Todos iguales y todos diferentes
Todos iguales y todos diferentes RAÚL CAAMAÑO MATAMALA, PROFESOR UNIVERSIDAD CATÓLICA DE TEMUCO lodos iguales y todos diferentes ¡,.. ?! Tanta verdad, y tanto que cuesta admitirlo o reconocerlo. No, no quiero confundirlos.
Todos somos personas diferentes, únicas e irrepetibles, no obstante, obstante, todos somos iguales en tanto seres sociales. ¡Iguales y diferentes! ¡Vaya qué sí! Todos somos hechos de la misma madera, mas no todos somos dispuestos en los mismos entornos.
Nuestra formación formación es diferente, en entornos diferentes, y ello nos moldea ya diferentes. ¿Qué razón tenemos para no visibilizamos, qué motivo tendríamos para no considerarnos? ¡ Ninguna! Sentimos de igual manera, reaccionamos del mismo mismo modo, a estímulos físicos semejantes, tenemos misma conformación física, salvo infortunadas situaciones. Vuelvo a la andanada, ¿por qué nos tratamos mal, por qué las reacciones airadas, inmotivadas? Socialmente nos hemos perfilado, nos han moldeado en entornos diferentes y, a veces, a fuego. Y también, era que no, con modelos de vida pacientes, de humano humano perfil. Esa es nuestra hoja de ruta, así se moldea nuestro adeene social.
Vivir en una cota a nivel tanto, a un lado u otro de tal cual plaza, en el centro cívico o en los extramuros, extramuros, a un lado u otro de tal avenida, en una torre de departamentos o en una casa, estudiar en tal escuela o colegio, titularse en tal o cual universidad, ser hincha de tal o cual club deportivo no nos debe apartar, solo señala simpatías, gustos, circunstancias físicas, sociales, nada más, quizás oportunidades. Nada tan significativo, nada definitivo como ser humano. Estas diferencias a ratos asoman, a ratos se diluyen, pues todos, todos somos, en esencia, iguales. Lo que hacemos, lo que decimos, lo que no hacemos, hacemos, lo que no decimos, tiene incidencia en nuestro comportamiento, en el mío, en el tuyo, así es.
El lío es que aquello que decimos o que hacemos tiene o ha de tener un efecto en quien o en quienes son los destinatarios de esos mensajes. ¿Cómo los recepcionan? recepcionan? ¿ Cómo los aprehenden? ¿ Cómo los interpretan? Que sí, no lo dudemos, los reciben, los aprehenden, los interpretan, pero ¿ cómo? No tenemos control en la recepción de lo comunicado o hecho, ya fue. La decodificación es tarea diferente a la codificación. Ya es labor de otro, de un oyente o de un lector. Todos podemos expresar nuestras ideas, y podemos podemos tener una apreciación sustancial de lo que expresamos, y de cómo lo expresamos, pero no tenemos tenemos ningún control sobre quien es receptor de nuestro mensaje. Es posible que lo recepcione, lo escuche, lo vea. Podemos saber que sí lo recepcionó, pero no sabemos sabemos con exactitud cómo lo interpreta, si es o no de un modo más o menos parecido al significado original. original.
Esto es debido a que quien habla es uno y quien escucha es otro; quien escribe es uno y quien lee es otro; las experiencias de sus vidas son distintas. ¿Qué nos pasa, qué nos sucede en la realidad? Somos iguales y somos diferentes. ¿La invitación? Debemos hacer un humano esfuerzo esfuerzo en reconocernos como iguales y ningunear, tanto como podamos, poner el foco en las diferencias. Vamos por la edificación, no por la destrucción. Seamos constructores constructores de puentes, no edifiquemos muros. “No te enojes! A veces el otro no entiende. Lo explicaste explicaste mil veces, pero no lo ve. No es tonto. No es malo. No es indiferente. Es otro; simplemente, es otro”..