CARL SKOTTSBERC: el explorador juicioso
CARL SKOTTSBERC: el explorador juicioso A l despertar tras una noche a la intemperie, Carl Skottsberg se pregunta y anota en su bitácora: "¿ Hay un sentido más verdadero de la felicidad y la libertad que cuando la carpa o el cielo es tu techo, el suelo tu cama y el fuego tu hoguera". El explorador sueco no había pasado la noche en un cálido paisaje caribeño o mediterráneo, sino en las más australes latitudes de Tierra del Fuego. Pero al menos era verano. Tal vez curtido por el frío de su país, el joven sueco no se arredra con las dificultades y es un explorador animado, de buen juicio y responsable.
Antes de zarpar en el vapor "Huemul" (facilitado por Chile), le pide a la tripulación que aborde la noche previa, para no sucumbir a los encantos de Punta Arenas, "una ciudad llena de tentaciones". "Subimos a bordo al atardecer, para estar seguros de salir temprano", explica el jefe de la "Expedición magallánica sueca a Patagonia y Tierra del Fuego", realizada entre 1907 y 1909. La narración de Skottsberg tiene parte de ciencia y parte de aventura. "El grumete había contrabandeado algunas cosas desagradables, creo que absenta, que está estrictamente prohibido. Él y su amigo el cocinero se habían emborrachado. El capitán los juzgó y sentenció sin dudarlo: tuvieron que desnudarse y fueron arrojados al mar con una soga en la cintura. En el agua helada tendrían la oportunidad de arrepentirse de sus pecados", cuenta en una ocasión.
Según Oriette Sandoval, editora de OFQUI, sello que publica por primera vez en Chile este libro, "sus memorias son el relato de una expedición científica narrada con pluma literaria". Silencio en los canales Gracias a los oficios del geógrafo Andrés Moreira, la publicación contó con el apoyo del Jardín Botánico de Gotemburgo, custodios del legado de Skottsberg. "De inmediato les interesó la edición en español y que tuviera difusión en nuestro espacio geográfico, que fue una parte relevante de la trayectoria de este botánico", explica Sandoval. "La labor de Skottsberg sobrepasa con creces el ámbito botánico. Su obra de Juan Fernández, en 3 tomos, es lo más completo que existe hasta hoy.
Ahí, con la colaboración de varios autores, trató de la geología, geografía, botánica, zoología y otros aspectos del archipiélago", explica el geógrafo y profesor de la Universidad Católica de Valparaíso, Andrés Moreira. "También es muy claro su mensaje humanista conservacionista. Fue muy crítico de la explotación y exterminio de los pueblos originarios fueguinos". Hoy un lago del parque Torres del Paine lleva el nombre de Carl Skottsberg. Pero poco se sabe de la expedición dirigida por él a los 27 años, que salió en 1907 de Gotemburgo y tuvo su primera parada en las islas Malvinas/Falkland. Entre sus compañeros de viaje estaban sus compatriotas y amigos, también investigadores, Percy D. Quensel y Thore G. Halle. "Durante todo el viaje y bajo las condiciones más difíciles, mis camaradas y yo seguimos siendo los buenos amigos que éramos al salir de Suecia. No hay nada que ponga a prueba la amistad como una vida salvaje lejos de la cultura y de otras personas", reflexiona al inicio de sus memorias.
Uno de las excursiones clave protagonizada por Skottsberg fue su extenso recorrido por canales patagónicos, entre el estrecho de Magallanes y el golfo de Penas. "Los canales son silenciosos y la mayoría de las aves marinas, como gaviotas, petreles, albatros y otras que dan vida a la escena en mar abierto, han desaparecido. También las toninas que juegan alrededor de las proas; solo hay unas carancas y quetros.
Pero el bosque es magnífico, a pesar del silencio absoluto que aquí reina". En ese mundo aparentemente silencioso vivía el pueblo kawésqar, que Skottsberg se afana en conocer, gracias a una ayuda clave. "Tengo ahora el honor de presentarles a la señora Akichakwarrakwiltee, como se llama a sí misma. Su nombre misionero es Emilia, más sencillo, aunque no tan eufónico", escribe en sus memorias.
Ella se convirtió en "un miembro más de nuestra expedición" y les enseñó algo de su lengua. "Acuclillada a mi lado cuando trabajaba en mis plantas, intentaba enseñarme su propio idioma". Adiós a un pueblo "Emilia demostró ser una ayudante indispensable y convenció a sus compatriotas de subir a bordo", relata el explorador.
Entonces, "una docena de personas salió de la canoa: hombres, mujeres y niños --el más pequeño cargado sobre la espalda--, además de ¡ diez perros! Miran a su alrededor con timidez, pero al mismo tiempo con curiosidad". Skottsberg bajó también a tierra para conocer la vida de los kawésqar y queda impresionado por las mujeres de la etnia. "Está sujeta a la voluntad de su marido: ella hace el trabajo duro.
Hora tras hora, con su bebé a la espalda, se sienta a tirar del barco en una posición agotadora; luego, durante medio día, se zambulle en el agua casi congelada para llenar las cestas con mejillones". En sus memorias, la empática visión Skottsberg sobre los kawésqar aparece teñida de tristeza. "Creo que hay un plan para reunir al resto de los indios de los canales dentro de las misiones.
De ser así, bueno, solo apurará el inevitable desenlace", narra. "La enfermedad de la sífilis y la tuberculosis causa especialmente estragos, es fácil augurar el resultado futuro". Culmina su reflexión escribiendo que "hoy en día se habla y escribe mucho sobre la necesidad de preservar los paisajes naturales, y animales extraños. Todos los naturalistas alientan la tendencia general que ha resultado en leyes especiales en varios Estados.
Pero parece que pensamos más en los notables animales que en las razas humanas. ¿No podríamos al menos preocuparnos de preservar y continuar la existencia de las interesantes formas de Homo sapiens?". "Una sola rama fresca" La ciudad de Valdivia, según el explorador sueco, rezuma humedad, pero también bullicio. "Es una ciudad alemana. Por todas partes te topas con rostros alemanes, carteles alemanes y anuncios alemanes junto a otros en español. Hay un gran colegio alemán, una iglesia y varios verein (clubes), fábricas de zapatos y, por supuesto, cervecerías. Da la sensación de ser una comunidad en rápido crecimiento". De Santiago, en plena primavera, le impactan la cordillera y los festejos patrios, "una gran fiesta popular, celebrada por todas las clases sociales. Hay banderas de todos los colores, guirnaldas y arcos de triunfo". El valle central lo impresiona por su luminosidad. "El sol quema.
Las nubes de polvo grueso y marrón en las calles cubren los sauces y sus brotes nuevos". Describe el pueblo de Los Andes como "típico del campo chileno, con edificios bajos de un piso, blancos, rosados o azul claro, en su mayoría no muy bien cuidados, y largos muros de adobe, quebrados y pintorescos". Skottsberg zarpa más tarde, desde Valparaíso, rumbo a Juan Fernández. "Pusimos nuestros pies en esta isla legendaria.
Querido lector, ¿te acuerdas cuando te interesaban las maravillosas aventuras de Robinson Crusoe? ¿ Cómo esta historia despertaba nuestra imaginación y nos enseñaba tantas cosas útiles? Tras los desfiladeros de roca, lo asombra el "bosque primigenio, denso e impenetrable", con la "gloriosa" palmera chonta, nativa del lugar. De pronto, "nuestro guía paró, miró alrededor por un minuto, bajamos unas cuantas yardas, y henos aquí, nuestro lugar de destino. El último árbol de sándalo. Absolutamente el último descendiente del Santalum fernandezianum. Es tan extraño el estar parado frente al lecho de muerte de una especie. Posiblemente hayamos sido los últimos científicos en verlo con vida". Como en un funeral, "observamos el viejo árbol con un respeto religioso, tocamos su tronco y las firmes hojas verde oscuro. No es solo el individuo, es una especie entera la que está muriendo. No puede durar mucho tiempo más. Solo le queda una pequeña rama fresca y verde; las otras ya están muertas". La gran cabalgata El Museo de Historia Natural de Valparaíso resguarda hoy 33 carpetas con recolecciones del explorador sueco. Cuentan que el propio botánico las llevó al museo. Cien años después, el investigador e ingeniero forestal Patricio Novoa estudió el valioso material. "Soy su admirador número uno.
Skottsberg es el último naturalista que estudió Chile con un enfoque comprehensivo de la naturaleza". "En la Patagonia realizó una de las más extraordinarias cabalgatas de exploración naturalista que conozca la historia de Chile", agrega Novoa. "Y entre sus grandes aportes está el estudio de las islas oceánicas de Chile (Juan Fernández, Isla de Pascua e islas Desventuradas). Allí no solo estudió su flora y fauna --aves, peces, insectos, moluscos, etc. -sino la flora no vascular, algas, hongos, líquenes. También geología, hizo estudios evolutivos y fitosociológicos.
Su figura y su aporte al conocimiento natural de Chile no ha sido debidamente reconocido". Tras Juan Fernández, Skottsberg volvió a la Patagonia chilena --donde recorre la zona de las Torres del Paine-y luego visita las islas Georgias del Sur.
Finalmente, tras dos años de expedición, se dirige a su Suecia natal. "Lo mejor de nuestras expediciones fue el perfume que emanó de los jóvenes abedules en los acantilados escandinavos, el 21 de junio de 1909", escribe al avistar la costa de su país natal.
PUBLICAN SUS MEMORIAS Una figura desconocida y clave para Chile CARL SKOTTSBERG: el explorador juicioso ELENA IRARRÁZABAL SÁNCHEZ OFQUI: corazón sureño Oriette Sandoval, doctora en Ciencias Humanas de la UACh, es la creadora del sello OFQUI, que cuenta con decenas de publicaciones, hermosas y bien editadas, en torno al patrimonio humano y natural del sur de Chile y la Patagonia. "Mis imaginarios están en el sur, donde me crié e inicié mi trabajo de investigación, justamente en Aysén, en la cuenca del Chelenko. Luego vino el trabajo racional y la profesionalización. Hay un gran patrimonio bibliográfico y documental que no ha sido publicado. Cuando una piensa un sello editorial, debe pensar en un nicho, una ruta y audiencia concreta a la que apelar con estas obras", dice la editora. Instalada en Temuco, para Oriette Sandoval "vivir en la región significa trabajar a un paso más lento, pero más focalizado.
Me encanta lo que sucede en la escena editorial en Santiago y fuera de Chile, en la que de igual forma participamos, pero en el sur también surgen nuevos espacios de comercialización y formas interesantes de difundir la producción editorial". El catálogo de OFQUI incluye una serie de interesantes y poco conocidos relatos de viajeros. También una colección de poesía --"Geopoéticas"-con autores de trayectoria que viven en el sur de Chile, como Rosabetty Muñoz, Christian Formoso y Sergio Mansilla.
Pronto publicarán a la poeta valdiviana Verónica Zondek, en coautoría con la destacada fotógrafa Leonora Vicuña). "Y este año vamos a inaugurar nuestra colección de literatura con el autor Gustavo Boldrini, una escritura híbrida de memoria, autoficción, considerada de culto, es un ofquiano total", comenta. También prepara una nueva edición de "RAIN, crónica del último canoero" y las memorias del explorador Otto Nordenskjold, con traducción de Dorthe Beldad, desde el original sueco al español. El botánico y aventurero sueco recorrió y estudió la Patagonia y el archipiélago Juan Fernández a principios del siglo XX. Observó un raro huemul albino, el último sándalo de Juan Fernández y compartió con remotos fueguinos. "Patagonia salvaje" (OFQUI Editores), el relato de su expedición, muestra su mirada abierta, juiciosa e inquisitiva.
El niño sueco que leía "Robinson Crusoe" y ansiaba aventuras Devoto lector de la novela "Robinson Crusoe" durante su infancia, las aventuras de Carl Skottsberg (1880-1963) partieron a los 21 años, como integrante de una expedición a la Antártica dirigida por Otto Nordenskjold. La excursión sobrevivió al helado invierno, aunque el barco "Antarctic" se perdió, lo que no mermó el espíritu aventurero del joven sueco.
Solo tres años después organizó la "Expedición sueca de Magallanes", que incluyó las islas Malvinas, Tierra del Fuego, Chiloé, el archipiélago Juan Fernández, la Patagonia y las islas Georgias del Sur, además del sur y centro de Chile. "Esta gran expedición entre 1907 y 1909 consolida su oficio de botánico y motivó su interés por la biogeografía y la distribución geográfica de las especies en toda la región Pacífica", explica el geógrafo Andrés Moreira. Años después viajaría a Isla de Pascua. A los 27 años Skottsberg ya era doctor de la Universidad de Upsala y en 1915 la ciudad de Gotemburgo le encargó que planificara el jardín botánico. Fue su director durante 29 años, lo que incluyó viajes a remotas regiones para alimentar las colecciones del jardín. Se le considera el botánico sueco "más viajado" en la historia del país. En el Jardín Botánico de Gotemburgo (que hoy lleva su nombre) hay un trozo de madera del último árbol del sándalo de Juan Fernández, al cual Skottsberg accedió justo antes de su extinción. El científico fue presidente de la Academia Sueca de Ciencias, profesor visitante en Yale y miembro de la Royal Society de Londres.
También se relacionó con los principales botánicos chilenos de la época y prologó la importante obra "Sinopsis de la Flora Chilena", de Carlos Muñoz Pizarro (1966), padre de la botánica Mélica Muñoz y abuelo del geógrafo Andrés Moreira, grandes investigadores de nuestro patrimonio natural. "Mis imaginarios están en el sur", dice Oriette Sandoval, fundadora de OFQUI. OS La leyenda cuenta que el propio botánico fue a entregar sus carpetas de plantas al museo de Valparaíso. MHNV/ GENTILEZA P. NOVOA Esta mujer kawésqar, "un miembro más de nuestra expedición", ayudó a Skottsberg y le mostró su mundo.
CS PATAGONIA SALVAJE Carl Skottsberg OFQUI 287 pp. $16.000 (Libra, José Alcalde Délano 10495, nivel -1) y Ofqui. cl El explorador realizó arduos estudios sobre la naturaleza en Juan Fernández, donde vio el último ejemplar vivo de sándalo. `` "Tengo el honor de presentarles a la señora Akichakwarrakwiltee. Su nombre misionero es Emilia, más sencillo, aunque no tan eufónico. Ha sido una ayudante indispensable", escribe el explorador. FABIÁN RIVAS.