantes despiertos. La segunda dimensión es que son muy enfocados. La generación en que me tocó a mí asistir a la universidad, era una generación con más intereses. La generación de hoy está muy enfocada solo en "el" asunto que les preocupa y que los motiva y lo persiguen y están muy en eso.
Y esta situación ha generado, por ejemplo, una crisis de representación en las universidades chilenas, por ejemplo, hoy día la FECh no logró su quorum, los niveles de votación o de participaciones en las actividades estudiantiles han caído fuertemente, porque no les interesa. --Pero eso tiene que ver también con que es una generación que no le cree a la política. --Pero tú podrías decir por qué en la universidad donde hay una mezcla de cosas, en la que la política también juega un papel, no podrían tener más interés en participar en esto. Yo creo que tiene que ver con lo que te digo. Y lo tercero que me ha llamado la atención es la poca tolerancia a la frustración.
Harald Beyer no milita en ningún partido, pero es un agudo observador de la realidad chilena y su corazón político está ubicado en la derecha. --¿ Usted cree que uno de los problemas que tiene la derecha es que se ha quedado más en las políticas públicas que en las ideas? --En el mundo, el debate de ideas es muy dinámico en la derecha, ampliamente extendido, y su participación en distintos foros es bien notable, pero cuesta que este llegue a los actores políticos propiamente tales. Salvo excepciones, creo que estos no recogen en sus planteamientos esa discusión.
Pero me parece que eso también ocurre en el mundo de la izquierda. --Estas últimas semanas ha subido la aprobación de Gabriel Boric, ¿no cree que, pese a todos los errores, este gobierno no está perdido para la izquierda? --"En política una semana es mucho tiempo" es una frase que se le atribuye al primer ministro inglés Harold Wilson y siempre es bueno recordarlo, porque si algo ha demostrado ser errado es predecir, a partir de una situación actual, los hechos que ocurrirán en algunos meses más. Pero dicho eso, la próxima elección no es sobre el Presidente Boric y eso es un problema para la izquierda.
Por una parte, muestra una falta de liderazgo político que concentra la atención en el primer mandatario y, por otra, la percepción de la población respecto de lo que ha sido su gobierno en dimensiones que son relevantes para ella no es positiva.
A ello agregaría que el Presidente, junto con ser el gobernante actual, también representa un liderazgo de futuro que no deja de ser una situación interesante. "La próxima elección no es sobre el Presidente Boric y eso es un problema para la izquierda". En 2001, en sus tiempos de investigador del CEP, donde llegó por Arturo Fontaine. En la foto, con él, Joaquín Lavín y Alejandro Foxley. M ER.