Autor: Juan Pablo Sims
Columnas de Opinión: Crisis silenciosa
Académico e Investigador Universidad del DesarrolloEn un país donde temas como la seguridad, la inmigración y la economía dominan las agendas políticas y mediáticas, es fácil perder de vista una crisis igualmente urgente, pero a menudo desatendida: la obesidad. Este problema de salud pública no solo afecta a millones de personas en Chile y en todo el mundo, sino que también representa uno de los mayores desafíos que enfrentamos como sociedad. La obesidad se ha convertido en una de las crisis de salud pública más graves a nivel mundial. Desde 1990, las tasas de obesidad se han duplicado entre los adultos y cuadruplicado entre los niños, lo que refleja una tendencia alarmante. Hoy en día, más de 1.000 millones de personas en todo el mundo están clasificadas como obesas, incluidos el 7% de las niñas y el 9% de los niños. En 2019, la obesidad provocó alrededor de 5 millones de muertes, lo que es 20 veces más que la desnutrición. Estos datos subrayan la gravedad de la situación: la obesidadya no es un problema exclusivo del mundo desarrollado, sino que está afectando de manera creciente a los países en desarrollo.
En lugares como las islas del Pacífico, el Caribe y países en desarrollo como Camboya y Lesoto, las tasas de obesidad infantil son particularmente altas y están en aumento, lo que destaca la necesidad urgente de intervenciones eficaces a nivel global. En Chile, la situación es igualmente preocupante. Según un reciente estudio publicado en la revista The Lancet, Chile es el segundo país de América Latina donde más ha aumentado la obesidad en los últimos 30 años.
En 1990, aproximadamente el 20% de las mujeres chilenas sufría de obesidad; para 2022, esta cifra se disparó al 45%. Los hombres chilenos también han experimentado un aumento significativo, pasando de un 20% de obesidad en 1990 a un 30% en 2022. Más del 50% de los niños de entre 4 y 14 años tiene sobrepeso u obesidad, lo que coloca a Chile entre los países con mayores tasas de obesidad infantil en la región.
Este fenómeno no solo tiene graves implicacionespara la salud de la población, sino que también conlleva costos económicos y sociales considerables, que se reflejan en el aumento de las enfermedades crónicas, la disminución de la calidad de vida y la sobrecarga del sistema de salud. Dado que la obesidad se está convirtiendo en un problema global, es imperativo que los países no solo implementen medidas firmes a nivel nacional, sino que también se involucren en una cooperación internacional significativa. Es crucial fomentar la investigación y el desarrollo de nuevas estrategias que puedan abordar las causas profundas de la obesidad y promover hábitos de vida saludables a gran escala. Solo a través de una acción concertada y colaborativa, que incluya tanto a gobiernos como a organizaciones internacionales, podremos desarrollar soluciones efectivas para una crisis que ha sido esquiva hasta ahora. La lucha contra la obesidad no es solo una cuestión de salud pública, sino un desafío global que requiere un esfuerzo mancomunado para garantizar un futuro más saludable para todos.. Opinión