Autor: IÑIGO DÍAZ
De extremo a extremo: miradas a la música actual en cinco discos
De extremo a extremo: miradas a la música actual en cinco discos “Q uiero hacer un aquellas persosalud por todas nas que han dedicado su vida a cultivar el folclor nacional, ya que gracias a ellos hoy estamos aquí”. En medio de la trama sonora tejida por la flauta, el oboe, el fagot, el clarinete y el corno del Quinteto de Vientos Usach, la música de pronto se detiene. Entonces el compositor Julio Hernaiz (1990) hace un brindis a la manera de los cuequeros. Es el tercer movimiento de la obra “Desentonada 4”, de Hernaiz, salvo que él lo denomina “patita”, como si fuera un pie de cueca. “En la cueca son siempre tres patitas. La segunda y la tercera van juntas, para que las parejas de baile no se desarmen”, explica el compositor, que aprendió a bailar cueca de niño gracias a su madre, en Concepción. “Desentonada 4” es un nuevo álbum de Aula Records, parte de una serie donde Hernaiz toma el folclor y la cueca como inspiración y centro. En gran parte es una dedicatoria al fallecido Guillermo Rifo, de quien él fue uno de sus últimos alumnos. “Rifo tenía ese lenguaje orquestal en el que incorporaba el folclor y el jazz”, define. Como músico de formación docta, Julio Hernaiz se ubica en un punto de este espectro musical. Pero la composición actual se ramifica y proyecta hacia distintosespacios, como lo expone el compositor Juan Pablo Abalo (1978). Ha publicado piezas de cámara, operetas, electrónica procesada y e incluso canciones pop. Recientemente realizó una “recomposición” de “Lontano”, de Ligeti, que se estrenó en la Bienal de Arquitectura de Rumania. Ahora, con el sello 11:11, editó el disco “Nocturno” junto al músico Andrés Abarzúa. “Hay una mirada experimental desde la electrónica, los sintetizadores y los instrumentos musicales procesados. Trabajamos con la idea del microsonido, intentando imitar el mundo sonoro de los insectos en su comportamiento. Actualmente la música contemporánea está expandiendo sus límites”, dice.
También en Estados Unidos se encuentra el saxofonista y compositor Cristóbal Castillo Lackington (1989), quien desde Nueva York envía el álbum de solo 14 minutos de duración, “Música para 20 sonetos”. Está basado en la poesía del autor chileno Andrei Taiba Saca. “Mientras él recitaba yo improvisaba con el saxofón, en micropiezas de entre 35 y 50 segundos. Luego las transcribí a la partitura y fueron incorporadas al libro Bramidos, de Andrei”, dice. Cristóbal Castillo presenta una música puramente acústica, mientras que la del magallánico Rafael Cheuquelaf (1975) es casi puramente electrónica. Está estrenando su séptimo trabajo, zabal es una exponente de la improvisación libre. “Tiempo profundo”. Cheuquelaf vuelve observar la historia y la geografía de su territorio, aquí desde otras ciencias, la geología y la paleontología. Fue resultado de una residencia de un año en la U. de Magallanes. “Exploramos la isla de Tierra del Fuego y usamos la imaginación para retroceder en el tiempo, hacia el inicio del Ciclo de las Rocas. Estuve contemplando el Parque de los Estromatolitos, los restos de una verdadera ciudad construida por una colonia de cianobacterias, los organismos más antiguos del planeta, que aún existen”, dice. La música combina sintetizadores analógicos y softwares digitales, además de las voces del coro Arte Vocal.
Esas son voces que abren espacios en la música de Cheuquelaf, como también la voz solista expande la idea de canción en el disco “Caudal 2”, de la contrabajista, compositora e improvisadora Amanda Irarrázabal (1982). Con 16 álbumes, muchos de ellos de improvisación libre instrumental, en este trabajo ella accede al espacio de la narración con letra. “En el centro están la voz y el contrabajo y alrededor se ubican otros sonidos, como el piano, el chelo o el shamisen, un cordófono japonés. También tienen un rol la electrónica y los sistetizadores modulares.
Pero mis canciones están fuera de la estructur a q u e c o n o c e m o s ”, r e f i e r e Amanda, quien escribe textos en una lógica distante respecto de los requierimientos de una canción tradicional. Ella las llama “canciones expandidas”.. Desde la composición docta que cruza al folclor hasta la improvisación absoluta. Desde una canción que no es canción a la electrónica y la electroacústica de microsonidos. Aquí, un nuevo panorama de compositores y sus creaciones. Amanda Irarrá-