Otra cosa es con guitarra
'n una presentación ante la Comisión de Trabajo del Senado, el economista Eduardo Engel, académico de la Facultad de Economía y Negocios de la Universidad de Chile y director de Espacio Público, advirtió sobre algunas propuestas que, a su juicio, no deberían incorporarse en la reforma previsional que se discute en el Congreso. Las dos primeras —los autopréstamos y la ampliación de la PGU para el decil de más altos ingresos— están incorporadas en el proyecto que impulsa el Ejecutivo.
Las otras dos —el seguro de longevidad y la participación del Estado en la industria, a través de una AFP no aparecen en el proyecto, pero han sido recurrentes en la discusión y aparecen hoy como una alternativa para destrabar la discusión parlamentaria.
El senador Francisco Chahuán, de hecho, presentó recientemente una propuesta de distribución de la cotización adicional que considera cuatro puntos a ahorro individual directo y otros dos puntos que podrían ser destinados a este seguro de longevidad.
De acuerdo con Engel, sin embargo, esta herramienta tiene un riesgo elevado, que no garantiza su funcionamiento, y un “El principal obstáculo que ha bloqueado la posibilidad de un acuerdo previsional durante casi una década es político, no técnico”. Diseño regresivo, que favorece esencialmente a los pensionados que vivirán más tiempo, que corresponden, como han certificado algunos estudios, a aquellas personas de mayores ingresos. Argumentos similares han sido planteados ya por otros prestigiosos economistas asociados a Espacio Público, como Paula Benavides, José de Gregorio y Andrea Repetto. En casi una década de intentos frustrados de reforma, la discusión previsional ha sido prolífica en ideas.
Algunas buenas, pero, en su mayoría, políticamente inviables, técnicamente deficientes, o que, aun cuando pueden resultar útiles para subir el monto de las pensiones, no consideran los impactos sistémicos que pueden provocar en ámbitos como el mercado laboral, el mercado de capitales, los incentivos a cotizar, la cohesión social, y tantos más.
Nuestro país tiene experiencia en reformas de política pública aparentemente de sentido común pero que a la larga han causado efectos imprevistos e Ahora bien, como han recordado los académicos Kevin Cowan y Guillermo Larraín, el principal obstáculo que ha bloqueado la posibilidad de un acuerdo previsional durante casi una década es político, no técnico. Es evidente también que no existen herramientas perfectas —o, más bien, no están políticamente disponibles— y que se requiere un mínimo de pragmatismo para habilitar una reforma que estabilice el sistema de pensiones.
Estarea de la política escuchar a los expertos, valorar sus recomendaciones y, a partir de ello, posibilidades de solución, en el entendido de que ningún actor podrá satisfacer todas sus metas, y que probablemente una reforma no perfecta es mejor que ninguna; ello incluye, por cierto, valorar adecuadamente las opciones de innovar o experimentar.
La naturaleza de la deliberación democrática consiste en reconocer los límites con que la realidad —desde el juicio de los expertos hasta las lógicas electorales y de la opinión pública— determina sus posibilidades de a n. O, como bien recuerda la sabiduría popular, otra cosa es con guitarra.