COLUMNAS DE OPINIÓN: Drástica disminución de la natalidad
COLUMNAS DE OPINIÓN: Drástica disminución de la natalidad L a disminución en la tasa de natalidad en Chile ha alcanzado proporciones alarmantes. Si en la década de 1980 nacían 258 mil niños en promedio cada año, esa cifra ha venido reduciéndose gradualmente y ya en el decenio de 2010 el número era de 236 mil. Pero en los últimos años se ha producido un cambio asombroso, puesto que desde 2020 no se alcanzan los 200 mil nacimientos en un año y la tendencia parece ir acentuándose.
Este año, la cifra de nacimientos hasta la fecha es la más baja de la historia moderna, inferior desde luego a los años de pandemia, y de mantenerse no se alcanzarían ni siquiera los 150 mil nacimientos en 2024. Para una población cercana a los 20 millones de personas, estos números resultan verdaderamente inquietantes, pues de continuar en esa dirección, se esperaría en un plazo no demasiado largo que la población comenzara a disminuir.
La tasa de fecundidad, que es un indicador del número de hijos que tendrá una mujer en su vida, debiera alcanzar a 2,1 para mantener la población sin cambios, pero en Chile esa tasa estaría llegando a alrededor de 1,1, lo que implica que cada mujer debería tener un hijo adicional para llegar a esa modesta meta. Las causas del fenómeno son muy variadas e hipotéticas.
Para algunos se debe solo a una postergación de la maternidad, que ahora tiene lugar después de los 30 años de la madre, en circunstancias que lo habitual era que el primer embarazo se produjera mucho antes.
No obstante, hay expertos que piensan que el cambio se debe a circunstancias económicas, que guardan relación con la incorporación de la mujer al mundo del trabajo, lo que ha hecho sin abandonar sus tradicionales labores del hogar. Entre estas, la más significativa es el cuidado de los niños menores y muchas mujeres se ven en la necesidad de elegir si se ganan la vida en forma independiente o tienen hijos.
Luego del primer nacimiento, el empleo de las mujeres disminuye bruscamente en todo el mundo y se ha denominado como el "castigo a la maternidad" la brecha de empleo que se observa diez años después de ese alumbramiento. Según estudios recientes, en Chile la mitad de la brecha en el empleo puede atribuirse al nacimiento del primogénito. Sin embargo, quizá no sean solo consideraciones económicas las que llevan a la mujer a buscar trabajo y desempeñarse en un empleo satisfactorio.
Desde las mujeres en profesiones tradicionales hasta las que trabajan en oficios establecidos, buena parte de sus satisfacciones personales provienen de su trabajo y, por tanto, al equilibrar todos sus requerimientos, el valor de mantener un buen empleo ha subido en sus consideraciones, provocando un cambio sociocultural de significación. Las consecuencias de la baja de la natalidad se extienden por toda la fisonomía de la sociedad. Desde luego se produce un envejecimiento social, pues la proporción de personas mayores va en aumento relativo. El índice de envejecimiento, que se mide según el número de mayores de 65 años en relación con los menores de 14, llegará a ser de 100 en los próximos años. Por cierto, con cifras como esta surge la necesidad de darle atención a ese importante segmento de la población, cuyo principal interés está en la atención de salud. Por otra parte, el sistema escolar pronto tendrá que estudiar cómo se adapta a la nueva realidad y más tarde serán las instituciones de educación superior las que le deberán hacer frente. El sistema de pensiones también debe examinarse, puesto que no solo ha habido menor natalidad, sino una extensión de la vida, lo que debería acompañarse de una prolongación de la etapa laboral. Los sistemas de reparto también caen en crisis por las nuevas proporciones entre trabajadores activos y retirados. La economía en general debe buscar cómo compensar la salida de muchas personas de sus actividades que deberían ser reemplazadas, lo que en muchos países se ha logrado gracias a una inmigración bien regulada. Los intentos por revertir esta tendencia en el resto del mundo no han dado mayores resultados. Desde ventajas tributarias a nuevas formas de facilitar el cuidado de los niños, han producido aumentos muy poco significativos de los nacimientos. El país debe intentar algún mecanismo que ayude al menos a detener esta tendencia, pero también debiera prepararse para hacer frente a una realidad social diferente de la que hemos conocido hasta ahora. Sin renunciar a esfuerzos por detener esta tendencia, el país debe prepararse para enfrentar una realidad social diferente. Drástica disminución de la natalidad.