Editorial: Ciudad y ciudadanos (as)
Editorial: Ciudad y ciudadanos (as) EDITORIALplazo, incapaz de prever que la densificación inmobiliaria podía atropellar en ciertas zonas la trama vial de la ciudad, lo cual está teniendo hoy evidentes repercusiones negativas.
Diferentes estudios de respetadas instituciones entre ellas la PUC, la Cámara Chilena de la Construcción y la OCDEubican a Chillán como una de las ciudades más segregadas de Chile desde el punto de vista del desarrollo urbano, esto es personas que viven en condiciones habitacionales pobres, en enormes barrios de viviendas básicas, de calles estrechas, sin buena locomoción ni áreas verdes.
Este compendio de deficiencias, que afecta aproximadamente a 3 de cada 10 chillanejos (as), es identificado como una consecuencia de antiguas políticas habitacionales que privilegiaron la cantidad de viviendas y el bajo precio de los terrenos periféricos por sobre la calidad y la buena ubicación de los barrios, y también de la falta de planeación o de trabas burocráticas que dilatan la aprobación de los instrumentos de planificación, al punto de hacerlos obsoletos a poco de entrada su vigencia.
Al analizar esta problemática se advierte que las decisiones e implementación de políticas públicas urbanas y medidas concretas han sido demasiados vulnerables a factores políticos, al centralismo nacional y a incapacidades técnicas que finalmente han causado la pérdida de su debido cumplimiento en el tiempo y espacio, reduciendo su impacto y eficiencia en la solución de los problemas para los que fueron diseñadas. De hecho, en la capital regional la dinámica de inversión inmobiliaria y crecimiento del parque automotor ha ido mucho más rápidoque la capacidad de implementar soluciones de conectividad y de gestión del transporte.
Una revisión de los últimos 50 años de planificación urbana local nos revela un cúmulo de estudios que se fueron desactualizando y que cada nuevo gobierno comunal archivó, lo mismo que la ausencia de una visión estratégica de largo plazo, incapaz de prever que la densificación inmobiliaria podía atropellar en ciertas zonas la trama vial de la ciudad, lo cual está teniendo hoy evidentes repercusiones negativas.
Si no se adoptan estrategias de largo plazo, con visión de futuro, es muy posible que las próximas generaciones queden condenadas a habitar no en una ciudad armoniosa, sino en una urbe donde el común denominador será el deterioro urbano y ambiental.
Y ese es el gran reto que debe asumir Chillán para comenzar a construir una ciudad que sea sostenible ambientalmente, tolerante socialmente y productiva económicamente, una combinación para la que aún falta bastante, no tanto por el grado de gestión pública, que ha ido mejorando, sino por el involucramiento ciudadano. Hoy, no todo puede recaer en el gobierno municipal, pese al innegable protagonismo que tiene en la gestión del desarrollo urbano.
Se requiere que la gente tome partido en la “construcción” de la ciudad y para ello es necesario reinventar las instancias de participación y generar nuevos espacios para el encuentro no sólo de los intereses comunes, sino también de los contrapuestos.. Una revisión de los últimos 50 años de planificación urbana local nos revela un cúmulo de estudios que se fueron desactualizando y que cada nuevo gobierno comunal archivó, lo mismo que la ausencia de una visión estratégica de largo EDITORIAL