Autor: IGNACIO WALKER
Cartas: Conciencia y autoridad
Señor Director: Hasta donde logro entender, el argumento de Carlos Peña es más o menos el siguiente. En cuestiones dogmáticas o de antropología cristiana, como el aborto o la eutanasia, "no cabe duda de la autoridad de monseñor (Chomali) para declarar lo que la fe demanda y lo que no. Y los católicos, si quieren de veras serlo, estarán obligados por ella”. No podrían, por ejemplo, "los legisladores que se dicen católicos” excusarse en la "conciencia” para contradecir la autoridad del obispo en estas materias.
En otras palabras, el legislador que se dice católico debe obedecer y acatar sin ningún tipo de mediación; ni de la conciencia, ni del discernimiento, ni de la razón, ni de la realidad (en la historia sagrada la realidad tiene valor teológico). El cardenal John Henry Newman dice que no puede haber contraposición entre conciencia y autoridad: "Brindo por el Papa, pero primero, brindo por la conciencia, después por el Papa”. La conciencia es el núcleo más secreto y el sagrario del hombre. Es el primero de todos los Vicarios de Cristo.
La conciencia en la doctrina católica es obediencia a la voz de Dios que habla en mi interior; por eso mismo no puede ser delegada, ni subcontratada, ni externalizada, así se trate del Papa o del obispo. Y lo mismo puede (y debe) decirse de la razón.
No hay ni puede haber contradicción entre fe y razón: "La fe y la razón son como las dos alas con las cuales el espíritu humano se eleva hacia la contemplación de la verdad" (Fides et ratio). Entonces, no es cosa de decir que lo que estoy presentando en este intercambio epistolar es "una concepción del catolicismo de digitación fácil, sin sacrificios, exento de la locura de la cruz”, como afirma Peña.
Menos aún puede decirse que "la Iglesia reclama autoridad frente al creyente”, como si los creyentes no fuéramos parte de la Iglesia (me imagino que se refiere a la jerarquía eclesiástica); como si fuéramos realidades distintas y contrapuestas.
No creo ser católico "a mi manera”, ni ser expresión de un "catolicismo fácil”. Soy católico, apostólico y romano, en comunión con el Papa, los obispos y el Magisterio de la Iglesia, en el servicio del bien común, y es desde esa condición que participo en este interesante debate.