Irene Vallejo: “Cuidamos a los libros para que los libros cuiden de nosotros”
Irene Vallejo: “Cuidamos a los libros para que los libros cuiden de nosotros” E 6 ARTES Y LETRAS DOMINGO 12 DE NOVIEMBRE DE 2023 Revista de Libros La autora del exitoso ensayo El infinito en un junco inauguró este viernes el Festival Puerto de Ideas de Valparaíso, donde hoy culmina su visita a Chile.
Durante una semana, en la que también participó en el ciclo La ciudad y las palabras, la filóloga y escritora española se reunió con públicos diversos y firmó cientos de ejemplares de su libro más famoso, así como de sus novelas, recopilaciones de columnas y relatos para niños. Irene Vallejo: "Cuidamos a los libros para que los libros cuiden de nosotros" de esa necesidad que tenemos de materializar nuestras palabras.
Y aunque el soporte se deteriora, se estropea, arde, se humedece, se lo comen los insectos o los hongos, las obras que llamamos clásicas, que son las que han conseguido sobrevivir, han ido saltando más allá de la destrucción de los materiales.
Hay que pensar en el viaje que ha hecho la Odisea a través de los siglos, que nació en un mundo en el que ni siquiera existía la escritura, y cómo hemos conseguido proteger algo tan frágil como una historia.
Esa protección y cuidado también recorren su libro, porque --como ha contado-la escritura se entrelazó con la dura experiencia de tener internado en el hospital de Zaragoza a su hijo recién nacido. "Recibimos una atención sanitaria que no hubiéramos estado en condiciones de pagar jamás, porque fue un tratamiento difícil, complicado, con una larguísima estancia en la UCI neonatal, con cirugías, con biotecnología avanzada. ¿Cómo hubiera podido yo escribir un libro sin la sanidad pública de mi país, que decidió que no iba a dejar a nadie en la cuneta, al margen de los ingresos y de las posibilidades económicas?", se pregunta. Y enfatiza que esto va más allá de una política de Estado. "Yo lo siento como una comunidad. Somos todos los que hemos decidido que a través de nuestros impuestos vamos a financiar un sistema en el que todos recibimos los mismos cuidados y la misma atención.
En otro país, por ejemplo en Estados Unidos, donde hemos vivido, hubiéramos entrado en bancarrota posiblemente toda la familia". Fue entonces cuando la escritura "mutó, porque la vida entra en torrente en los libros y los cambia", afirma. "Saber que mi hijo estaba siendo atendido con los mejores medios posibles, me daba la tranquilidad necesaria para poder trabajar en el libro. Empecé a preguntarme no tanto por los libros que han sobrevivido, sino por las personas que han luchado para que esa sobrevivencia sea posible, y para su expansión y democratización.
Pasó a ser un libro sobre los cuidados; las personas cuidamos a los libros para que los libros cuiden de nosotros". --¿ Siente la responsabilidad de retribuir lo que ha recibido? --Sobre todo la responsabilidad que supone la confianza que mi tribu lectora ha colocado en mí. Cómo podemos contar nuestras historias e intentar que esas historias ayuden a otras personas y les hagan sentirse menos solas, menos raras, menos extravagantes. Qué mensaje de esperanza puedo enviar a esas personas que tienen esa creatividad, esa sensibilidad y tal vez se sienten un poco aisladas.
Y sin ninguna intención de pontificar, creo que mi historia demuestra que nada de esto habría podido suceder si no hubiera tenido ese primer voto de confianza y esa primera asistencia colectiva que recibí a través de la enseñanza pública, a través de mi beca, a través de la sanidad.
Si dejas a mucha gente afuera o en el camino, estás truncando también su potencial y es un potencial que luego puede aportar mucho a la sociedad. --¿ Cómo está viviendo esta etapa de éxito, con tantos viajes y compromisos? --Yo lo vivo muy gozosamente, porque la situación más asfixiante y de más presión era la anterior, cuando estaba con mi hijo en el hospital o cuando, incluso antes de su nacimiento, era una escritora a la que no conocía nadie, que vivía la precariedad constante. En cambio ahora es una situación en la que yo puedo realizarme, puedo expresarme y tengo un abanico de oportunidades que no tenía antes. Yo lo vivo con mucha gratitud.
En su libro, Irene Vallejo destaca especialmente el papel de las mujeres. "Creo que una de mis aportaciones como investigadora en este ensayo es todo el recorrido por ese papel tantas veces silenciado u olvidado, y todos los estereotipos a los que se han enfrentado las mujeres intelectuales a lo largo de la historia. Es una reivindicación de las mujeres como portadoras de memoria, como educadoras. La herramienta de la palabra la transmiten las mujeres; por eso la llamamos lengua materna.
Es un homenaje, además, concretado especialmente en mi madre y en mi profesora de griego, que han sido dos grandes referentes intelectuales para mí". M ás que para promover su libro, parece que Irene Vallejo (Zaragoza, 1979) viaja por el mundo portando una buena noticia. El comentario le parece divertido, pero lo confirma con sus palabras. También con su amabilidad, inteligencia y empatía.
A cuatro años de la publicación de El infinito en un junco (Siruela y DeBolsillo/Siruela), su ensayo sobre "la invención de los libros en el mundo antiguo" --como indica el subtítulo, pero es mucho más que eso--, la filóloga y escritora española se encuentra por primera vez en Chile. La acompaña el productor cinematográfico Enrique Mora, su marido, pieza clave en sus desplazamientos geográficos y también en el viaje intelectual que emprendió para escribir su exitoso ensayo.
Es él quien cuenta que en Ciudad de México autografió libros durante seis horas, y cuatro en Montevideo, mientras observa la enorme fila que se ha formado al caer la noche del martes, después de su charla en el campus Lo Contador de la UC. "Es una mezcla de emociones.
La sorpresa aún no se me ha curado", reconoce Irene Vallejo sobre el inusitado respaldo de los lectores, lo que también se refleja en la traducción de El infinito en un junco a casi cuarenta idiomas y en más de un millón de ejemplares vendidos. "Sigo perpleja y un poco incrédula de que un ensayo sobre humanidades, sobre clásicos y sobre historia haya podido tener este recibimiento", confiesa.
Luchas y conquistas Difícil determinar la clave del éxito, pero en su ensayo se proponía, precisamente, mostrar cómo a través de la historia la lectura ha ido expandiendo su alcance. "Lo que yo he contado es cómo al comienzo los libros eran el patrimonio de los aristócratas, de los reyes, de los faraones, de los emperadores y de los colegios sacerdotales, y cómo hemos conseguido, trabajosamente, a lo largo de los siglos, con mucho tiempo y a costa de muchas pequeñas conquistas, ponerlos al alcance de la mayoría. La misión no está terminada, porque aún hay territorios, barrios y sectores sociales a los que no llegan, pero evidentemente se ha avanzado muchísimo", declara.
Y recuerda con precisión el momento en el que nació la idea de El infinito... "Cuando voy, gracias a una beca pública, a estudiar a Florencia, me dan acceso a la biblioteca de los Médici, que para mí representa todo el privilegio, todo el lujo, todo el exclusivismo, y entonces me ponen en las manos un libro nacido para esa familia.
En ese momento ya no es solo el placer de acariciar un manuscrito auténtico, sino darme cuenta de todo el trayecto histórico desde que la familia Médici encarga ese manuscrito de Petrarca, hasta que llega a mis manos". La historia se cruza entonces con su propia biografía. "Todas esas luchas, todos esos logros, para que ese libro, que había nacido para un nicho de privilegio, esté en manos de una joven estudiante, becada, de Zaragoza, cuyas abuelas no pudieron acceder a la universidad por ser mujeres y por la guerra civil. Esa fue para mí una revelación de que la historia de ese libro, que es la historia codicológica, arqueológica, cultural, también es una historia personal.
No estamos hablando solo de paleografía, de tipos de letras, de materiales, sino también de lo que los libros han significado en las vidas de las personas". --Quizás ahí está el secreto de su éxito, porque cada lector tiene su propia historia. --Exactamente. No solo su historia de encuentro con la lectura, sino también la historia familiar. Cuántos de nosotros estamos a una, dos o tres generaciones del analfabetismo y de personas que no pudieron estudiar. Para mí esa es la clave: que nadie quede excluido de la lectura y del acceso a los libros teniendo la inquietud del conocimiento. En lo que tenemos que concentrarnos es en no perder a nadie por el camino. No pensar en los que tienen la oportunidad y no la utilizan, sino en los que no la tienen.
Para mí es importante crear las oportunidades, no la imposición. --Usted habla de la lectura como resistencia. ¿Al olvido, en primer lugar? --En El infinito en un junco me interesaba toda la historia de los materiales que hemos utilizado para escribir, desde el barro en Mesopotamia hasta la luz en los libros electrónicos. Es interesante darse cuenta --También rescata el aporte de las mujeres al lenguaje narrativo, que viene de su trabajo manual. --Exacto. La relación etimológica entre textil y texto y todas las metáforas que sostienen el lenguaje tradicional con el que hemos hablado de la creación literaria, de la construcción narrativa.
Como la labor de tejer, de bordar, del telar, ha sido tradicionalmente femenina, a mí me parece muy interesante la hipótesis de que esas mujeres que se reúnen para fabricar la ropa del clan o de la familia, pues al mismo tiempo estén contando historias. Entonces la metáfora nace muy naturalmente; el hilo del argumento, la trama, el desenlace, el nudo, estamos llenos de esas metáforas, incluso en X (ex Twitter) hablamos de hilos.
Me pareció interesante rescatarlo, también como una manera de dignificar el trabajo de las mujeres y ver cómo efectivamente tejer y bordar han creado un imaginario. --¿ Cómo es que el lenguaje, que es más bien masculino, ha recogido estas metáforas? --Las metáforas viajan de una manera muy libre una vez que se han construido. En la medida en que esa actividad narrativa probablemente se considerase algo menos importante que la política, que la guerra, que las actividades masculinas, podía permanecer en el ámbito femenino.
Hay un momento en el que esas historias pasan a manos de los bardos y en toda la tradición de los aedos griegos solo se mencionan hombres, porque las mujeres no podían viajar solas, ir de pueblo en pueblo, de aldea en aldea, de palacio en palacio, contando su repertorio de historias. El ámbito de las mujeres queda en la lírica, el canto con la lira. La historia va estableciendo, reconfigurando los espacios en los que cada uno encaja de acuerdo a las posibilidades y a las limitaciones de cada época.
Enheduanna antes que Homero En su investigación, Irene Vallejo fue sorprendida precisamente por una mujer. "Mil quinientos años antes de Homero, Enheduanna, poeta y sacerdotisa, escribió un conjunto de himnos cuyos ecos resuenan todavía en los Salmos de la Biblia. Los rubricó con orgullo", escribe en El infinito... "Me pareció maravilloso descubrir que el primer texto firmado de la historia es obra de una mujer y que prácticamente nadie conocía esa información", señala. Y se pregunta "cómo es posible que, teniendo un papel tan importante, de ser el comienzo del yo en la literatura, de la autoría consciente y reivindicada, no figure en nuestros libros de textos. Y en cambio figure Homero, que es un misterio, una sombra, ni siquiera sabemos si es una única persona, si existió, o si se llamaba así.
Homero es un enigma, pero hemos preferido colocar el punto de partida en ese personaje del que no sabemos nada y ocultar y orillar a una mujer de la que tenemos información sobre su biografía". Autora de las novelas La luz sepultada y El silbido del arquero, así como de recopilaciones de sus columnas publicadas en El País y en El Heraldo de Aragón, entre otros libros, Irene Vallejo también escribió un Manifiesto por la lectura, breve pero estimulante y esperanzador.
En parte de él dice que a los libros se llega como a una isla. --Es una isla, pero también creo que la lectura es un acto profundamente colectivo --señala--, porque nos pone en contacto con otras realidades, con otras mentes, con otras inquietudes.
No quiero decir que leer consiga estos resultados automáticamente, hay personas que leen y no por eso se vuelven más empáticas, pero tiene la potencialidad de sacarnos de estas burbujas en las que las redes sociales, los buscadores, internet tienden a envolvernos, esa burbuja que nos suministra todos los contenidos para que confirmen nuestras ideas. Al libro no le importa quiénes somos, no busca halagarnos; nos pone en contacto con aquello que es complejo y en ese sentido es un reto.
MARÍA TERESA CÁRDENAS MATURANA `` Para mí, la clave es que nadie quede excluido de la lectura y del acceso a los libros teniendo la inquietud del conocimiento". `` Ahora puedo realizarme, puedo expresarme y tengo un abanico de oportunidades que no tenía antes.
Yo lo vivo con mucha gratitud". FRANCISCO JAVIER OLEA EL INFINITO EN UN JUNCO Irene Vallejo DeBolsillo/Siruela, 453 páginas, $16.000 ENSAYO `` (Este libro) es una reivindicación de las mujeres como portadoras de memoria, como educadoras". `` Las metáforas viajan de una manera muy libre una vez que se han construido". ENTREVISTA Épica de la lectura.