"Además de esta enfermedad que es un calvario, uno tiene que soportar burlas"
Por Constanza León A. Abogado y diputado independiente, ni de izquierda ni de derecha. Ni Allende ni Pinochet. Ni marxismo ni neoliberalismo. Tengo trastorno obsesivo compulsivo”, dice en su prese: n en X par Rivas Sánchez, vicepresidente de la Cámara de Diputados. “Es más fácil para mí definirme respecto de lo que no soy, porque tenemos una mentalidad binaria. La clase política nos ha enseñado que Chile está dividido en dos mitades irreconciliables, una allendista y una pinochetista, lo cual no es verdad, porque esos son sectores muy radicalizados y minoritarios. Y existe esta dicotomía insalvable de que cada vez que uno critica el modelo económico, eres marxista. Yo no me identifico con ninguna de esas dos posiciones.
A pesar de que en su momento me consideré de derecha, maduré”. Abogado de la Universidad de Chile, es diputado por el Distrito 6, Región de Valparaíso. —Usted renunció en 2012 a RN después de casi diez años.
Supongo que sigue adhiriendo a las ideas de derecha, de todos modos. —Este tránsito partió hace poco más de 10 años, cuando me fui dando cuenta que yo no estaba de acuerdo con el modelo económico imperante, el neoliberal que está basado en la subsidiariedad y la privatización no solo de las empresas públicas sino de las funciones del Estado. Yo renuncié a los lineamientos de derecha, pero tampoco me los de izquierda. Chile debería tomar lo mejor que tiene cada una de las dos visiones.
El capitalismo tiene la visión de producir riqueza a través del esfuerzo personal y el socialis: mo tiene la posibilidad de redistribuir con equidad esa riqueza. —¿ Cómo ha sido este periodo como vicepresidente de la Cámara? Partió tumultuoso. —Partió con complicaciones, pero ya las tán mucho más tranquilas.
Nos dio a la mesa la posibilidad de poder demostrar que no había ningún veto en la agenda de seguridad, parte de los primeros temores ha dado prioridad a varios proy: tos ión a esa materia. Y la |, no ha habido ideologías. La diputada Cariola ha estado a la altura del cargo que ostenta. Tenemos muy buena relación, la teníamos desde antes. Sabemos cuáles son los lugares comunes que tenemos y cuáles son aquellas legítimas parcelas de desacuerdo. No hay nada que unifique más que las diferencias mutuamente aceptadas. —Su llegada terminó con usted expulsado del PDG. ¿Cómo vivió ese episodio? —Fue bastante lamentable en lo personal. Yo lamento que el PDG haya iniciado como un bonito proyecto de centro político y haya terminado como una secta de derecha. Hay muy poco espacio para la discrepancia. Yo vi en chats, en redes sociales, muy poca transigencia hacia las opiniones disidentes. Tampoco para construir un centro. La opi nión de algunos militantes es muy cercana a los republicanos.
Las actitudes intolerantes E 2 z 3 z 3 E E Gaspar Rivas, vicepresidente de la Cámai “Además de esta e N que soportar burlas” “Cuando la gente menos sabe, más propensa es a juzgar”, dice el diputado que acá habla del TOC con el que tiene que lidiar a diario. Además de su preocupación por la seguridad país, de su salida del PDG y de su particular estilo. “Yo no estoy para obedecer”. Se producían desde arriba, desde una estructura que era Franco Parisi y sus tres adláteres, los llamados Bad Boys.
Cio escribió en Ex-Ante: “Díscolo entre los díscolos, solo se puede predecir que no hará nada de lo que se puede esperar de él”. Es la fama que lo acompaña. ¿Hay algo de eso? —Bueno, sí.
La palabra díscolo significa desobediente y la verdad es que yo no estoy para obedecer y lo he demostrado muchas veces; nia cúpulas políticas, ni a órdenes de partido, ni eventualmente a las instrucciones que me den. Yo me debo solo a mi conciencia y al bien superior de los chilenos. Me decían dís: colo también en RN. Todos sabían mi trayectoria cuando ingresé al PDG. No me resel ni tampoco hice una reprogramación del di co duro. Sigo manteniendo mis opiniones, pero las expreso de una forma más acorde con la dignidad del cargo. O me las reservo.
Pero mi forma de pensar no ha variado un ápice. —Impredecible también, porque puede llegar a la Cámara con un peluche de Plaza Sésamo para aludir al Presidente de la República. —Yo lo llamo impactar desde la imagen. Desde esa lógica, me gusta mucho hacer uso de utilería. Y la he usado muchas veces: el monito, el rollo de papel higié nico, el zapato.
Una vez saqué huincha métrica para decir que un proyecto constituía un “traje a la medida”. Mis discursos suelen ser a veces como pequeñas obras de teatro con un guión que yo preparo y en donde expreso lo que yo siento y que representa el sentir de los ciudadanos. —Histriónico seguro. También se autodenominó como “el sheriff”. —El sheriff es básicamente una alegoría para representar el compromiso desde la tribuna parlamentaria. Es el compromiso férreo, inclaudicable, de propender a la mano dura respecto de la lucha contra la delincuencia.
Algunos pretendían ridiculizar porque están en desacuerdo y decían: “Si es el sheriff, que salga a cazar delincuentes”. Yo no estoy de acuerdo con esa idea de que los delincuentes son víctimas de la sociedad y es la sociedad la que tiene que hacer su mea culpa.
Esa es la posición buenista de la izquierda radical. —¿ Usted es partidario dela autodefensa? ¿ De la tenencia libre de armas? —Yo estoy de acuerdo con que la gente pueda comprar armas legalmente, inscribirlas y tenerlas guardadas en sus casas.
Con que la gente salga a la calle y se agarre a balazos, como si fuera el “Lejano Oeste”, por supuesto que no. —Pero todos los expertos señalan que una sociedad se vuelve más peligrosa cuando se permite el libre acceso a las armas. —Puede ser. El arma es el derecho a la defensa. Y yo prefiero mil veces tenerla y no necesitarla, que necesitarla y no tenerla.
Porque hay que estar en el caso de un padre al que se le mete una turba de delincuentes a la casa, que está muy de moda, y que viola a su hija de 15 años. —El ministro Cordero reconoció que el país está “al borde de una crisis carcelaria”. —Es una espiral que va en crecimiento. La lógica de ampliar la infraestructura carcelaria, y sobre todo de alta seguridad, es parte delo quese necesita.
Yo apoyo la política carcelaria y mano dura del presidente Nayib Bu Kele, que ha dado muchos resultados, con todas las críticas que tiene. —El problema es el atropello de los derechos humanos de los presos. —Yo le aseguro que, en Chile, los ciudadanos no están preocupados por los derechos humanos de los delincuentes. Yo entré aquí a defender a los ciudadanos honestos, trabajadores, sobre todo aquellos de clases sociales vulnerables.
Me gustaría que aquellas personas que no tienen los recursos para comprar un arma, porque son caras, tengan también una protección del Estado, a través delas policías y de un sistema judicial que no los abandone. —¿ Y cómo controlar el tema de la migración? Ahora con la situación en Venezuela, se espera un notable incremento. —Por razones de seguridad nacional, creo que hay que cerrar la frontera para la migración legal. Chile ya cumplió su cuota de humanitarismo con Latinoamérica. Ya la esponja no absorbe más agua.
Y respecto de la migración ilegal, no queda más que, aunque sea cliché, poner una barrera física —¿ Algo así como la zanja de José Antonio Kast? —No, más bien un muro como el del presidente Trump. Es plenamente viable. Es como si la gente se metiera al patio delantero de una casa para hacer un picnic. ¿Va a poner un letrero que diga “no sentarse”? Como el perifoneo del Ministerio del Interior. Es muy inúDicen 'me da la mano y después se la va a lavar. Y no es que piense que son cochinos. Si fuera mi propio padre yo tendría las mismas aprensiones”. Yo no quiero casarme ni tener hijos. No soy tan tradicionalista en ese aspecto”. Til. Hay que poner una reja. Lo mismo, Chile tiene derecho a cercar aquellos lugares en donde se puede colar gente. La Gran Muralla China se construyó para evitar invasiones. “Uno convive con la depresión” Rivas detectó los primeros indicios de su TOC cuando era muy niño, pero lo vio ya de frente cuando murió su madre de cáncer, en 1997. “Y fui diagnosticado recién a los 25 años, por una psiquiatra en Los Andes, que me explicó todo.
Yo estaba desesperado por mi depresión, porque esto va ligado habitualmente a la depresión, Ahí recién entendí que no era el único que estaba viviendo esto, que son miles de personas que viven lo mismo en el mundo. No estoy solo, no estoy loco tampoco”, señala. “Mi madre era dueña de casa, y mi padre es abogado. Tengo una hermana menor y tengo una relación un poquito difícil con mi padre, que es muy voluntarioso. El amor por el servicio público nació solo. Tenía 10 años y ya me gustaba la política. Estudié derecho pensando en dedicarme a la política”, relata. —¿ Su padre lo pudo acompañar en el proceso de su enfermedad? —Estaba, pero no apoyando. Mi papá creía que lo mío eran mañas. En esa época, no se entendía mucho.
Ignoro qué opinión tendrá él ahora. —+¿ Por qué decide hablar del TOC desde su cargo de poder? —Es una forma de romper el tabú, de luchar contra la barrera de la vergiienza y discriminación cultural y social que existe. Hay una negativización de las patologías mentales. Todas son inmediatamente etiquetadas de “locuras”. El TEA, el síndrome del Asperger, el TOC, bipolaridad, incluso la depresión endógena, todos siempre bajo un halo de avergonzamiento. La persona no se atreve a compartirlo, ni a pedir ayuda, muchas veces. Y cuando lo hace, esta ayuda es sistemática mente cara. La gente queda estigmatizada, se ridiculiza al paciente.
Lamentablemente, se cree que las enfermedades son visibles, como cuando a alguien le falta una pierna, pero una enfermedad mental no lo es. —El Presidente Boric dijo algo parecido cuando habló de su TOC, que es una procesión que se lleva por dentro. —Exacto. Muchas veces el sufrimiento es interno y solo lo conoce su círculo más cercano. Yo he recibido siempre muchas burlas, porque me lavo las manos, porque no puedo pisar las líneas del piso, tonteras así. Yo en mi pupitre tengo mi toalla de papel, una botellita de alcohol con dosificador. Más una crema para las manos, porque como me las lavo mucho, se me resecan. Limpio mi asiento todos los días, pero cuando salgo a la calle no puedo estar limpiando todos los espacios, porque no hay quien resista. Pero si llego a un restaurante y la silla se ve sucia, no puedo.
Y si me llego a sentar la obsesión de estar sucio me genera una angustia, que se libera solo a través de la compulsión, que es limpiarse. —+¿ Pero ya cuando la gente lo conoce, existe un grado de confianza y de entendimiento con respecto a su conducta, supongo? —En el Congreso todo el mundo me comprende. Yo saludo con el puñito. Pero a veces cuando voy al territorio, tengo que dar la mano, porque no puedo estar explicando esto a todo el mundo. A veces se sienten sino lo hago. O dicen “me da la mano y después se la va a lavar”. Y no es que piense que son cochinos. Si fuera mi propio padre yo tendría las mismas aprensiones.
Es un trastorno psiquiátrico y yo no lo puedo controlar. —Entiendo que, a veces, le complican los horarios porque tiene que cumplir con algunos rituales antes de salir de la casa. —Claro, porque me demoro entre 10 y 20 minutos en lavarme los dientes, dependiendo del grado de apuro. Como me cepillo el paladar y la lengua, me he llegado incluso a sacar sangre. Y me ducho con un relojito para no perder la noción del tiempo. Normalmente ando con la piel reseca, porque mi cuerpo está muy refregado. Todos los días limpio mi billetera con wipes. Limpio mi celular también, mi reloj, las llaves, los audífonos. Cuando veo celulares con la pantalla con las marcas de los dedos o la grasa del rostro, nooo, olvídese. No puedo. Que a usted le cuesta lidiar consigo mismo, no debe ser fácil. —Es agotador, es cansador. A veces quisiera acostarme y no puedo porque tengo que limpiaralgo. O a veces termino de limpiar una cosa, se me cae al suelo, y tengo que volver a limpiarla. Es una enfermedad cara. Además delos medicamentos, gasto en alcohol, wipes, toallas de papel; muchas veces he echado a perder zapatos, cinturones, billeteras, hasta teléfonos, porque les entra un poquito de líquido. Además de esta enfermedad que es un calvario, que se lleva en silencio, uno tiene que soportar burlas de personas que no tienen ni idea. Y cuando la gente menos sabe, más propensa es a juzgar. —4¿ Lo perjudica en términos laborales? —Yo cumplo. Me costará llegar a la hora, pero mi trabajo lo hago y trato de compensar siempre con otras cosas. Trato de ser distinto al resto de los políticos que llegan a la hora, pero la gente se queja porque no están cuando los necesitan. Yo siempre estoy. —¿ La depresión la ha podido llevar bien? —Bueno, uno convive no más con el problema, trata de sobrellevarla día a día. Siempre persiste. Uno se siente solo. Además, yo me impongo metas muy, muy, altas. Eso hace que difícilmente las pueda lograr. Estoy siempre autoexigiéndome. —¿ Y está en busca de construir su propia familia? Hace poco lo vieron en una aplicación de citas. —Yo llevo varios años sin pareja y entré a Tinder. Ahora estoy en Bumble, para ver si conozco a alguien. Pero cuesta. Yo tengo el perfil verificado, pero algunas muchachas han pensado que es falso. Hay mucha desconfianza. Tal como en la vida real, en el mundo digital uno se expone a lo mismo. Uno se puede encontrar con una persona maravillosa o con un psicópata. Recuerdo a uno que tuvo una cita, le robaron y amaneció con el departamento vacío. Hace diez años conocí a una novia (ucraniana) por Facebook. Bueno, me gustaría tener una relación. Yo no quiero casarme ni tener hijos, eso sí. No soy tan tradicionalista en ese aspecto.