La PAES y el mérito
Mauro Basaure Acadér de Sociología UNAB pom» ada año en estas fechas, miles de jóvenes provenientes de familias vulnerablesenfrentan la PAES con una mezcla de esperanza y resignación. Algunos ni siquiera sueñan con ciertas carreras o universidades: la autocensura ha hecho su trabajo silencioso mucho antes de que rindan la prueba. Otros, en cambio, se aferran a una posibilidad que las estadísticas desmienten: ser la excepción, el que rompe la regla, el que demuestra que sí se puede.
En las conversaciones con estudiantes deliceos públicos emerge siempre este enigma y contradicción: saben perfectamente que el sistema reproduce privilegios, que los colegios privados monopolizan los mejores puntajes y las mejores universidades y posiciones, que las desigualdades sociales se traducen en desigualdades educativas.
Y, sin embargo, cuando hablan de sus propias posibilidades, muchos mantienen una terca esperanza: “yo puedo ser diferente”. ¿Cómo explicar esta extraña convivencia entre lucidez sobre la injusticia del sistema y el optimismo individual? Quizás porque ese sistema necesita ambos para funcionar. Necesita suficiente autocensura para mantener las jerarquías sociales; es decir, haber internalizado su posición social y ajustado sus aspiraciones de acuerdo con ello. Pero también necesita suficientes excepciones para legitimarse. Cada estudiante de origen modesto que logra entrar a una carrera y universidad de élite sirve “La PAES revela cada año y sin excepción las transformando diferencias de origen en diferencias de mérito. La PAES revela cada año y sin excepción las contradicciones de una sociedad que necesita creer en el mérito mientras lo niega sistemáticamente. El verdadero desafío no es abandonar de plano este principio, sino rescatarlo de su función legitimadora de la desigualdad.
Esta tensión se reproduce en las propias familias: padres que saben de las desigualdades del sistema, pero aliencomo prueba viviente de COntradicciones de a sus hijos a “dar la que “cuando se quiere, una sociedad que pelea”; profesores (cada se puede”, aunque las necesita creer en el vez menos, lamentableestadísticas muestren que en realidad son “los que pueden, los que quieren y pueden”. El mérito se convierte así en un arma de doble filo. Como principio normativo, representa un ideal de justicia que no podemos dejar caer: la idea de que el esfuerzo y las capacidades importan. Pero en su forma ac.
Tual, funciona como una máquina de legitimación de privilegios heredados, niega mérito mientras lo sistemáticamente”. Mente) que reconocen las limitaciones estructurales, pero se esfuerzan por motivar a sus estudiantes; jóvenes que oscilan entre la lucidez crítica y la necesidad de creer en sus posibilidades. No es simple autoengaño: es la compleja manera en que una sociedad desigual maneja la contradicción entre sus principios de justicia declarados, de una parte, y la injusta ycruda realidad cotidiana, de la otra.