Estudio y deporte
Estudio y deporte JUAN PABLO JARUFE COLUMNISTA El binomio estudio-deporte nunca se ha llevado muy bien, más allá de algunas excepciones en el tiempo.
Ya desde el colegio, muchos profesores ven con malos ojos a aquellos estudiantes que "pierden" clases por competir en diferentes disciplinas, más allá del valor intrínseco que el deporte tiene para el desarrollo integral de un ser humano.
El tema, en todo caso, comienza a fraguarse en el hogar, donde muchos padres tienden a menospreciar el valor de la actividad deportiva y a aconsejar concienzudamente a sus retoños para que estudien una carrera "con futuro", porque "la actividad deportiva tiene corta vida útil". Una mirada respetable, pero que no se condice muchas veces con el respeto a la vocación de aquel joven que puede ser muy talentoso en una disciplina, pero sin apoyo familiar tendrá que dilapidar aquel don y vivir con esa carga el resto de su vida.
La pregunta que le haría a esos padres es: ¿ por qué no dejar que sus hijos al menos lo intenten, realizándose en lo que les gusta y para lo que tienen habilidad? Si lo hacen bien, además, a futuro podrían ganar buen dinero y, llegado el momento del retiro, podrían estudiar una carrera formal o bien seguir ligados al mundo del deporte desde otra vereda, desarrollándose y ayudando a crecer a los futuros deportistas que pasen bajo su alero.
En mi caso personal, no tendría ningún problema en que mis hijos optaran por un futuro en el deporte, más allá de los estereotipos y de la cultura "carrerista" que vivimos, donde si uno no tiene un título en algo parece que no existiera como persona. Eso sí, concuerdo en que existen riesgos no menores en el camino, ya que no se trata de una ruta expedita, tanto por las dificultades propias de cada disciplina como por los riesgos ambientales existentes.
Con esto último me refiero, por ejemplo, a lo que ocurre con el fútbol, donde muchas veces hay jóvenes que provienen de entornos vulnerables y que pueden contaminar a otros, haciendo que se pierdan en vicios y prácticas reñidas con el espíritu deportivo.
También hay que atender a lo que acontece con el fatídico maridaje entre deporte y farándula, ejemplificado en los romances entre futbolistas y modelos, que muchas veces terminan perjudicando a los jugadores y sumiéndolos en un ambiente poco recomendable para un atleta. No obstante, en la vida hay que seguir sueños y no claudicar hasta conseguirlos.
La vocación no puede ser aplastada por prejuicios o barreras de entrada que solo conseguirán acrecentar un sentimiento de frustración y un resentimiento en las personas que ven coartada su posibilidad de hacer lo que más les gusta en la vida. Conclusión: ser deportista es tanto o más válido que ser ingeniero, abogado o médico, con el añadido de que no es obstáculo para posteriormente aspirar a una carrera formal. Estudio y deporte. - -