Filósofas a contramano
Filósofas a contramano L a filosofía tiene algo de iluminación, o eso dicen los filósofos, como quien enciende la luz en un cuarto oscuro. Uno de los mitos fundantes de esta disciplina cuenta que los seres humanos vivimos en una caverna, encadenados, aunque sin saberlo; miramos hacia el fondo, como hacia una pantalla, donde se proyectan unas sombras. Ya que es todo lo que vemos, creemos que esa es la realidad. No nos damos cuenta de que a nuestras espaldas hay un fuego y unas personas que cargan las figuras que se proyectan. Hasta que alguien, a la fuerza, nos saca de nuestra prisión y nos hace ver la escena que ignorábamos. No es todo. Luego esa persona nos arrastra hacia fuera de la cueva, a la luz del día, donde veremos el mundo real y el sol que lo ilumina. Ese es el filósofo, dice Platón, el que ha salido de la caverna, el que ve la luz, la verdad. O sea, que la filosofía tenga algo de iluminación supone que exista la noche, que haya una pieza oscura que requiere de una luz o al menos de un chispazo que nos permita ver algo. De hecho, en el mito platónico, el filósofo debe regresar a la caverna y tendrá que volver a acostumbrarse a esa oscuridad, a las luces y sombras.
La pregunta es, entonces, ¿puede haber filosofía sin penumbra, sin misterio? "Cuando los jóvenes volvieron de la guerra, con sus métodos analíticos y su desdén por el misterio y la metafísica, nuestras cuatro amigas estaban listas para recibirlos con un «¡ No!» exclamado al unísono". Quienes escriben son Clare Mac Cumhaill y Rachel Wiseman, académicas y filósofas, una en la Universidad de Durham, la segunda en la Universidad de Liverpool, y coautoras de "Animales metafísicos" (Anagrama), un ensayo y crónica dedicado a "Cuatro mujeres que hicieron renacer la filosofía", según dice el subtítulo, y disponible desde hace algunas semanas en Chile. Esas mujeres son las filósofas, formadas en la Universidad de Oxford, y amigas entre ellas, Mary Midgley, Iris Murdoch, Elizabeth Anscombe y Philippa Foot.
En diciembre del año pasado, un mes antes de la aparición en España de "Animales metafísicos", la editorial Shackleton Books publicó "El cuarteto de Oxford", otro título dedicado a este grupo, en particular a cómo revolucionaron la ética; escrito por Benjamin J. B Lipscomb, profesor de filosofía en el Houghton College de Nueva York, el libro puede comprarse a través de internet.
La guerra que mencionan Mac Cumhaill y Wiseman es la Segunda Guerra Mundial y el "¡ No!" de las filósofas apuntó contra la empresa de reducir la filosofía, probablemente hasta su desaparición, a análisis lógicos, lingüísticos y científicos.
Y dejar de lado, por incomprobables e incontestables, por oscuras y absurdas, cuestiones como el sentido de la vida, la belleza, la verdad, el bien y el mal, la existencia del tiempo, Dios o la libertad. "Iris Murdoch señaló que los filósofos franceses y británicos parecieron reaccionar de maneras muy distintas a la realidad posterior al nazismo. La experiencia francesa de la ocupación marcó la filosofía y la literatura de posguerra. La filosofía de JeanPaul Sartre exploraba las implicaciones morales y políticas de la libertad", apuntan las autoras, "sin embargo, los británicos no sufrieron una crisis parecida.
En vez de eso, cuando en 1945 los hombres de Oxford volvieron del frente, se remangaron y reanudaron su trabajo donde lo habían dejado". Querían continuar con la disolución de la filosofía, o del lastre de la metafísica: "Se declaró que no había auténticos problemas filosóficos y que las cuestiones que no podían ser objeto de investigación científica eran incómodos embrollos de confusiones lingüísticas". Eran, podríamos decir, filósofos que se negaban a regresar a la caverna. Que no querían desviarse del claro y objetivo camino de la razón, del cálculo y la eficiencia. Por tanto, tampoco había lugar para asuntos personales, siempre una banalidad frente al pensamiento. Un afán que, en todo caso, no es exclusivo de los empiristas lógicos, sino que acompaña a la filosofía occidental en sus 2.500 años de historia.
En 1953, Mary Midgley grabó una charla para la radio de la BBC en la que dijo: "Prácticamente todos los grandes filósofos europeos fueron hombres solteros". El programa nunca se transmitió, pues, para el productor, ese comentario era "una intrusión trivial e irrelevante de los asuntos domésticos en la vida intelectual". Una vida diversa ¿ Es trivial la vida doméstica, la intimidad? Nietzsche dijo que importaba menos qué decía una filosofía o una idea, que quién la decía. Quizás exagera, tal vez ambas cuestiones importan.
Es lo que creía Midgley: "Mary sostenía que el solipsismo, el escepticismo y el individualismo característicos de la tradición filosófica europea no se encontrarían en una filosofía escrita por personas que hubiesen mantenido amistad íntima con cónyuges y amantes, se hubiesen quedado embarazadas, criado niños y disfrutado de una vida diversa, rica y plena". Wittgenstein, en la década de 1920, había escrito que de lo que no se puede hablar es mejor callar; unos interpretaron eso como una negación de la metafísica y quisieron hacer del lenguaje y el pensamiento algo preciso, unívoco.
Otros, y otras, quizás más en línea con cierto aspecto del propio pensamiento de Wittgenstein, se dieron cuenta de que lo humano se jugaba del lado de lo que, aunque se supone hay que callar, no podemos sino hablar. "Animales metafísicos" cuenta la historia, o sea, las experiencias, ideas y circunstancias, la amistad de cuatro filósofas inglesas que creyeron que había que volver a preguntarse por los asuntos poco claros y sinsentido de la vida, en particular por el bien y el mal, porque sabían que la vida y entonces la filosofía se juega en la caverna, no a pesar de, sino porque es oscura.
Reseña Filósofas a contramano JUAN RODRÍGUEZ MEDINA ANIMALES METAFÍSICOS Clare Mac Cumhaill y Rachel Wiseman Anagrama, traducción de Daniel Najmías, 2024,468 páginas, $28.000 FILOSOFÍA En "Animales metafísicos", de Clare Mac Cumhaill y Rachel Wiseman, se cuenta la historia de cuatro pensadoras inglesas que, luego de la Segunda Guerra Mundial, y contra el dominio del positivismo, volvieron a hacer metafísica.. - - -