Autor: Juan Andrés Orrego Acuña, profesor de Derecho Civil, Universidad Finis Terrae.
Sin santos en las cortes
E A propósito de los justificados cuestionamientos quese han formulado con relación al nombramiento de ministros de la Corte Suprema y la investigación por presunto tráfico de influencias, quizá ha hora deexcluir de esta decisión al Presidente de la República, cuya intervención es un resabio monárquico incon£ruente con las instituciones republica: nas. Lo mismo con el Senado, cuya función esencial eslegislativa y nola deintervenir en el nombramiento de los jueces. Esto debido a la manifiesta politización queorigina la intervención de uno y de otro, muy discutible además atendido el principio de separación de poderes.
Sehacenecesario establecer, en cambio, unsistema objetivo y transparente que antigúedad delos juecesque postulen, el porcentaje de quehayan sido confirmadas porlos tribunales superiores, sus calificaciones anuales, su aporte al estudio del Derecho, y la evaluación que resulte de rendir, porlos postulantes interesados, un examen preparado por una Facultad de Derecho que tenga acreditación por al menos cuatro años, elegida por un sorteo y queno puedarepetirse en el añosiguiente. Todosestos factores, y otros que puedan. Considerarse, determinarían un puntaje para cada magistrado que postule. En caso de existir dos o más jueces con igual porcentaje, la cuestión podría dirimirse por un sorteo o haciendo prevalecer el factor de la antigiiedad. Con un procedimiento de nombramiento como el descrito, se terminaría la dilación en los nombramientos, la manipulación política y las influencias personales,