Pactos para el futuro
Teo Gonzalo Cowley P.
A lucha por el poder es legítima y necesaria en cualquier sociedad democrática, y es ciertamente deseable la formación de mayorías amplias y minorías con voz que hagan el necesario contrapeso a quienes conducen momentáneamente los destinos de la república. Dicho esto, a propósito de las personas y personajes que se mimetizan en tiempos electorales, de lo que se trata es de construir relatos amplios, generosos y constructivos que nos ayuden a ser mejores. Ni menos ni más que eso. Si nuestras dificultades son públicas y notorias, la tarea de abordarlas debe hacerse no solo para todos, sino con todos; las posiciones de trinchera poco ayudan.
Es más, si la idea de la provisión de bienes públicos para asegurar la cohesión social y la inclusión está determinada por la polarización, lograr la intersección entre las convicciones de mayor crecimiento, inversión y generación de puestos de trabajo, con esa otra demanda de nivelar la cancha social, cultural y económica, el desafío es cuesta arriba.
A propósito de la discusión parlamentaria en torno al presupuesto, hay prioridades que uno esperaría se resolvieran con criterios de largo plazo, que permitan abordar dolores de la sociedad chilena que están en la base de la dignidad humana y de la proyección de la vida en común. En tiempos electorales, ello debería asomar en la construcción de pactos en materías que el diagnóstico contiene evidencias irrefutables, y las convicciones que se declaran en campañas tienen base sólida. Ejemplos hay muchos, partiendo por nuestro sistema de seguridad social y pensiones. Y hay muchos más, y cómo no existen varitas mágicas ni atajos posibles, pactar agendas es el mejor modo de asegurar con responsabilidad el destino del país. Pactar es asegurar al menos, mínimos comunes que podamos compartir mayoritariamente. Retención escolar, atención de salud, participación y formación cívica, campamentos, corrupción, crecimiento, empleo e inversión, innovación e inteligencia artificial, desarrollo urbano, prevención e integración social para enfrentar los desafíos en seguridad, entre otros. La agenda es larga y el tiempo pasa muy rápido para desperdiciarlo parapetados tras una versión de nosotros mismos. Rigor, propuestas, voluntad y vocación de acuerdos para que la dignidad se haga costumbre y logremos anticiparnos a los desafíos de un futuro cada vez más presente.