Triple reto a la Iglesia del Vaticano II
Triple reto a la Iglesia del Vaticano II Ii Hace 6o años concluyó el Concilio Vaticano u. En él, la Iglesia se dio a sí misma una orientación evangelizadora de vastas proporciones.
Desde entonces, es posible evaluar cuánto ha sido fiel a ese propósito. ¿Ha cumplido con lo que se propuso? ¿ Lo ha hecho de un modo creativo? Se introdujo en la pastoral la necesidad de atender a los tiempos para anunciar el Evangelio de manera pertinente. Hoy se exige la revisión del rol de sus autoridades, la descentralización y una praxis cristiana que se haga cargo de la catástrofe ecológica. Jorge Costadoat Instituto de Teología y Estudios Religiosos (ITER), U. Alberto Hurtado El i8 de diciembre de 2025 se cumplirán sesenta años desde la clausura del Concilio Vaticano Ii.
Este año puede ser una buena oportunidad para revisar si la Iglesia católica ha observado las innovaciones doctrinalesy seguido el programa de acción que se impuso a sí misma en las cuatro sesiones que duró el Concilio. El aggiornamento o actualización que se quiso hacer fue de tal magnitud que una evaluación de lo que ha sucedido con los documentos y también de un nuevo modo eclesial de actuar, demandará mucha energía. Este artículo no hace esta evaluación. Se limita a señalar tres temas que pueden encuadrarlay encuadrarlay a sugerir lo que a futuro debiera ser priorizado.
El Concilio no constituye un cúmulo de constituciones y decretos, sino un acontecimiento que, además de los documentos documentos que produjo, consistió en que la Iglesia se diera un programa de acción abierto a los tiempos venideros. Los siguientes tres temas aparecieron por entonces como asuntos de distinta importancia e incluso germinales. Me refiero dicho apretadamente a la urgente urgente desacerdotalización del cristianismo católico, la desromanización de las iglesias regionales y la desantropologización de la espiritualidad. Hoy, después de seis décadas, han llegado a ser pastoralmente decisivos. Desacerdotalización de la Iglesia En la Iglesia católica, parte muy importante de la vida de los cristianos gira en torno a la persona del sacerdote. Está a la vista de todos que él celebra la eucaristía, la actividad más importante. Él, además, perdona los pecados, es decir, regula la posibilidad de comulgar en misa. El sacerdote bendice esto y aquello, personas y cosas, y celebra los demás sacramentos sacramentos o, en el caso del matrimonio, es testigo necesario.
El ministro principal en la Iglesia católica, si ponemos atención, es un «hombre sagrado». Él es el mediador del Mediador que es Cristo, actúa inpersona Christi y, por ende, exige o recibe un trato reverencial o preferencial. preferencial. Este modo de concebir al ministro se ha vuelto problemático. La crisis de los abusos sexuales del clero ha evidenciado que debe haber cambios mayores. Habría que alargarse mucho para explicar cómo Jesús, que no fue sacerdote, que fue asesinado por los sacerdotes que. Triple reto a la Iglesia del Vaticano II administraban la relación entre lo profano ylo sagrado, fue convertido en un modelo de autoridad, la sacerdotal, que el Nuevo Testamento dio por extinguida.
La Carta a los Hebreos los expertos no se cansan de repetirlo subraya que con Cristo terminan los sacrificios del Templo, pues el sacrificio realmente válido, ejecutado de una vezypara siempre, fue el de la entrega existencial de Jesús por amor. ¿Qué pasó? ¿ Cómo fue a darse esta adulteración del sentido del sacrificio de Cristo? Sin duda, la celebración de la eucaristía eucaristía se presta para recaer en prácticas precristianas.
En términos sumarios, advertimos que, envirtudde la teología latina, especialmente especialmente a partir de segundo milenio, la Iglesia acentuó la importancia de la respuesta libre al don de Dios cumplida por el hombreJesús, quien, en la cruz, en representación de la humanidad, ofreció su vida para satisfacer el honor de Dios mancillado por el pecado. La muerte vicariaysacrificial de Cristo adquirió tanta importancia como la perdió su vida, su anuncio del reino a los pobres, las causas de su asesinato, desacoplando esta muerte incluso de su resurrección. Pues bien, esta fue la cristología del tratado De Verbo Incarnato con que fueron formados los seminaristas antes del Concilio. Concilio. Después del Vaticano u los candidatos al presbiterado han conocido la cristología moderna del siglo xx mucho más histórica y, por tanto, han podido recuperar algo del Jesús profundamente humano de los evangelios. evangelios. Sin embargo, la mayoría de ellos han continuado siendo formados en el régimen tridentino, que les hace distinguirse de los demás. El Concilio de Trento hace quinientos años puso orden. Centralizó la formación, creó seminarios, estableció planes de estudio homogéneos y esperó que los candidatos al sacerdocio fueran ejemplares. El día de mafiana habrían de representar lo sagrado, lo perfecto, al menos visiblemente. El Vaticano u innovó en la dirección contraria.
En el decreto Presb yterorum ordinis quiso que los ministros fueran llamados «presbíteros» más que «sacerdotes» y les recordó que su misión prioritaria es anunciar anunciar el Evangelio (o 4). Por otra parte, y esto es decisivo, allanó la diferencia de estatus entre los ministros y los laicos.
En el capítulo capítulo segundo de Lumen gentium privilegió decididamente que la Iglesia según la más antigua tradición habría de considerarse a sí misma Pueblo de Dios, a efecto de lo cual el bautismo de los cristianos ha de tenerse como más importante que el sacramento del orden. El sentido de este, precisamente, consistiría en actualizar el cristianismo de todos los bautizados. cf. Albectvanhoye, Sacerdotes antiguos, sacerdote nucas: según el Nucas Testamento, sígueme, salamanca, sgg. 2 cf. Gules Routhier, «Les décrets Presbyterorum ordinis et Optutam totius», Resue slsíslogique de Lsusain 45 (zos. 5) 35-36; Bernard sesboüé, uNo tengdis miedo! : los ministerios en lotgleoio hoy, sal Terrue, Santander, sggB, 84-85. * r. Triple reto a la Iglesia del Vaticano II ¿ Qué ha ocurrido con este mandato conciliar? quede pendiente la respuesta. Lo que aquí interesa es considerar que una Iglesia sacerdotalizada se aparta del Vaticano Vaticano tI. La sacralización del cura enrarece o entorpece el cumplimiento de la misión evangelizadora. El papa Francisco, en contrario, contrario, aboga por una Iglesia sinodal en la que todos, como hermanos y hermanas, caminen juntos. Des-romanización de las iglesias regionales Otro asunto de gran relevancia es la necesidad necesidad de avanzar hacia una desromanización de la Iglesia en favor del desarrollo de iglesias regionales y locales. En la actualidad se experimenta experimenta una fuerte tensión entre Roma y las iglesias de los distintos continentes. No se trata de una mera lucha de poder, pues está en juego el legítimo derecho de los distintos pueblos a acoger el Evangelio en sus propias claves culturales. La expresión expresión cultural romana de la Iglesia católica es una entre otras posibles. La sede romana tiene la responsabilidad de la unidad de la Iglesia. Cumple esta misión en términos culturales occidentales y no podría hacerlo de otra manera. Pero esta misión suya tan importante no puede seguir realizándose de un modo colonizador. El catolicismo eclesiástico romano exaspera a los católicos culturalmente diversos. Karl Rahner avistó esta tensión. Ofreció Ofreció una notable interpretación de lo ocurrido en el Vaticano iV. El teólogo alemán advirtió que en el Concilio se dio una circunstancia histórica inédita: ((Bajo la apariencia de un desarrollo obvio y gradual, ha tenido lugar algo así como un salto cualitativo. Su tesis es la siguiente: «[... ] el Concilio Vaticano II ha sido germinalmente la primera autorrealización autorrealización oficial de la Iglesia en cuanto Iglesia mundial.
El autor de esta tesis ofrece una división general de la historia de la Iglesia desde un punto de vista teológico: a) El judeocristianismo (etapa breve); b) el cristianismo tradicional occidental (grecolatino), (grecolatino), que conocemos hasta hoy, c) y el catolicismo que, de un modo incipiente, hizo su aparición oficial en el Concilio y que abre la posibilidad de un futuro distinto para la Iglesia. Estos tres períodos han tenido que ver con dos «cesuras» (cortes y nuevos comienzos). El primero de estos lo representa san Pablo. El Apóstol de los gentiles promovió, promovió, autorizado por la Iglesia en el llamado Concilio de Jerusalén, un cristianismo que no fuera necesariamente judío. Con Pablo se introdujo una novedad teológica en el modo de ser Iglesia. Esta se inculturó en la cultura del Mediterráneo.
La segunda cesura, según Rahner, consistiría en constituirse la Iglesia occidental en una «Iglesia mundial». Piensa el teólogo que, después del Concilio6, «ola Iglesia vey reconoce estas diferencias esenciales de las otras culturas, en el seno de las cuales debe llegar a ser Iglesia mundial, yde ese reconocimiento saca las consecuencias consecuencias necesarias con audacia paulina, o bien permanece como una Iglesia occidental, a fin de cuentas, traicionando de esta manera el sentido que ha tenido el Vaticano jj»7 ¿ qué viene? Se ha hablado de una reforma de la Curia. Si algo así perfecciona el gobierno romano de la Iglesia, será peor. Por el contrario, este esfuerzo de reforma pudiera gestionar una descentralización. Desantropologización del cristianismo Atendidos los signos de los tiempos, puede discernirse en estos un peligro inédito para la humanidad: el de su extinciónyla de cientos de miles de otras especies vivas. A diferencia de la catástrofe que terminó con los dinosaurios hace sesenta y seis millones de años, en esta oportunidad hay un ser viviente que algo puede hacer para impedir una desaparición a gran escala. Algunos llaman Antropoceno a la nueva era. Esta es una toma de conciencia de que el ser humano es el principal culpable de esta situación. situación. En la medida en que él mismo puede aún hacer algo por revertir este declive, habrá de promover otra civilización. Los cristianos han de ver, en esta conciencia de culpa y de responsabilidad, la acción del Espíritu. Este empeño exige de la Iglesia una nueva teología que allane el surgimiento de una nueva espiritualidad.
El papa Francisco llama a una ((conversión ecológica» (Laudato si 216-221). Se abre hoy al cristianismo una nueva etapa. ¿Por dónde empezar? Como en otros momentos de su historia, la Iglesia ha de revisar la inculturación realizada en su época. Esto significa mirar hoy cuáles pueden ser los límites de su modernización. La Iglesia tiene ante sus ojos un progreso moderno que debe discernir. Sería una locura echar por la borda la modernidad. Sin ella, no habrá solución al problema que enfrentamos. La modernidad ha elevado la condiciónyla dignidad humanas a cotas muy altas.
Piénsese en el desarrollo de la medicina, la salubridad y la salud física y psíquica; en la organización de la vida colectiva; en la democracia deliberativa y la formulación de los derechos humanos; en la creación de diversos modos de comunicación social; en la existencia cibernética de las últimas décadas. La lista de beneficios es enorme. Pero, recientemente y de forma tardía, caemos en la cuenta de que estas mejoras se han alcanzado a costos demasiado altos. La cienciayla técnica modernas, espoleadas por el capitalismo, nos han hecho creer que era posible un desarrollo infinito, como si la Tierra fuera una cantera ilimitada de recursos. recursos. El caso es que el planeta no da para más.
Atendidos los signos de los tiempos, puede discernirse en estos un peligro inédito para la humanidad: el de su extinción y la de cientos de miles de otras especies vivas.. Triple reto a la Iglesia del Vaticano II La crisis en curso hace aún más pertinente al cristianismo.
Hoy el Evangelio tiene que ser una buena noticia para los pobres en primer lugar y, en definitiva, para todos. verificar la salvación como liberación, como praxis profética contra la versión capitalista de la modernidad, la Iglesia de los pobres tendrá que integrar este avance teológico en una praxis también profética, y a veces martirial, favorable a un planeta que debe ser tratado como una Casa común. La crisis en curso hace aún más pertinente al cristianismo. cristianismo. Hoy el Evangelio ha de ser una buena noticia para el planeta. La Tierra es «el pobre»: la totalidad de los seres creados. La teología, en este contexto, puede aportar algo relevante, pero tendrá que desaprender. Me centro en un punto: así como la cristología se ha beneficiado del giro humanizador de la modernidad, ella debe dar un salto adelante. La cristología del siglo xx, en su relación con las ciencias modernas, experimentó una antropolización personaly social inédita. Suprincipal tarea será a futuro recuperary desarrollar la cristología cósmica del Nuevo Testamento y de los padres de la Iglesia. La cristología moderna se benefició de la crítica histórica de las fuentes que permitieron permitieron conocer al Cristo de los evangelios.
En la actualidad se pueden distinguir no sin esfuerzo aquellos hechos y palabras provenientes de Jesús de Nazaret, yrelacionar este conocimiento con lo que la Iglesia ha creído acerca de la Encarnación del Hijo de Dios. En el último siglo, por ejemplo, ha sido decisivo en este campo saber que el anuncio del reino de Dios deJesús fue su «programa» de acción. Un dato como este ha exigido relacionar relacionar su persona con el sentido ulterior de su vida y, en consecuencia, demandar de la espiritualidad cristiana una verificación del cristianismo en clave social.
Además, la cristología contemporánea, en diálogo con las ciencias sociales, ha indagado en los textos y el dogma de la Iglesia hasta concluir que la persona del Hijo de Dios fue una auténtica persona humana, alguien que no solo tuvo fe en Dios, sino que esta fe hizo de él el mejor de los hombres. Con estos avances cristológicos, la espiritualidad cristiana ha adoptado el término de «seguimiento de Cristo», tomándolo a él como modelo de crecimiento y de discernimiento según el Espíritu. Esta versión moderna de la espiritualidad espiritualidad y de la cristología cristianas, sin embargo, no basta. No podrá renunciarse a ella. Así como en la tradición de la Iglesia han quedado la cultura griega, la latina y otras más, la modernidad también ha de conservar su lugar.
Pero si la Iglesia no asume el desafío ecológico medioambiental, los límites de las inculturaciones anteriores le impedirán cumplir su misión de anunciar el Evangelio en términos comprensibles. ¿Cómo emprender un giro tan grande? La Iglesia cree que Jesucristo es el mediador y el realizador de la creación (Jn 1,3; Col i, 15-17; Apo 3,14). Una nueva cristología, cristología, y una consecuente espiritualidad, habrá de recolocar el seguimiento de Cristo moderno en la tradicional fe de la Iglesia en el Logos del Padre que ama a toda la creación y se encarga de cada una de las criaturas. La evangelización tiene por delante un campo de despliegue extraordinario. Lo advierte Bruno Latour: «El fin de la modernidad le permite a la Iglesia [... ] retomar su propia tradición, la de un Dios que se hace hombre. Un Dios que está en la Tierra, en la creación, que participa en esta creación como cotestigo cotestigo [.. j. La ecología es una oportunidad de apertura en el plano teológico»8. La Iglesia latinoamericana, además, cuenta con su «opción por los pobres» para, según Leonardo Boff, atender al grito de la Tierray al grito de los pobres.
El papa «franciscano» «franciscano» apela a la humanidad: «Los pobres y la tierra están clamando» (Oración final en Laud ato si). En la actualidad constatamos que las primeras víctimas de la crisis ecológica medioambiental son, otra vez, los pobres.
Si el cristianismo moderno del siglo xx quiso Conclusión El Vaticano u, además de actualizar la enseñanza enseñanza de la Iglesia, le confió la misión de anunciar el Evangelio, empleando criterios suficientemente amplios como para adaptarse adaptarse a los desafíos de los tiempos. De este modo, la fidelidad de la Iglesia al Concilio no consiste meramente en aplicar una doctrina doctrina de forma estática, sino en responder con creatividad a lo que el Espíritu le vaya inspirando. En consecuencia, la Iglesia, para cumplir su misión en contextos diversos, habrá de revisarse, ajustarsey transformarse unay otra vez. Este artículo ha señalado tres retos suficientemente universales como para desafiar a la Iglesia en todos los continentes. A futuro se plantearán nuevos asuntos.
Hoy es especialmente relevante reconsiderar el servicio de los ministros, remover los obstáculos que dificultan la emergencia de iglesias con rasgos propios y reconocer que el deterioro ambiental constituye el mayor de los signos de los tiempos. 1L cf. Karl Rahner, «Theologische Grundinterpretation des ti. varikanischenxonrils». Enschriftenzsr Iseslsgie. Bsnds4, editado editado por E. Rahner, 287-302. Einsidedeln: Benzinger verlag, 1980.4 Rahner, ibidem. 268.5 lbideni. 6 En la antigüedad, en la cuenca del Mediterráneo, existieron cinco patriarcados, uno delos cuales era Roma, conlaresponsabilidadparticularde conlaresponsabilidadparticularde preservarla unidad. sinembargo, esta unidad no demandaba uniformidad. Los otros patriarcados Jetusalén, Antioquía, constantinopla y Alejandría mantuvieron mantuvieron sus propias configuraciones. 7 Rahner, 298. cf. schiclçendantz, carlos. «La reforma de la Iglesia enclave sinodal. Una agenda complejayarticulada», Teología y vida 8, N 1(2017): 35-60.8 Bruno Latour, Oóndeestamas? Unagaíapara habitarelplaneta, Taurus, Barcelona, 2021.95. cf. Leonardo Boff, Ecología: grita de la Tierra, grita de Isapabrea, Trotta, Madrid, 2011..