Herman Pulgar Garrido: los recuerdos del bombero más antiguo de Los Andes
A solo meses de cumplir 70 años como voluntario de la Primera Compañía de Bomberos, este Bombero Insigne de Chile trajo al presente los episodios que lo marcaron Lúcido, chispeante, divertido y a la vez profundo y reflexivo. Así es Herman Alberto Pulgar Garrido, el bombero más antiguo de la Primera Compañía y del Cuerpo de Bomberos de Los Andes, lo que lo convierte en Bombero Insigne de Chile.
A sus 91 años de edad y dueño de una memoria prodigiosa, Herman recuerda los episodios de su vida como bombero maquinista asociándolo al carro bomba que usó en cada uno de ellos, logrando así conciliar los hechos con las fechas. Con una salud envidiable, los únicos “achaques” que reconoce tener son una discopatía y algo de incontinencia urinaria. “No quiero ser un viejo hediondo”, señala, medio en serio, medio en broma. Cuenta que hace ejercicio todos los días y que en el cuartel le pega cien puñetes a Por Marisol Valdés Riffo una “pera” de box. Nacido en Valparaíso el 15 de marzo de 1932, Herman llegó en 1947 a Los Andes cuando su familia se trasladó por razones de trabajo. Acá llegó habiendo cursado el cuarto de Humanidades y comenzó a trabajar en un taller de bicicletas aprovechando sus conocimientos de mecánica.
Hacia 1950, su padre se instaló con un restaurante y Herman decidió ayudar al emprendimiento familiar, preparando arrollados y perniles e incluso aprovechaba que su familia tenía una carretela para ir al río a sacar ripio y hacerse unos pesos.
Mientras hacía el servicio militar, en 1952, se entusiasmó con la idea de entrar a Bomberos, ya que su hermano menor, Luis Pulgar Garrido, era voluntario, así que el 23 de febrero de 1954 ingresó a las filas de la institución, con lo cual en febrero próximo cumplirá 70 años de servicio ininterrumpido como “caballero del fuego”. “Cuando entré había dos máquinas, una de 1939 y la otra de 1951.
En esa época, para ser maquinista había que tener un año de servicio, pero como yo sabía mecánica, la compañía me permitió ser maquinista de inmediato, aprendí el movimiento de las turbinas, lo relativo a la presión, todo lo necesario, mi misión era estar en la bomba controlando que no faltara agua”, relata, agregando que “en esa época había mucho compañerismo y eso me incentivó para quedarme hasta el día de hoy”. INCENDIO EN LA PLAZA Uno de los incendios que más recuerda es el que ocurrió en la plaza, que se inició donde estaba la Farmacia Prat. “Ese día había una fiesta en el segundo piso de la farmacia y se inflamó una cocina a parafina, alguien la tomó y la tiró por la escalera hacia abajo, ahí se inflamó todo. En esa época teníamos un carro que nos habían entregado en 1965, sin carrocería, entonces le pusimos una mesa de ping pong atrás y ahí poníamos las mangueras.
Cuando se declaró el incendio me metí a la plaza con la bomba y le saqué el agua a la pileta, que entonces tenía hasta pescaditos, no sé si habré pescado alguno, pero eso ayudó a que el incendio no llegara hasta la iglesia”, recuerda.
Si bien durante su vida en Valparaíso fue testigo de varios accidentes de gravedad provocados por los tranvías, durante su labor como bombero en Los Andes también presenció escenas que lo marcaron hasta el día de hoy.
De hecho, advierte, prefiere que haya un terremoto a un incendio y lo explica señalando que “en los incendios la gente pierde todo y lo que queda lo destruye el agua, entonces cuando uno logra sacar a una persona viva de un incendio es un orgullo, un honor”. A propósito de esto, Herman recuerda la ocasión en que tuvo la oportunidad de rescatar a un minero que quedó atrapado luego de un derrumbe que afectó una mina en Campos de Ahumada. “Era como el año 60 y pidieron rescatar a un minero que quedó atrapado luego de un derrumbe, y partí en el carro Bezamat. Cuando llegamos nos metimos a la mina y vi un hoyo pero inmenso hacia arriba con galerías que salían hacia los lados. Empezamos a buscar en las galerías y no lo encontramos, así que dieron la orden de dinamitar. Cuando bajaron todos y me tocaba a mi sentí de repente unos quejidos. Miré y le vi cabeza, porque el derrumbe lo había tapado dejándole solo la cabeza a la vista, estaba sepultado en una de las galerías. Con otro bombero empezamos a escarbar hasta que llegamos a él, mientras seguían cayendo piedras por el derrumbe. Así que lo abracé y lo arrastré, lo amarramos, lo bajamos y se lo llevaron al hospital.
Cuando me quedé solo en la mina me dio susto, porque no dimensioné el peligro que había todavía porque estaba A los 91 años el bombero primerino Herman Pulgar Garrido es Bombero Insigne de Chile, con casi 70 años en la institución. Pendiente de sacar al minero, pero si eso se derrumbaba yo iba a quedar adentro”, recuerda aun con estremecimiento. Tras este episodio, un par de días después, el rescate que protagonizó salió en la prensa de la época -“La Aurora”- que destacó la valentía de Herman Pulgar. “A mi me gustaba salvar gente, ayudar, saqué bomberos quemados, personas de incendios, también me tocó ir a San Rafael a rescatar a los pasajeros de un avión que se cayó. Esa vez fui en el carro Nissan, eso debe haber sido en los años 60. Yo iba a comprar pan cuando de repente suena la sirena y el cuartelero me avisa que se cayó un avión en San Rafael. Era un avión de un club aéreo que llevaba cuatro personas, una de las cuales se lanzó del avión antes de caer.
Cuando llegamos encontramos a los pasajeros fallecidos, murieron quemados, estaban encogidos, eso también me impactó mucho, esas cosas se le van metiendo E — - Dr a uno, dan ganas de llorar”, relata con voz compungida.
PREMIO DESDE ESTADOS UNIDOS Pero sus gestos de generosidad con el prójimo no solo se quedan en Bomberos, sino que también en el área laboral, ya que Herman fue premiado desde Estados Unidos luego de haber salvado a un compañero de trabajo. “Cuando yo trabajaba en Andina recibí un premio por haberle salvado la vida a un compañero de trabajo que recibió una descarga de 18 volts de corriente. En esa época yo era mecánico y trabajaba con maquinaria pesada, en la mina había aprendido resucitación cardiopulmonar. Entonces, había que cargar un camión con una grúa cerca de las torres de alta tensión para traerlo a la maestranza. Yo había terminado de reparar una micro y salí a probarla cuando veo que están nivelando la grúa para poder llevarse el camión.
En ese momento me detuve para hablar con mi su-. Que estaba trabajando Herman Pulgar junto a uno de los carros que tuvo a cargo en su vida como maquinista. para nivelarla, cuando la grúa se gira y topa los cables de alta tensión con 18 mil volts. Le dio la corriente y una patada que lo tiró lejos. Ahí empecé a hacerle resucitación cardiopulmonar y no había caso, tenía una mano y el pie quemados. En mi desesperación me senté encima de él y empecé a darle puñetes en el pecho, a la altura del corazón, y de repente saltó. Grité “está vivo! ”, lo subimos a una camioneta y lo llevamos al hospital de Saladillo. Ese hombre se llama Manuel Gallegos, vive en Villa Andina y es voluntario de la Tercera Compañía de Bomberos de Los Andes.
Después de eso el Consejo Interamericano de Seguridad me envió una carta y un diploma desde Estados Unidos y Andina también me premió”, recuerda con una mezcla de Foto liuro on hamennien on de Ine nde ln Primoern C amnañin de orgullo y emoción. AMOR POR BOMBEROS Una de las gestiones que más orgullo le provoca, es haber colaborado a que Bomberos obtuviera parte del terreno donde se emplaza actualmente. “Aquí detrás había una quinta de recreo que se llamaba “La Palmera”, y se nos ocurrió comprar ese terreno.
Cuando logramos comprarlo se me ocurrió hacer una piscina, porque en esa época no había piscina en Los Andes, así empezamos a ver el financiamiento y tuvimos mucha ayuda del club Trasandino que nos prestó una retroexcavadora para hacer el hoyo. Hicimos la piscina y nos fue bien durante el tiempo, pero tuvimos que terminar porque no tuvimos apoyo de las autoridades, porque nos empezaron a exigir cosas, así que hasta ahí no más llegamos. Ahora ese espacio se utiliza para hacer cursos para los bomberos”. Ad portas de cumplir 70 años de servicio como bombero, Herman reflexiona sobre los motivos que lo llevaron a enrolarse en la institución. “A uno lo motiva eso de ver los accidentes, gente herida, muerta, uno quisiera hacerlos revivir, salvarlos.
CuanNS ij o Mi is pienso en mi vida, me voy de lleno a salvar a quien lo necesite” asegura, agregando que “me siento orgulloso de que el día que me yo me muera los voluntarios me van a llevar en el corazón, a esta edad recibo demasiado amor, esto es como una familia. Siento un profundo amor por Bomberos, son lo más importante después de mi familia”. A la izquierda Herman Pulgar junto a su hermano, el también voluntario Año ln Drimorn Dislony