Antonio Monasterio, compositor de Tiempos y Espacios
Antonio Monasterio, compositor de Tiempos y Espacios 1SICA LIBRE_ Antonio Monasterio, compositor de Tiempos y Espacios Sureño de nacimiento y porteño por adopción, ganó un reciente Premio Pulsar, por su álbum «Las furias y el mar» (2023). Es el cénit de una obra propia extendida a lo largo de una década, con profundidad musical, poética y reflexiva, que lo convierte en uno de los autores actuales más valiosos. Por_ Antonio Voland Lo Lo conocí en Turquía. Quedé maravillado con su sonido, la música en las mezquitas, el llamado al rezo en las mañanas.
Me relacioné mucho con ese sonido en la ciudad, ciudad, y como había hecho antes en Valparaíso, en Estambul también salí a caminar, escuchando lo que pasaba, viendo a la gente”, dice el compositor y multiinstrumentista Antonio Monasterio (1987), en referencia no sólo a esa ciudad tan impresionante que definió un rumbo musical para él, sino al sonido de las cuerdas del oud. “En ese mundo, el oud es como la guitarra para nosotros. Está en muchos lugares, ves a personas en la calle con el oud. Es un instrumento instrumento de madera, sin trastes y con clavijas a presión. Tiene cinco cuerdas dobles y una cuerda grave suelta, además de una caja de resonancia resonancia como una sandía. Se usa melódicamente”, relata el músico. A su regreso a Chile, tuvo que esperar un poco más para tener uno de esos instrumentos en sus manos, el cual aparece en una fotografía muy conocida suya. “Tomás Carrasco (músico del primer grupo de Antonio Monasterio) me trajo un oud cuando fue allá a estudiar el ney, una flauta turca tradicional. Esos dos instrumentos están en el disco «Centro y periferia», publicado en 2018. Pero después esa formación que tenía mucho de músicas del mundo, se disolvió porque los integrantes tomaron caminos distintos. Tomás Carrasco y Moa Edmunds viajaron a Nepal y formaron el grupo Ser o Dúo”, agrega Monasterio.
Nacido y criado en Panguipuffi, a orillas del lago donde él acudía para leer, escribir y tocar la guitarra en sus tiempos de adolescencia, adolescencia, es hoy uno de los compositores chilenos de fusión con un estatus estatus mayor. Radicado en Valparaíso desde que era estudiante en la U. Católica, acaba de obtener el Premio Pulsar en la categoría de Fusión por su segundo álbum, «Las furias y el mar» (2023). Se trata de una pieza profunda, que reivindica la creación en esta estética.
Una música revelada en una trama sonora muy compleja, de riqueza narrativa, con espacios abiertos a la construcción colectiva de la obra y con la exigencia técnica que requieren sus intérpretes, los músicos del conjunto que él denomina Antonio Monasterio Ensamble. Ensamble. “La música aquí es libre, por eso el grupo lo llamamos ensamble. Yo no soy el solista sino una de las seis partes del mismo”, define.
Bajo el sello Mescalina, el ensamble incorpora músicos de fusión y de jazz e innova en la utilización de dispositivos electrónicos y efectos, octavadores, reverb, o de/ay, que vienen a alterar el sentido orgánico del conjunto, con guitarra traspuesta, piano, saxofón tenor, fiscorno, chelo y contrabajo. “Siempre he buscado contar con más tiempo que con más trabajo. Un disco puede tomar dos años en concretarse. Yo paso mucho tiempo tiempo caminando por los cerros, voy harto al terminal de buses frente al Congreso. Elijo los lugares de paso.
Me meto al metro de Valparaíso, que no es subterráneo, y me quedo en las estaciones mirando a las personas, viendo qué pasa, salgo a la calle a pensar, selecciono lecturas o películas para ver y después reflexionar. Todo eso va teniendo una relación final con la música, que es el medio que encontré para crear. Me gusta la idea de hacer arte, esencialmente”, describe Monasterio. Un elemento central La música de Monasterio comenzó a tomar una forma más delineada durante esos tiempos universitarios en el Valparaíso de 2007. Allí integró el grupo Ajayu, un proyecto que continuaba la línea de conjuntos de fusión de los 90, como Transiente en Valparaíso, o Entrama en Santiago. Los discos «Ajayu» (2012) y «Grieta» (2018) dejaron ese primer testimonio de creación en la que confluían la música de cámara y el folcior latinoamericano. La mano de Monasterio como compositor comenzó a aflorar por entonces, aunque fue luego con su primer álbum solista, «Centro y periferia» (2018), que esa cualidad creativa se consolidó.
La producción salió en paralelo al segundo trabajo de Ajayu, y como su estreno frente al ensamble que lleva su nombre, Antonio Monasterio Monasterio hizo del oud ese instrumento que lo había cautivado en un viaje por Turquía un elemento central en la música. “Todas las obras que escribo para un disco tienen un sentido conceptual. conceptual. Giran alrededor de una idea que va tomando distintas formas. En «Centro y periferia», esa idea fue la del territorio. En cambio, para «Las furias y el mar», trabajé con la idea de la violencia, o las distintas violencias. Escribo ciertos guiones para cada obra y sobre la manera en que se van desarrollando. En la música de este disco se habla de violencia social, violencia política, violencia en las infancias. Son un montón de tópicos de reflexión que luego generan una composición. composición. Ya estoy trabajando en un nuevo disco”, dice. También tiene un concepto central? “El dolor”. l.