El ruido de sables y la renuncia de alessandri Viaje a fondo por los días que marcaron a Chile hace 100 años
K1 3 de septiembre de 1924, un grupo de oficiales jóvenes del Ejército realizó una manifestación en el Senado oponiéndose a la dieta parlamentaria y presionando por la aprobación de una serie de leyes sociales. Por entonces, los uniformados tenían problemas de sueldos y eso los llevó a deliberar en política, lo que causó una crisis y la salida del Presidente Arturo Alessandri.
Esta es la historia de unosPor Felipe Retamal Navarro y Pablo Retamal Navarrooco antes de las 2 de la madrugada del 9 de septiembre de 1924, el Presidente Arturo Alessandri Palma se apuró en bajar desde su despacho hasta la capilla de La Moneda. Allílo esperaba su familia en pleno para celebrar, contra el tiempo, la boda de su hija Marta con su novio, Arturo Scroggie. El “León de Tarapacá” había permanecido a la espera de una comunicación de la Junta Militar respecto a su renuncia a la presidencia de la República, que debía tramitar el Congreso. No había sido aceptada, y finalmente debió resignarse con el permiso de licencia para ausentarse del país por seis meses. Tras la ceremonia y los abrazos algo apuradosa los esposos, Alessandri caminó hasta la puerta de Morandé 80 que daba hacia elentonces Ministerio de Industria. Durante la noche se había esparcido en la ciudad el rumor de la renuncia del Presidente, lo que alentó la llegada de los curiosos a las inmediaciones del palacio. Parecía confirmarlo la seria presencia enla puerta del comisario de policía, Manuel Concha, y el convoy de mudanza que se llevó las cosas del mandatario. Hacia las 2.50 de la madrugaalma. da, no quedaba un Fue entonces, con la fría noche cerrada, que Alessandri cruzó el umbral. “Vestía de negro y de (sombrero) tongo -apuntó El Diario Ilustrado-. Llevaba al cuello una bufanda color café obscuro.
En la puerta, antes de subir al auto, emocionado, dio un abrazo a su hijo Eduardo”. SIGUE EN PÁGINA 42 »»Viaje a fondo por los días que marcaron a Chile hace 100 añosdías turbulentos.. así, el “León” subió al vehículo, placa patente 3015 D, acompañado por sus hijos Jorge y Fernando, además de un par de sus amigos más cercanos, Cornelio Saavedra y Armando Jaramillo. Seguido de cerca desde otro vehículo por el eficiente comisario Concha, el auto tomó la Alameda hacia Teatinos, para luego cortar en Santa Lucía. Luego subió por Merced, hasta llegar a la Embajada de Estados Unidos en Chile, ubicada entonces frente al Parque Forestal, en el Palacio Bruna. Alessandri arribó pasadas las 3.15 de la madrugada y fuerecibido por el embajador, Mr. William Miller Collier. Ahí pasaría sus últimos días en el país antes de partir. Ruido de sables y gritos en el Congreso La trama que terminó con Alessandri saliendo de La Moneda en medio de la noche, también había arrancado durante la hora del crepúsculo. Fue en la noche del miércoles 3 de septiembre, cuando una centena de oficiales del ejército (en algunos medios los precisan en 111, en otros en “casi doscientos”), llegaron hasta el edificio del Congreso Nacional. Vestidos de uniforme, los oficiales caminaron directamente desde el Club Militar, emplazado en un palacio de calle Agustinas, entre Claras (Maclver) y San Antonio, frente al Teatro Municipal. Esa noche, desde las 21.00 horas, el Senado iba a votar el proyecto de Ley de Dieta Parlamentaria, pues ya se había aprobado la clausura del debate. El texto dotaba de un pago mensual de 2.000 pesos de la época a cada diputado y senador por ejercer la función parlamentaria. Los tenientes y capitanes se acomodaron en las galerías luciendo sus guerreras y pronto se hicieron notar. Pidió la palabra el senador por Curicó, el liberal Ladislao Errázuriz y el acabose ocurrió tras su intervención.
“Cuando el senador de Curicó, señor Errázuriz, fundó su voto negativo a la dieta, los oficiales hicieron manifestaciones de aplausos que merecieron un llamado al orden del Vicepresidente de la Cámara, señor Héctor Arancibia Laso y una conminación de hacer despejar las tribunas”, detalló La Nación. El debate siguió por unos momentos, con intervenciones de los senadores Eduardo Opaso Letelier y Pedro del Real. Cuando este último tomó la palabra, se volvieron a escuchar murmullos desde la galería.
“En los momentos en que hacía uso de la palabra el senador por Chiloé, Pedro del Real, sobre el proyecto de dieta parlamentaria, seprodujo algún ruido en las galerías con motivo de que algunos oficiales las abandonaban”, informó El Mercurio el mismo jueves 4. El boletín del Senado relata: “Se producen ruidos de sables entre militares presentes en las Galerías”. Fue entonces que tomó la palabra el senador Víctor Celis Maturana, quien fue más allá.
“Yo quiero saber, señor Presidente, si estamos legislando bajo el dominio de las armas osinosencontramos en una cámara libre de una república libre”. Luego le siguió el ministro de Justicia, señor Luis Salas Romo, presente en la sesión, quien hizo notar: “véase la cultura de los oficiales que se retiran formando ruidos con los sables y algunos de ellos con el kepí puesto”. Pero de inmediato fue increpado por Ladislao Errázuriz, lo que generó la reacción de los parlamentarios oficialistas y los ministros presentes “agitación que indujo al presidente sr Arancibia a ordenar que se despejaran tribunas y galerías”, detalló El Diario Ilustrado. En ese momento, señala el exoficial del Ejército Raúl Aldunate Phillips en sus memorias, los oficiales volvieron a hacer sonar sus sables.
“El batifondo llega a su grado máximo a los gritos de ¡ Hay que sacarlos a todos!, vociferado por el Teniente Lira, del Regimiento “Tacna*, seguido de otros epítetos gruesos, en medio de una ensordecedora rechifla que dura por espacio de diez minutos”. El ministro de Guerra, Gaspar Mora Sotomayor, excapitán del ejército y también diputado en ejercicio fue el encargado de subir hasta la galería para impartir alos oficiales la orden de retirada. Apenas salieron del edificio del Congreso, los oficiales caminaron de vuelta al Club Militar, minutos más tarde, lo hizo el ministro Mora. En la reunión, los uniformados le expresaron sus motiva- El general Luis Altamirano Talavera. Inspector General del Ejército. Ciones al ministro.
“(Dijeron que) solo han perseguido el propósito de representar respetuosamente la situación difícil en la que seencuentran, económicamente hablando, y laimperiosa necesidad de que se acuerden las leyes y reformas que el Ejército espera con vivo anhelo”, detalló La Nación. ¿ Por qué los militares salieron de los cuarteles? Lo cierto es que en los comedores de los cuarteles rondaban los rumores de una acción para hacer notar la molestia delos oficiales. Porlo pronto, se estaban acumulando varios puntos de tensión que los había empujado a intervenir en la arena política. Una situación que sumó a la crisis política y social que vivía el país, que ya acumulaba años. “En 1924 fue clave la crisis social y política que vivía Chile, con la continua disputa entre el presidente Alessandri y el Congreso.
En el contexto inmediato, la discusión de la dieta parlamentaria fue clave para llevar a los uniformados a las sesiones a hacer su manifestación conocida como “ruido de sables””, dice Alejandro San Francisco, profesor de la Universidad San Sebastián y la P. Universidad Católica de Chile.
Por su parte, la doctora en Historia y especialista en Historia contemporánea, Verónica Valdivia, señala: “En esa situación concreta, el problema era la redefinición del Estado en sus facultades en materia económica y social, como de su representación social, dejando de ser solo la expresión de la oligarquía para dar paso a un nuevo pacto social, que implicara un estado expresivo también de otros sectores e intereses de la sociedad”, dice. Asimismo, los uniformados estaban descontentos por una serie de situaciones en su actividad profesional. “Había una molestia importante en el mundo militar, una frustración muy grande -explica René Millar Carvacho, Doctor en Historia y profesor titular adjunto del Instituto de Historia de la Pontificia Universidad Católica.
Molestia porque veía que le había prometido la clase política, desde hace bastante tiempo, que iban a mejorar sus remunerals El Presidente Arturo Alessandri Palma durante su primer mandato (1920-1925) ciones, que estaban muy deprimidas.
El último incremento lo habían tenido en 1920, y durante el gobierno de Alessandri, donde hubo una inflación significativa, las remuneraciones siguieron igual”. “El otro punto es que se les había prometido el despacho de las leyes militares, que les iban a mejorar toda la movilidad dentro del escalafón. Este estaba muy mal diseñado y había muy poca movilidad para ascender en los distintos grados del ejército. Había acuerdo en la necesidad de modificarlo, pero tampoco esas leyes que estaban los proyectos en el Congreso lograron avanzar”, agrega Millar. Pero el asunto de la dieta parlamentaria terminó por enardecer los ánimos. Pasaba que a los militares se les debían meses de sueldos, lo que obligaba a algunos oficiales incluso a no salir de los cuarteles por semanas a fin de evitar a los acreedores. Lo que sumado a la inacción frente a lo del escalafón, acabó por lanzar a los militares a la acción.
“Ese tipo de problemas es lo que permite unificar al conjunto de la fuerza militar, toda vez que no se trata de algo menor -apunta Verónica Valdivia-. Los sueldos impagos abonaban el distanciamiento con las ideas librecambistas y el modelo económico abierto que defendía la oligarquía. Sumado a ello, era vista como una expresión de lainoperancia del sistema parlamentario. Y no se trataba solo de los sueldos.
La carrera militar estaba estancada, por lo cual los uniformados se mantenían largo tiempo en una misma jerarquía, sin poder ascender”. San Francisco señala que el tema venía dando vueltas desde hace un tiempo: “Una lectura atenta de las sesiones de la Cámara muestra que la discusión sobre problemas militares fue permanente, así como también estaba presente la situación social del país.
En esto último había dos cuestiones fundamentales: la mala situación económica y social de Chile, que se arrastraba desde hacía tiempo, así como la existencia de leyes sociales que no se aprobaban desde hacía años en el Congreso Nacional.
Esto llevó a los uniformados a mirar con atención las experiencias de Italia y España en los años 20 así como a desarrollar sus propias concepciones políticas, generalmente asociadas al estatismo con preocupaciones sociales (caso de Ibáñez) y, en algunos casos derechamente vinculadas al socialismo.
En términos generales emergería con fuerza un discurso contrario al parlamentarismo”. Sube la tensión El presidente Arturo Alessandri alcanzó a enterarse de la presencia de los militares y su desalojo del Congreso durante la noche del 3 de septiembre.
Según detalla en sus memorias, le dijeron que “todo había ocurrido en calma, que los oficiales obedecieron al ministro y que éste se dirigía a conferenciar con ellos al Club Militar”, así que se quedó tranquilo. Pero a la mañana siguiente, arribó a La Moneda el Inspector General del Ejército, general Luis Altamirano.
Este defendió a sus subordinados y “declaró quea no había falta a la disciplina en el hecho de que los militares acudieran a las sesiones del Congreso”. Incluso fue más allá y casi en tono desafiante señaló que cualquier sanción disciplinaria a los oficiales “causaría desfavorable impresión”, según consignó La Nación. Pocos días después, un grupo de oficiales del Ejército pidió verlo. Habían constituido el llamado “Comité Militar. Estos le presentaron un pliego de peticiones al Mandatario.
Entre otras, que vetara la dieta parlamentaria, que se aprobara la Ley de Presupuestos para el año en curso -que no había sido aprobada aúnlo cual mantenía varios funcionarios del Estado (incluyéndolos), y fundamentalmente, la aprobación de una serie de leyes sociales pendientes, entre ellas, el Código del Trabajo.
Una vez que finalizó la exposición, el presidente luchó por contener su temperamento y la furia por lo que consideraba una deliberación por parte de los uniformados, y se comprometió a una solución, siempre y cuando volvieran a los cuarteles. como vemos, el ideal de los militares estaba de parte de las reformas sociales.
Esto tiene una explicación, según Verónica Valdivia: “El ejército fue modernizado una vez terminada la Guerra del Pacífico por una Misión Prusiana, la cual traspasó su ideario a la oficialidad, esto es, la visión bismarckiana, que reconocía derechos socio-laborales a los obreros, sin que ello afectara el poder delas clases dirigentes.
Igualmente, inoculó un agudo anticomunismo y antianarquismo, modernizando la carrera profesional de la oficialidad”. “A ello se sumó un cambio en la conformación social del ejército, al cual ingresaron numerosos jóvenes de clase media, estando el alto mando en manos de la oligarquía.
Parte importante de esta oficialidad media (tenientes, capitanes, mayores) fueron atraídos por la masonería, la cual también sembraba ideas estatistas y de reforma social”. San Francisco aporta otro dato: “Ya desde comienzos de siglo se puede apreciar en el Memorial del Ejército de Chile, la revista institucional, un interés por lostemas sociales, reflejo del cambio de época”. Alessandri nombró ministro del Interior a Altamirano y el 8 de septiembre, tras gestiones del general, el Congreso aprobó un paquete de medidas de corte social, incluyendo el Código del Trabajo; además del Presupuesto 1924, aumento de sueldos para los efectivos de las Fuerzas Armadas, y una inyección de 110 millones de pesos para cubrir el déficit. El Mandatario pensó que todo terminaba ahí. Pero no. Como a las 5 de la tarde de ese día un inquietante rumor llegó a la oficina de Alessandri.
“Llegó alguien a decirme que en las pizarras de los diarios se publicaba un aviso del Comité Militar en el cual se manifestaba que no se disolvía y que continuaría funcionando hasta terminar la depuración política y administrativa del país”. Descreído, el “León” mandó a su secretario a comprobar si eso era efectivo. El hombre volvió al rato, y le trajo noticias aún peores: los militares le pedirían la disolución del Congreso. Ahí, Alessandri decidió renunciar. Millar Carvacho reflexiona sobre la renuncia del Mandatario: “Alessandri siempre tuvo un gran convencimiento en sus cualidades, en su capacidad política. Y él pensaba que iba a ser capaz de manejar a los militares.
Y lo que quedó en evidencia, fue que los militares no estaban dispuestos a volver alos cuarteles, sinoque ya tenían unas propuestas políticas importantes que consistían en el cambio del régimen”. Sus últimos actos serían promulgar las recientes leyes aprobadas por el Congreso, y luego concretar su partida. Esto recién logró realizarlo en la madrugada, tras la boda de su hija. En paralelo, se formó una Junta Militar, conformada por el general Altamirano, el almirante Francisco Nef y el general Juan Pablo Bennet. En sus memorias, Alessandri detalla que frente a la Embajada de los Estados Unidos hubo una ruidosa manifestación en su apoyo, La Nación indica que fueron 3 mil personas.
Además recibió visitas de amigos, del arzobispo de Santiago, Crescente Errázuriz, y también llegó a verlo un grupo de esposas de suboficiales del Ejército, quienes le ofrecieron la ayuda de sus maridos para reasumir el mando, pero el “León” declinó la oferta. Finalmente, recibió a sus ministros, de quienes se despidió, y en la tarde del miércoles 10 procedió a dirigirse a la Estación Mapocho. Ahí, a punto de subir al tren, concedió una breve entrevista a un reportero de LUN que llegó al lugar. Alessandri lo abrazó y explicó por qué se refugió en la Embajada de los EE.
UU: “No por defender mi persona, sino por guardar los fueros del Presidente de la República y para restablecer la situación de independencia, tratando así de igual a igual con quienes tenían la fuerza”. Alessandri partió a las 19.00 horas rumbo a la Argentina.
Faltaba el acto final: a las 1.30 de la madrugada del 11 de septiembre de 1924, la Junta Militar declaró disuelto el Congreso y se formó un gobierno de facto -con Altamirano como Vicepresidente de la Repúblicaque prometió convocar a elecciones, aunque sin especificar fecha. A fines de ese mes, Alessandri partió en un barco desde Buenos Aires rumbo a Europa. Entre otros, se reuniría con Benito Mussolini. A partir de ahí, Chile inició un tumultuoso período político, que se extendió hasta 1924, con una nueva Constitución -la de 1925y una seguidilla de gobiernos. Fue el propio Alessandri que en 1932 volvió a asumir el gobierno (tras el llamado a elecciones hecho por el Presidente de la Corte Suprema, Abraham Oyanedel) para terminar de consolidar el proceso. Esta vez, tomó providencias para no verse sorprendido por los militares. “Comenzó haciendo ver sus molestias al Ejército, por su intervención política de los años anteriores. Eso le permitió dar apoyo a las Milicias Republicanas (organización armada de civiles) y cambiar el generalato, hasta que hubiera plena convicción de la lealtad institucional de las Fuerzas Armadas”, dice San Francisco. “Estas Milicias Republicanas hicieron un gran desfile con uniforme y con todo, por el centro de Santiago -dice Millar Carvacho. Pasaron unos 3000 uniformados, con armamento, incluso con un pequeño destacamento de aviación.
Todo eso demuestra cómo Alessandri tuvo este constante temor a que los militares lo volvieran a sacar del poder”. Verónica Valdivia apunta: “Durante su segundo gobierno Alessandri se concentró en devolver a los militares a sus cuarteles, reponer un profesionalismo no intervencionista y apoyarse en quien correspondía constitucionalmentela mantención del orden público y social: Carabineros de Chile, como la masacre del Seguro Obrero lo demostró”. O