Cartas: La opinión pública y el sistema de justicia
SEÑOR DIRECTOR: Eshabitual oír la expresión “la corte de la opinión pública" enseries de TV estadounidenses. La misma alude ala idea de que en casos de cierta magnitud hay realmente dos tribunales juzgando; lajustiylasociedad. Contodo, laopinión que la gente seforme deuncaso no tiene por qué serespontánea, sino quepuede serunobjeto de disputa, donde diversos actores tratan de controlarla. Nuestro másreciente ejemplo es el caso Hermosilla. En los últimos días, tras un comentario del Presidente Boric, se ha dadopieadiversas declaraciones cruzadas entre el defensor delimputado y ministros de Estado. Amenazas encubiertas, acusaciones deilegalidad y comparaciones en las trayectorias profesionales entre el abogado defensor y el ministro de Justicia empezaron a llenar las crónicas. No solo se han instalado nuevas polémicas entorno al caso, dirigiendo asílaatención hacia ciertostemas en desmedro de otros, sinoquetambién aparecieronactoresque pretenden dirigirel odenjuicio dela opinión públicapara obtener alguna ventaja, fuera tro del proceso. Ladisputa poresteespaciono es algo menor.
Así, las expectativas quelasociedadtenga delcaso serán directamente influenciadaspor las narrativas que se instalen, incidiendo en aquello quela sociedad considere es unresultado”justo”o “correcto”, cuestión quetiene diversas consecuencias, especialmente enunescenario donde elveredicto dela"corte delaopiniónpública” se aleje delarespuesta que nuestro sistema de justicia y tribunales puedan dar al caso. Dicha distancia en términos de expectativas puede tener efectos enuncaso particular, porejemplo, presionando parafavorecer ciertas interpretaciones jurídicas o para la toma de decisiones.
Pero también puede generar efectosque vayanmásalládelcaso, provocando costos en términos de prestigio de nuestras instituciones, al noproveerestasla respuesta que lasociedad estima"justa” o, incluso, con la introducción de leyes con “nombre”, paraasegurarqueen el futuro síse den los resultados que la gente apoya. Las narrativas que se instalen en la opinión pública sobre un caso particular no sonun fenómeno que debiésemosignorar omirarcon liviandad, porlasimportantesconsecuencias queestas puedengenerar. Debemos estaratentos aquienes pretendeninstalarlas y con qué objetivos. Claudio Fuentes Maureira Directordel Programa de ReformasProcesales y Litigación(PRPL)UDP.