Autor: Por Daniel Rozas
"Hay una tecnocracia que representa a los movimientos sociales"
Académico de la U.
Alberto Hurtado y doctor en Sociología, dice que la masificación en la educación superior permitió la creación de una serie de tecnócratas “vinculados a las demandas sociales”. Rofesor del Departamento de Sociología de la Universidad Alberto Hurtado, máster en Sociología Política de la London School of Economics y doctor en Sociología de la Universidad de Cambridge, Nicolás Fleet es especialista educación superior, y el año pasado publicó «Mass intellectuality neoliberal state», libro que investiga la masificación de la educación superior en Chile.
Fleet sostiene que las movilizaciones estudiantiles, primero con los secundarios en 2006 y luego con los universitarios en 2011, desencadenaron el proceso de protestas que desembocaron en el estallido social y la creación de la Convención Constituyente. Dice que el modelo neoliberal hizo que la educación superior chilena transformara a la clase media, empoderando a un grupo social postergado que exigió demandas respecto a su rol en la sociedad.
Serían los hijos de la clase trabajadora que accedieron a las universidades, los que han irrumpido en los últimos años en la escena pública. —Tu libro identifica el papel que jugaron las protestas del movimiento estudiantil en el presente político. ¿Cuál es la forma actual de Chile? —Estamos experimentando transformaciones socio-políticas luego del estallido social, con el proceso constitucional y con este nuevo Gobierno que propone una dirección post-neoliberal. El Gobierno de Boric quiere cambiar la dirección del Estado. Y una de las causas de estos cambios históricos y del momento refundacional del país, es la masificación de la educación superior.
Sin ese elemento no podemos entender la fisonomía de la sociedad actual. —¿ Qué significó este cambio en la educación superior para el país? —Emergió una nueva clase media que se terminó transformando en el sector más expansivo de la estructura social chilena en las últimas décadas. Este nuevo sujeto explica el cambio en la sociedad. Sus orientaciones, luchas, y sus valoraciones han ido marcando la pauta hacia dónde va este país en el futuro.
La educación superior es importante porque cambió la composición de clases chilena: los hijos de la clase trabajadora se terminaron transformando en profesionales e intelectuales que tienen otras Nicolás Fleet: Las universidades de elite tienen rasgos de segmentación social e ideológica que todavía no superan”. Los hijos de la clase trabajadora se transformaron en profesionales e intelectuales que tienen otras demandas y expectativas con respecto a su rol en la sociedao”. demandas y expectativas con respecto a su rol en la sociedad. Ese proceso generó una crisis de legitimidad en las instituciones.
Y este nuevo grupo social irrumpió de forma revolucionaria demandando participación en la distribución del poder y los recursos de la sociedad. — ¿ En qué otros países han ocurrido procesos similares? —Ocurrió en Francia en 1968 y en Chile entre el *67 y el '73. Un crecimiento explosivo en la educación y en el trabajo intelectual que va de la mano de un incremento en las capacidades críticas y menor tolerancia a la injusticia y a la autoridad. Eso provocó una crisis de legitimidad, porque estos nuevos grupos demandaban controlar su propia reproducción como clase en la educación superior.
En el Chile actual la clase media tuvo que soportar endeudamiento, educación de mala calidad, y subordinación porque los dueños de la industria de la educación superior le hicieron pagar un costo muy alto. —Pasamos de una cobertura de 15% en 1990 al 73% en 2017 bajo la promesa de movilidad social. ¿En qué punto estamos hoy? —Si hoy miramos los datos del Banco Mundial, el nivel de cobertura de la educación superior en Chile alcanza el 90% en la población joven entre 18 y 24 años. Se trata de un acceso universal. —¿ Esa cifra tiene comparación en otro país de América Latina? —No. Esta significa que Chile está igual que Finlandia, Estados Unidos y España. Y está por sobre países como Dinamarca, Alemania, Francia y el Reino Unido. Es decir, la industria neoliberal de explotación de la educación superior tuvo como consecuencia que, los hijos del neoliberalismo, terminaron siendo los sepultureros del modelo que los produjo.
“Chile ha sido un país de tecnocracias” —La generación que protagonizó las movilizaciones estudiantiles de 2011 se tomaron el poder en menos de una década. ¿Cuál es tu opinión sobre las nuevas élites que se formaron en las universidades? —Las universidades de elite tienen rasgos de segmentación social e ideológica que todavía no superan. Las universidades de elite forman a la clase dirigente, mientras que las universidades masivas forman roles más subordinados. En qué universidad estudias tiene que ver con el origen de clase y eso determina el acceso a posiciones de poder. Pero la masificación de los estudios superiores ya no es solamente relevante a la elite. Eso lo puedes ver en la Convención, donde la irrupción de la «Lista del Pueblo» estuvo representada por profesionales que tenían conocimientos vinculados a las demandas sociales. Ellos se transformaron en una especie de tecnocracia de los derechos sociales asociados a determinados activismos, que terminaron impactando la política pública. Y agrega: “Chile históricamente ha sido un país caracterizado por tener tecnocracias de ingenieros, economistas, abogados y cientistas sociales. Ahora, en cambio, vemos un nuevo capítulo en esa historia: una tecnocracia post-neoliberal que representa movimientos sociales. Expertos que manejan un lenguaje especial y que también pueden tener posgrado.
Las Becas Chile han hecho que estudiantes chilenos hayan tenido formación de posgrado en las mejores universidades del mundo formando una tecnocracia más o menos especializada”. —¿ Crees que existió una desconexión entre la agenda política de los constituyentes con posgrados en el extranjero, y la ciudadanía de a pie? —¿ En qué medida este conocimiento experto ha funcionado para vincular o aislar a los representantes de los movimientos sociales en la Convención? No sé en lo concreto. Pero si uno mira el borrador hay un ejercicio intelectual por encauzar un conjunto de demandas en derechos sociales, que son bien expresivas de las luchas de las últimas décadas.
De aprobarse la Constitución estaríamos en un escenario de superación del estado neoliberal. —¿ Qué reformas a la educación te parecen valiosas de la propuesta constitucional?—Esta nueva clase media de la que venimos hablando ha demandado dos cosas fundamentales: la educación debe ser un asunto público y no un bien privado de consumo. Es decir, no más lucro. Y la otra es que la educación superior tiene como interés el uso del conocimiento en pos del común de la sociedad.
Ya no será como lo planteaba el Presidente Piñera: la educación como un bien de consumo. —¿Es sostenible garantizar una educación pública, gratuita y de calidad en Chile? —La educación gratuita ya existe y se ha incrementado con la regulación del sistema a nivel universitario. Por ejemplo, las universidades de muy baja calidad ya no son sustentables. Y esto fue posible gracias al movimiento estudiantil y la Ley de Educación Superior 21.091. Creo que la propuesta de nueva Constitución es una continuidad de esa ley. No obstante, en Chile hay una tradición de educación pública no estatal. En relación al financiamiento, las universidades tradicionales regionales y católicas todavía son tratadas como universidades públicas por el Estado. Eso no está en la propuesta constitucional.
“Existe una crisis en los espacios educativos” —¿ La masificación de la educación superior en Chile creó una inflación educativa con un superávit de títulos universitarios? —Quizás no hayan en el mundo muchas otras experiencias de masificación tan rápida de las credenciales universitarias como ocurre en Chile. Y esa masificación cambió la estructura del empleo. El trabajo industrial y de rutina dio paso al trabajo profesional e intelectual. Hoy cerca del 40% de la población joven empleada tiene una credencial de educación superior. Pero habría que hacer un análisis de la matriz productiva para saber si hay inflación de credenciales.
Pero claro, típicamente la masificación empuja la “credencialización”, entonces ahora hay trabajos profesionales por los cuales antes no se exigía una credencial de la educación superior. —¿ Qué opinas sobre la condonación del CAE? —Es una demanda que estaba contenida en el movimiento estudiantil y este Gobierno debería cumplirla. Lo que hizo estallar el sistema en 2011 fue el CAE y el endeudamiento irracional. La condonación busca reparar el costo usurero que debió pagar la clase media para acceder a la movilidad social. —¿ Cuál es tu análisis sobre la violencia que ocurre en los liceos emblemáticos?—Es lamentable. Rompe el corazón ver que, en estos espacios emblemáticos de la formación educacional, se produzcan esos episodios de violencia. Aunque con los “Overoles Blancos”, uno nunca sabe de dónde vienen. Hay una crisis de sentido, una anomia decimos los sociólogos, que afecta a las propias comunidades educativas. Jiúirgen Habermas decía que el costo de la politización de conflictos en la educación es que las comunidades educativas pierden capacidad de reproducirse y legitimarse. Algo de eso ocurre. En el estallido social la protesta violenta tuvo consecuencias transformadoras porque generó una conciencia crítica, que llevo finalmente a buscar transformar el modelo. Pero la violencia no puede seguir repitiéndose como un ritual. Hoy existe una crisis en los espacios educativos y se ha perdido la claridad en los roles. Por ejemplo, el Instituto Nacional perdió su rol de elite que era el que lo definía. También su carácter masculino. Ahora es un colegio mixto con demandas de diversidad de género. Es un colegio que, en poco tiempo, entró en una crisis de sentido porque cambiaron los parámetros y el rol que ocupaba en la sociedad. Es en ese contexto en que se repiten estas expresiones violentas.
Que la elite intelectual está ocupada en la discusión constitucional mientras que la gente común está preocupada de la salud, la inflación y llegar a fin de mes? —Yo creo que en Chile siempre se postergó la discusión constitucional porque estaba la idea de que no tenía que ver con los problemas concretos de la gente. En cambio hoy los problemas ciudadanos están vinculados a la propuesta de una nueva Constitución. Seguramente ambas campañas buscarán enfatizar esto. Desde luego, la Constitución no es algo que resolverá todos los problemas. Pero el borrador debería ser un punto de partida para lograr mayores derechos sociales para la población.