Autor: Gonzalo Serrano del Pozo Doctor en Historia, director de Postgrado Facultad de Artes Liberales Universidad Adolfo Ibáñez
COLUMNAS DE OPINIÓN: Doctor en Historia, director de Postgrado
COLUMNAS DE OPINIÓN: Doctor en Historia, director de Postgrado Gonzalo Serrano del Pozo Doctor en Historia, director de Postgrado Facultad de Artes Liberales Universidad Adolfo Ibáñez 66 Alguno podrá decir que la prioridad en el gasto de los recursos del Estado debe estar puesta en las crisis en seguridad, salud y educación. Sin embargo, no se trata de eliminar los gastos en áreas que, a simple vista, no nos parezcan TV eND fines de septiembre, se dieron a conocer los estados fiA nancieros de Televisión Nacional. Según estos, el monto de las pérdidas asciende a $10.8882 millones de pesos, una cifra que para cualquier chileno resulta casi inimaginable.
El presidente del directorio, Francisco Vidal, emplazó a los medios al señalar: "Aquí llegó el momento de que el Estado de Chile, el Estado, no el gobierno que está pasando, el Estado diga queremos tener televisión pública". El problema de Vidal (además del mal momento de su equipo Santiago Wanderers) es que, asus 71 años, pareciera no entender cómo funcionan los chilenos en el siglo XXI. Yo lo aprendí hace algunos años, cuando me di cuenta de que mis hijos no necesitaban un televisor. Todo lo que ellos querían estaba en sus celulares a través de Netflix, YouTube, Instagram, Tik Tok o Twitch. Los niños y jóvenes no necesitan la TV Grama o revisar el diario para esperar la programación del día.
Ellos ven sus programas a la carta en el momento y donde quieren (incluido el baño). Atrás quedaron los años de Televisión Nacional cuando esperábamos las noticias a las 21:00 con Cecilia Serrano y Bernardo de la Maza para después ver Informe Especial o El Mirador de Patricio Bade Patricio Baurgentes, sino en hacer un buen uso de los recursos. Todo lo opuesto a lo que sucede en Televisión Nacional, con un modelo del siglo XX, ineficiente y añejo, pero, sobre todo, ñados.
La diversificación de canales de comunicación a partir de la irrupción del cable, estos últimos años, se ha acentuado a tal punto que quienes ven televisión son un excesivamente caro". sector específico de la población cuya edad sobrepasa el medio siglo. Los jóvenes, adolescentes y niños, en cambio, no tienen idea para qué es una antena ni tampoco que alguna vez hubo que esperar a que comenzara un programa.
Si uno quería ver el Jappening con Ja, Alf, a Ángela Contreras y Bastián Bodenhófer en Ámame o Sábado Taquilla debía esperar todo lo que venía antes e informarse, a la fuerza, de lo que estaba ocurriendo (o de la parte de la que querían que nos enteráramos). En mi caso, recuerdo el soponsio de los domingos, esperando que acabara la noche de Best Sellers, para ver todos los goles de la fecha en Zoom Deportivocon el "Sapito" Livingstone y Pedro Carcuro.
El problema de las actuales generaciones es que, a través de sus aplicaciones, se dejan llevar por el efecto burbuja de las redes sociales que funciona de acuerdo con el interés de cada uno, Si al adolescente le gusta Arturo Vidal, Marcianeke y las zapatillas de marca, el algoritmo que está detrás del éxito de estas redes se preocupará de proveerle esa información a fin de retenerlo y no incomodarlo.
Da lo mismo que Irán y Líbano estén en guerra con Israel, la disputa presidencial en Estados Unidos, incluso de los WhatsApp de Hermosilla y el sueldo de Cubillos, todo eso es descartado por una inteligencia artificial parano aburrir al usuario y mantenerlo, como si se tratara de una araña, atrapado en sus redes.
Esto, sumado a la baja del capital cultural que enfrentan hoy las familias, absorbidas por largas jornadas de trabajo y una educación instrumental, provoca que la mayoría de los jóvenes se destaquen, tristemente, por su ignorancia sobre cuestiones que antes eran elementales.
Si el Estado debe invertir recursos, ya no es en una televisión abierta, menos en una que transmite teleseries, matinales y concursos, sino en la creación de contenido cultural que sea di'námico y entretenido y que éste se filtre en las redes a través de todas estas aplicaciones que ocupan los jóvenes. Alguno podrá decir quela prioridad en el gasto de los recursos del Estado debe estar puesta en las crisis en seguridad, salud y educación. Sin embargo, no se trata de eliminar los gastos en áreas que, a simple vista, no nos parezcan urgentes, sino en hacer un buen uso de los recursos. Todo lo opuesto a lo que sucede en Televisión Nacional, con un modelo del siglo XX, ineficiente y añejo, pero, sobre todo, excesivamente caro. La La La.