EDITORIAL: Un lugar donde no quiero caer
EDITORIAL: Un lugar donde no quiero caer Caer en la cárcel debe ser de esas cosas que no la doy ni al peor de mis enemigos. Nunca hemos estado cerca de caer, pero el solo hecho de pensarlo hace que me vuelva inquieto. Qué miedo caer justo ahora, en momentos de motines nunca antes visto, con hechos de violencia que aterran a cualquiera.
No solo le tengo miedo a los reos peligrosos (y a los no tan bandidos), sino que ahora resulta que las noticias dan cuenta que los trabajadores pagados por el Estado a cargo de velar por estos espacios, se corrompen lamentablemente. En la Corte de Apelaciones se verá finalmente el caso gendarmes de La Serena, imputados por delitos asociados al lavado de activos y al cohecho. Se trata de funcionarios de Huachalalume, recinto carcelario histórico del país, siempre metido en dilemas de presos.
Por un lado se ha producido la consecutiva detención de un número no menor de gendarmes involucrados en tráfico de armas y celulares, articulados desde el interior de las cárceles, lo que significa que son «soldados» del crimen organizado.
A esto se suma la destrucción de buena parte de la infraestructura de la ex cárcel de alta seguridad por internos del Tren de Aragua, en protesta por un corte de luz que «les impedía ver televisión». También se registra la «detención» del coordinador de un secuestro ocurrido en Talagante; es un ciudadano dominicano cuya «residencia» está al interior de la ex Penitenciaría, recinto teóricamente bajo control de los inhibidores de señal. Pese a los esfuerzos de Gendarmería por apartar a los funcionarios corruptos, la evidencia indica que el crimen organizado está operando desde el interior de las cárceles, permeando severamente a la institución penitenciaria. Es el momento de reconocer que se está frente a un problema de dimensiones insospechadas, y luego de ello surge la necesidad de un rediseño estructural del sistema penitenciario.
La actual estructura responde a una realidad que dista radicalmente de la que existía en 1979, fecha de la última gran restructuración de Gendarmería, en la cual se homologaron las funciones de seguridad con las de reinserción. La cárcel, sin duda, un lugar donde no quiero caer..