Autor: JOSÉ MAZA Premio Nacional de Ciencias Exactas 1999
“Patrimonio natural en peligro”
Señor Director: En carta a su diario, el 6 de diciembre, la Dra.
María Teresa Ruiz nos advierte del peligro que corre esa joya que es la zona al sur de Antofagasta, que alberga el VLT, que acogerá el ELT (telescopio gigante de 39 metros de apertura) y el CTA (telescopio de rayos gamma). Ese lugar, único en el mundo, con una contaminación lumínica de 0,2%, con 330 noches despejadas al año y una estabilidad atmosférica sin igual, está seriamente amenazado por el proyecto INNA de AES Andes, que quiere generar electricidad con paneles fotovoltaicos y generadores eólicos, produciría hidrógeno verde y construiría un puerto. Chile tiene seis décadas de relaciones con los observatorios internacionales. A la calidad excepcional de sus cielos se suma la enorme estabilidad regulatoria que les ha ofrecido. Si hoy dañamos la operatividad de estos tres observatorios, estaríamos destruyendo la reputación que hemos construido. Nuestra palabra y prestigio como país es un bien muy valioso que tenemos que honrar. Chile no dispone de los más de US$ 6.000.000. 000 que significan las inversiones del VLT, ELT y CTA, pero podemos contribuir a la investigación científica dando las mejores condiciones operativas a estos tres observatorios. Los observatorios extranjeros en Chile han contribuido a la astronomía nacional que hoy, gracias al 10% destinado para investigadores trabajando en instituciones chilenas, se encuentra en la "primera división” de la ciencia mundial. Por ello, proteger los observatorios extranjeros es permitir que nuestros jóvenes científicos sigan engrandeciendo la ciencia de Urania. El hidrógeno y el combustible verde, las energías verdes, son vitales para el desarrollo de nuestro país. Tenemos que ser primeros en hidrógeno verde, en el mundo; tenemos que obtener la independencia energética. Chile tiene muchos lugares donde pueden desarrollarse estos proyectos, sin degradar el mejor lugar del mundo para la astronomía. Instalarse a 7 kilómetros del área protegida de Paranal es mala idea. Hace tres décadas Chile donó esas tierras maravillosas a la Organización Europea, ESO, que instaló el VLT, en 1999. Estos proyectos de energías verdes, en estado de planeación, se deben llevar a cabo, pero lejos de Paranal.