El último sobreviviente de la Esmeralda que vivió en Antofagasta
El último sobreviviente de la Esmeralda que vivió en Antofagasta El último sobreviviente de la. s Esmeralda que vivi en Antofagasta Historia, El 21 de Mayo contado por Wenceslao Vargas, grumete de la corbeta Esmeralda. Vargas, grumete de la corbeta Esmeralda. Rodrigo Cameron Castillo, Pdte.
Los Viejos Estandartes Antofagasta amayor gesta anivel naL cional en el mar es la que ocurre con nuestros valientes marinos en la Guerra del Pacífico, específicamente el 21 de mayo de 1879 entre el blindado Huáscar y la corbeta Esmeralda, sin dejar en el olvidoala gran hazaña de Carlos Condell y sutripulación con la pequeña Covadonga haciendo encallar ala también blindada Independencia en Punta Gruesa. En junio de 1905, por las polvorientas calles de Antofagasta, caminaba don Wenceslao Vargas quién fue grumete delagloriosa corbeta Esmeralda bajo las órdenes de nuestro héroe nacional don Arturo Prat Chacón. Quizás pasando desapercibido entre la gente como un gran héroe, por esa época don Wenceslao realizaba trabajos de jornal barretero en la pampa cercana a Antofagasta. El día jueves 15 de junio de 1905sedirigió ala oficinaderedacción del diario El industrial para pagar su suscripción al para pagar su suscripción al "Nací en La Serena. El 79 tenía 18 años y estaba en el Callao. Al día siguiente de la declaración de guerra, me embarqué para Chile con el fin de enrolarmea la Marina y en Iquique entré como grumete ala Esmeralda". diario. El periodista estaba atendiendo adon Tirifilo quién era un vecino quese encontrabaretirando una suma de dineroenlasoficinas. Al despacharlo, ingresa anónimamente el nuevo cliente. El periodista del diario El Industrial nos cuenta lo siguiente: ¿ El señor Administrador? Yolo puedo atender. Vengo a renovar mi suscripciónaEl Industrial. Perfecto señor.
Solo hoy he podido bajar de la oficina para renovarla y siento¡ tanto! No haber podido leer algunos ejemplares en que se hablaría de la guerra. ¿Le ha interesado mucho? ¿ Le ha interesado mucho? Continuaran llegando cablegramas importantes sobre los arreglos de paz.
A mí solo me han preocupadolas batallas navales y no es extraño, la cabra tira pa'l monte. ¿Hasido usted marino? ñor, dela Esmeralda ¿ Dela que fue vendida a pón? No, de la de Iquique Ah!... de la Esmeralda de Iquique!.... ¿su gracia señor? Wenceslao Vargas Conese breve dialogo el periodista queda extasiado, ya quetfrentea él tenía a un verdadero héroe, uno de los pocos que quedaban de aquella gloriosajornada. Dos horas más tarde volvería alasoficinas del diario El Industrial don Wenceslao para contar su historia. El periodistalo describe de estatura mediana y faz morena nada raro en ese momento si era un trabajador dela pampa nortina, deojosclaros y expresión tranquila. Wenceslao era un hombre joven aún de 44 años, de palabras, maneras sencillas y humildes.
Se le veía como un pacífico obrero, metódico, encariñado consu mujer y bueno para ser siempre consecuente con sus amigos y compadres, no para héroe. "Pero asíson estos diablos, noble y sublimes rotos de Chile", asílo describe el periodista quelo estaba mirando, por su humildad simplemente veía una persona normal y delacalidad de héroe queera. Como lo había prometido, Vargas vuelve ala imprenta de El industrial, esta vez lo hacía consus medallas comossifuera necesario presentarlas para quele creyeran que había sido compañero del comandante Prat. Los muchachos allí prePrat. Los muchachos allí prePrat. Los muchachos allí prePrat.
Los muchachos allí preDN DN WENCESLAO VARGAS ES RECONOCIDO COMO EL ÚLTIMO SOBREVIVIENTE DE LA TRIPULACIÓN DE LA ESMERALDA. sentes lo miraban con asombro al presentarse con todas sus preseas de héroe colgadas en su pecho, prendidas a llamativas cintas de raso y con la insuperable belleza de los tres colores patrios. Wenceslao toma asiento y comienza a contar sobre el Combate Naval del cual fue participe: "Nacíen La Serena. El79tenía 18 años y estaba en el Callao. Aldíasiguiente dela declaración de guerra, me emb: qué para Chile con el fin de enrolarme ala Marina y en Iquique entré como grumete a la Esmeralda. Cuando la escuadra partió hacia el norte y quedamosla Covadonga y la Esmeralda en Iquique, rabiábamos los niños. Buen dar hermanito nos decíamos unos con otros, nos ha dejado aquí porque no servimos pa naa. De pelear, no teníamos ni esperanzas. Y así, pasábamos, muy bien sí, porque mi comandante Prat, era una dama; lo queríamos como a una niña bonita y era muy re"bueno el hombre; pero lo creíamos cobardón, esosí. El 21 de mayo como alas cinco dela mañana, la atmósfera estaba despejada, se vieron dos humos al norte. Buques nuestros mos al norte. Buques nuestros mos al norte. Buques nuestros son, dijeron losmuchachos. Pero cuando los humos se iban viendo mas cerca, el tope dice: son el Huáscar y la Independencia, y lediocuentaal oficial deguardia. Este fue enelactoa la cámara del comandante. ¡Ahora sí que vamos a pelear! Decía lo más contenta la tripulación. Muchísimos creían que nos íbamos a tomar al Huáscar. Pero yo quelo había visto enel Callao... Arturo Prat, lo primero, dioorden desecar la cubierta que habíamos empezado a lavar, como siempre a las cuatro dela mañana. Cuando estuvo el buque bien aseado, sellamóa almorzar ala gente. Y después, todos a ponerse su ropa de parada. Pero si Prat estaba con esa calma interrumpe el periodista a Vargas, la tripulación no estaría toda tranquila, puesto quese acercaban los buques peruanos. ¡Qué! Señor. Usted nosabe lo que eran esos peines. Yo vi a tres marineros queseafeitaronantes de vestirse. Y cuando todos estábamos vestidos era de ver alosrotos lo más entallados; ni uno había quedado sin peinarse y arreglarse lo más que pudo.
Entonces fue cuando, estando todos en cubierta, mi comandante en cubierta, mi comandante en cubierta, mi comandante habló: Muchachos dijo, teniendo apoyada la mano izquierda enla empuñadura de la espada, muchachos: el combate va aser desigual, pero la bandera chilena no se ha arriado jamás enla tierra ni en el mar.
Mien1rasyovivaflameará al tope ysi yo muero, mis oficiales y todos ustedes sabrán cumplir con su deber. ¡Hurra! ¡Hurra! ¡Hurra! Y ¡ Viva Chile! Fue el grito que atronó la rada de Iquique, al terminar sus palabras mi capitán Prat, grito que parecía salido de un solo hombre que tuviera pulmones de toro. Había enla Esmeralda dos banderas: una que se usaba diariamente y otra más fina y grande. Esta fuéla que izamos entonces. La brisa la hacía ondular en su ascenso y subía y subía envolviéndose y desplegándose como nerviosa desubir más luego. Y el cielo, clarito. Y el sol alegre, risueño, como sonriendo de verla subir, a la querida bandera. Enla punta del mesana fue agitada gozosamente por el viento. Después se desplegó serena y orgullosa. Mi capitán Pratse pusoal habla conel capitán Condell. Cada uno de nosotros en su puesto.
Los buques peruanos estaban. - - - - - El último sobreviviente de la Esmeralda que vivió en Antofagasta "El Huáscar se preparó para el segundo espolonazo y lo recibimos disparando de un golpe todos los cañones, al mismo tiempo que cumplían la orden de abordaje dada porel comandante, el teniente Serrano y doce marineros". ya cerquita. El Huáscar hizo el primer disparo, que fue a tapar de agua la popa de la Covadonga. Y siguió el fuego. ¡Que era lindo aquello, señor! Muchas de las granadas del Huáscar pasaban por alto, Temían apuntar a las baterías peruanas de tierra. Nosotros contestamos desde el primer momento, Pero era contra náaa. Los disparos nuestros daban en el blanco, pero no podían hacer mella en las planchas de acero de que estaba protegido el monitor. A las ocho y cuarto de la mañana había empezado el combate. El primero delos nuestros que cayó fue un fogonero. Lo mató la artillería de tierra. ¡Que rabia da la sangre que chorrea del cuerpo de un hermano! Parece que desde ese momento ya no eran hombres los muchachos de la Esmeralda: eran tigres. Y luego la cubierta empezó a teñirse más y más de sangre chilena.
Y con tanta furia, con tanto coraje, con tanta bravura nada, ¡nada podíamos hacer al enemigo! En esos momentos Vargas movía la cabeza a impulsos de una extraña fuerza que quizás era de ira o impotencia, nos cuenta el periodista. Como se refrescaban esas imágenes en su cabeza nuevamente después de 26 años. Los muchachos que escuchaban atentos Vargas miraban con ojos desmesuradamente abiertos como diciendo ¿ no haber estado yo allí?, el veterano proseguía: Ya las máquinas estaban completamente inútiles; el buque sin gobierno. Pero quedaba pólvora. ¿Y qué, pues? Cabriolas hacían por el aire los brazos, las cabezas, las piernas de los compañeros que eran destrozados por las granadas y la artillería enemigas. Más perros nos poníamos nosotros. Esa tenacidad dela Esmeralda en seguir un combate imposible, era para sacar de paciencia a los santos. Entonces el Huáscar arremetió al espolón. Iban ya transcurridas como Iban ya transcurridas como Iban ya transcurridas como tres horas de pelea. De hachazo vino aquel bruto encima de nosotros y apenas mi comandante Pratgrita "Al abordaje, muchachos" izas!, el espolonazo y las descargas del polonazo y las descargas del polonazo y las descargas del dejaron. Pero Arturo Prat había saltado a la cubierta del buque enemigo con mi sargento Aldea.
Ahí vimos al comandante que nos parecía una dama, ahí lo vimos en una mano la espada, en la otra el revólver, el humo y el viento azotando su frente y queriendo atajarlo inútilmente a él que con su mirada de león cubría como con el horror de una granada al Huáscar y lo hundía solo al golpe del taco de su zapato. Sonó una descarga cerrada de fusilería peruana y vimos caera Arturo Prat y cerca de él, al sargento Aldea. La Esmeralda sin gobierno y roto el casco, hacía ya bastante agua.
El Huáscar se preparó para el segundo espolonazo y lorecibimos disparando de un golpe todos los cañones, al mismo tiempo que cumplían la orden de abordaje dada por el comandante, el teniente S rrano y doce marineros. El combate duró poco más. Us tedes saben el resto de la hi toria y el pobre grumete que les habla no podrá referirlo sin derramar algunas lági mas. Yo vi cuando el comandante Grau hizo arriar botes para recoger a los sobrevivientes.
Yo estuve en la popa del Huáscar con mis otros compañeros cuando uno de los muchachos por mal nombrelo llamaban el tonto se fue al timón para gobernar el buqueatierra y vararlo (los cholos lo agarraron a culatazo: Yo vi después cuando llevaron el cadáver de Prata tien tapado con una lona. Y vi cuando bajamos con él, los muelles llenos de gente, repletos de gente. Las cholas con sus ojos negros parecían tener algún respeto, pero los hombres no. Fruncidos y con sus vocecitas de flauta nos decían al pasar: Miren puis, ¡estos chilenos bandidos! Puís, se venían a comer el pan del Perú estos bandidos puis. En Iquique estuvimos p! hasta que, meses más tarde, después de la batalla de Dolores, un bote del Cochrane fuea buscarnos, nos embarcamos y volvimos a Valparaíso. Después yofui marino del Huáscar chileno y vi morir a Thompson.
Tengo una pensión de diez pesos mensuales y cada vez que paso por Iquique bajo a depositar una corona en el busto de mi capitán Prat. 03 busto de mi capitán Prat. 03 busto de mi capitán Prat. 03 busto de mi capitán Prat. 03 busto de mi capitán Prat. 03 busto de mi capitán Prat. 03 busto de mi capitán Prat. 03 busto de mi capitán Prat. 03 busto de mi capitán Prat. 03 busto de mi capitán Prat. 03 busto de mi capitán Prat. 03.