COLUMNAS DE OPINIÓN: LA SEMANA POLÍTICA
COLUMNAS DE OPINIÓN: LA SEMANA POLÍTICA La brutal represión que en estas horas despliega la dictadura de Nicolás Maduro contra su pueblo hace aún más evidente el dilema que la situación venezolana representa para la coalición que gobierna Chile. Se ha intentado infructuosamente minimizar la fractura que el tema supone para nuestra izquierda, calificándola como una diferencia más en materia de política exterior. Analistas afines ensayan incluso ingeniosas comparaciones con episodios del pasado, intentando restar gravedad al asunto. Lo que ocurre en Venezuela, sin embargo, no admite tales ejercicios. No se trata de alguna discrepancia respecto de suscribir tal o cual convenio, o de un pronunciamiento sobre situaciones distantes en las que Chile poco puede incidir. Se asiste aquí al intento de una dictadura ubicada en nuestra propia región por perpetuarse mediante un grosero fraude electoral, utilizando toda la fuerza de su aparato represivo para conseguirlo. Validar o no a Maduro representa, pues, una prueba de compromiso con los valores democráticos.
Pretender desconocerlo es no querer ver lo que algunos han llamado el "elefante en la habitación": las contundentes evidencias de que el PC, uno de los partidos eje de la coalición gobernante, tiene una valoración apenas instrumental de la democracia, relativizándola según convenga o no a sus objetivos. Así lo demostró en los días del estallido y lo vuelve a demostrar ahora, cuando su presidente declara "no tener otra alternativa" que asumir los resultados oficializados por la cuestionada institucionalidad chavista.
No debiera sorprender aquello, considerando los lazos que el PC chileno ha cultivado con ese régimen y hasta las ayudas que este le ha prestado, como el millonario préstamo concedido en su momento a la Universidad Arcis.
Sin embargo, ¿puede ser esto compatible con las certeras y valorables posiciones que respecto del mismo tema ha explicitado el Presidente Boric? ¿ Puede sostenerse una coalición que discrepa así sobre asuntos fundamentales? Pero hay más. Aun si se pretendiera obviar la cuestión democrática y el compromiso con los derechos humanos, la situación venezolana representa un problema central para Chile en términos de estricto interés nacional.
La prolongación de esa dictadura ha generado el éxodo de millones de personas, más de 600 mil de las cuales han llegado a nuestro país, desencadenando una crisis migratoria que los últimos acontecimientos solo podrían agudizar. El gobierno venezolano, lejos de cooperar para abordar el impacto de esta situación, particularmente en el ámbito de la seguridad pública, ha dificultado cualquier esfuerzo, incluidas las repatriaciones de condenados por la justicia.
Peor aún, con el asesinato del teniente Ojeda se dio un paso más allá: todos los antecedentes apuntan a que el crimen se habría planificado desde ese país y tendría claros motivos políticos, un abierto desafío al Estado chileno, que había dado a Ojeda su protección reconociéndolo como refugiado. La respuesta de las autoridades chavistas ha sido el insulto contra nuestro Ministerio Público y el intento por interferir en sus investigaciones.
Y ahora, frente a los cuestionamientos al fraude electoral, termina de develarse la naturaleza de un régimen que injuria a nuestros gobernantes, expulsa a nuestros representantes diplomáticos y hasta detiene y deporta a equipos de prensa chilenos. Así, evidentemente, los posicionamientos respecto de la situación venezolana envuelven hoy una cuestión de Estado: el alineamiento con el régimen de Nicolás Maduro contradice intereses fundamentales para nuestro país.
LA SEMANA POLÍTICA Maduro, la izquierda y el interés nacional Los posicionamientos respecto de la situación venezolana envuelven hoy una cuestión de Estado: el alineamiento con el régimen de Nicolás Maduro contradice intereses fundamentales para nuestro país. Es simplemente risible proclamarse incómodos por compartir coalición con quienes defienden el fraude electoral y, al mismo tiempo, correr a inscribir un pacto con ellos. Un círculo imposible de cuadrar Por eso es que desconcierta el modo en que algunos sectores del llamado Socialismo Democrático han abordado el tema y su impacto en el oficialismo, intentando cuadrar un imposible círculo. Es simplemente risible proclamarse incómodos por compartir coalición con quienes defienden el fraude electoral venezolano y, al mismo tiempo, correr a inscribir un pacto con ellos y comprometerse a apoyar a sus candidatos. O derechamente, bordear el ridículo presentando como postulante único a la Gobernación del Biobío a quien se ha declarado hasta dispuesto a ser soldado del chavismo. Quienes tanto insisten en alertar contra los peligros de la "ultraderecha" no dudan, al parecer, en entenderse y dar posiciones de poder a su propia "ultra" si hay intereses electorales de por medio.
No menos decepcionantes han sido señales como la tardía y tibia declaración de la expresidenta Bachelet, viniendo de quien, por sus anteriores responsabilidades en la ONU, conoce la realidad y fue autora de un reconocido informe sobre los atropellos a los derechos humanos en ese país. Cuando el dudoso Consejo Electoral chavista ha proclamado ya dos veces a Nicolás Maduro como Presidente reelecto, estando las evidencias del fraude a la vista, carece ya de sentido limitarse a demandar actas. Por ello, sucesivos países han pasado a reconocer abiertamente el triunfo del opositor Edmundo González, una línea a la que Chile debiera pronto sumarse.
La experiencia de un gobierno como el de Maduro, que ha utilizado en su favor cada instancia de negociación para terminar incumpliendo todos los acuerdos, debiera ser una advertencia frente a cualquier intento contemporizador con su régimen.. -