Autor: Patricio Maureira Rojas
Cronología de una tarde de verano
Cronología de una tarde de verano Patricio Maureira Rojas El Regalo de la vida, en pocas palabras Cronología de una tarde de verano Cristian Alegría es profesor de Educación Física, con vasta experiencia en su área y actualmente dedicado a trabajar en el tema de metabolismo energético y alimentación saludable.
Nos presenta una vivencia personal relacionada con la valoración de la vida y cómo vivir cada momento del presente. "En las calles de Talca rondan los 35 C, en esta calurosa tarde de verano; sin embargo, al ingresar a la sala de urgencias el frío cubre cada rincón. Alrededor de ocho camillas, cada una manteniendo la firme esperanza de vida de sus tripulantes. Sonidos extraños, quejidos, pequeñas luces de colores y aparatos electromédicos me dan la bienvenida, y casi coordinadamente ocupo el único lugar disponible que quedaba. La sala ya estaba completa, y de inmediato me siento uno más de ellos.
Solo un par de minutos me bastaron para recorrer con mi vista todo el espacio; una docena de profesionales con uniformes de variados colores, algo así como carnavalesco, no me molesta en lo absoluto, pues el color es arte, el color es entretenido, el color es vida... Mientras una TENS realiza maniobras con la vía de mi brazo, me doy cuenta que a solo unos centímetros junto a mi camilla, se encuentra tendido un hombre de avanzada edad; solo una sabanilla cubre su pelvis y sus genitales, demacrado y cuyo crítico estado de salud era fielmente reflejado por sus atenuados, agudos y prominentes huesos. Unos instantes, y el alma de este noble abuelo, intenta decir algo casi susurrando... Don Pedro, quédese tranquilo viene luego el kine, replica una TENS. Ya encuentro una razón a mi angustiada espera, se llama Pedro. El reloj de la sala marcaba las 15:25; y el ahora don Pedro ocupa toda mi atención y preocupación. Busco otras alternativas para mi mente, sin resultados. El estado de salud de Don Pedro, cala y rompe mi alma. Media hora más tarde, don Pedro entre respiraciones entrecortadas y jadeos propios de un visible fallo respiratorio, intenta consumir quizás sus últimas bocanadas de oxígeno. De pronto, algo inesperado y extraño: don Pedro, extiende uno de sus brazos y realiza un ademán como marcando números de teléfono en la palma de su mano. Durante la próxima hora, y cada 7 a 10 minutos, don Pedro extendía su brazo e intentaba nuevamente marcar un número de teléfono. Pienso sin dudarlo, que aquel abuelo intentaba por todos los medios de comunicarse con alguien de forma desesperada.
Ya son las 17.25 horas, y al oír un "pitito" anormal del monitor de don Pedro, no le pierdo mirada y comienzo a observar con nostalgia como segundo a segundo don Pedro deja este mundo, mientras dedico y me despido de él, desde el fondo de mi corazón... Creo que ya estaba asumido, pues, los profesionales de la salud comienzan los preparativos. Siendo las 18.00 horas, llegan mis exámenes y ya estoy de alta. Abandono el recinto de la mano de mi esposa. Ya no soy el mismo; fue una tarde cruda y triste, pero es una realidad: La muerte.
Con lágrimas en los ojos, comienzo a relatar lo vivido a la mujer que amo, mientras miro al cielo y doy gracias a Dios, por estar aquí y ahora, por tener a alguien a quién decirle te amo, por sentir y sobre todo por vivir... Agradezco al alma de don Pedro todo lo que estremeció mi espíritu, pues, sin duda me hizo sentir más humano... Don Pedro Descanse en Paz... " Gracias Cristian por tu profunda reflexión, que remece la inercia que muchas veces no nos hace valorar a las personas que caminan a nuestro lado y menos aprovechar la vida que se nos ha regalado. Nos preocupamos de aquello que queremos alcanzar algún día y olvidamos vivir día a día.. -