"Volví de Francia un poco más socialdemócrata"
El exministro, que hasta el año pasado estuvo de embajador ante la OCDE en París, dice “que es escandaloso que el Gobierno no se preocupe del crecimiento como prioridad.
Y cuando digo esto me refiero también a toda la elite política”. Carolina Méndez 6 Te abro el portón, sube, es al final”, indica Felipe Morandé (69) para explicar cómo llegar a su casa en Lo Curro, Vitacura, cuya vista domina Santiago desde las alturas. Luego, y al interior de un living con amplios ventanales, se observa en detalle la capital cubierta de smog. “¿Te costó mucho llegar?”, pregunta de chaqueta y corbata al saludar. Economista UC y exministro de “Transportes de la primera administración de Sebastián Piñera (2010-2011), Morandé regresó a Chile hace justo un año.
Junto a su familia estuvo radicado en París sirviendo —entre 2018 y 2022— como embajador ante la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE). Allí presidió el Comité de Presupuesto e integró el Comité de Auditoría. “Mi misión en Francia sirvió para acercar el organismo al segundo mandato del Presidente Piñera. Fue desafiante, porque había varios en el Gobierno que tenían recelos de la OCDE. Esto, porque había sido condescendiente con las medidas de Bachelet 2, particularmente con la gratuidad universitaria, que en estricto rigor había sido desaconsejada por la OCDE”, dice. Candidato a concejal por Vitacura (Evópoli), el doctor en Economía de la Universidad de Minnesota (1983) se acomoda en una vidriada mesa de comedor. Habla sin prisa, en tono amable y estilo académico. Exjefe programático de la candidatura presidencial de Evelyn Matthei (2013), cuenta que en julio del año pasado se integró como profesora la Escuela de Gobierno de la UC. Ahí, donde imparte cursos en la carrera de Administración Pública y en el magíster en Políticas Públicas, se ha topado con Andrea Repetto, Harald Beyer, Susana Claro (Icare) y el politólogo Juan Pablo Luna. “La gracia de este lugar es que es muy diverso políticamente y con una óptica multidisciplinaria. Estoy muy a gusto”, comenta. —¿ Regresó distinto de su estadía en París? —Te diría que volví de Francia un poco más socialdemócrata en cuanto a valorar la regulación de los mercados cuando se justifica. Claro, eso siempre con una buena regulación que no inhiba el emprendimiento.
También volví más cambiado en cuanto a una preocupación por el progreso entendido ampliamente, es decir, desde el crecimiento más una mejor distribución del ingreso. —¿ Y qué extraña de allá? —Se echa de menos la ciudad. Con Carola y tres hijos vivimos el último año en la avenida Foch, a dos cuadras del Arco del Triunfo. Además, extraño la baguette. Ellos tienen una que se llama “Tradición” que acá no se encuentra; mucho más crujiente que la convencional. “A Piñera le costaba entender mi modo” —Fue ministro del primer gobierno de Sebastián Piñera. ¿Cómo vivió su muerte? —Fue muy fuerte. No fuimos amigos de visitarnos en las casas, pero lo admiré intelectualmente y por su capacidad ejecutiva. Él fue mi profesor de Introducción a la Economía, en mi primer año en la Católica. Después fui su alumno en cuarto año de Economía Fiscal. Luego, nos encontramos en 2005 cuando compitió contra Lavín al interior de la centro derecha. Ahí serví como su jefe programático en materias económicas. Me acuerdo que en 2009 fuimos al parque Tantauco con un grupo y el Presidente me invitó a subirme a su helicóptero. Preferí no aceptar la invitación; me asusté, aunque él era un buen piloto. —Usted en 2010 llegó a hacerse cargo de las consecuencias del Transantiago. Me imagino que Piñera lo apresuraba para mostrar mejoras. ¿Le costó acostumbrarse a su ritmo? —Mas bien a él le costaba entender mi modo (ríe). Y sí, él apuraba para que sacáramos las cosas. Al enfrentarnos a un tema como el Transantiago, la urgencia por resultados en el corto plazo era muy grande. Además, tuve la ingrata tarea de aceptar un montón de alzas en las tarifas que no eran muy populares.
Sin embargo, fueron necesarias porque el Gobierno anterior las había dejado en el piso. —Hablando de estar en el piso, como execonomista jefe del Banco Central (BC, 19972001) ¿ Cómo ve la situación? El BC recién redujo a 1,8% la estimación de crecimiento de largo plazo. —Es dramático.
Este año vamos a crecer entre un 2 y un 2,5%; y el crecimiento potencial es menor a un 2%. A eso significa que si queremos estar a la altura de Grecia, que está en la parte inferior de los países desarrollados, lo lograremos el año 2060. En cambio, si creciéramos al 4% lo lograríamos el 2030. Por eso es escandaloso que el Gobierno no se preocupe del crecimiento como prioridad. Cuando digo esto me refiero también a toda la elite política.
Deberíamos estar discutiendo cómo hacer progresar la economía, no enfocándonos en políticas solamente redistributivas. —¿ Cómo ha visto la gestión del ministro Marcel en esa materia? —El ministro Marcel manifestó desde un principio que le interesaba promover mejoras en la productividad. Sin embargo, Marcel manifestó que le interesaba promover mejoras en la productividad. Sin embargo, se le ha visto empujando un pacto fiscal con énfasis en recaudar más”. Mi misión en Francia sirvió para acercar el organismo al segundo mandato del Presidente Piñera. Fue desafiante, porque había varios en el Gobierno que tenían recelos de la OCDE”. En la práctica, se le ha visto empujando un pacto fiscal con énfasis en recaudar más; no en el crecimiento. Ese pacto, junto a la reforma de pensiones, son las dos batallas que el Presidente Boric quiere dejar ganadas. Y ninguna de las dos está enfocada en volver a crecer. Debiéramos retomar el objetivo de alcanzar el desarrollo en una década. —La reforma previsional está estancada hace por lo menos una década. Hace poco, el economista Tomás Flores sostenía que llegar a un acuerdo pasaría más por un asunto político que técnico. ¿Usted ve factible un pacto en este tema? —Está complicado.
La propuesta del Gobierno de destinar un 1% para beneficiar a las mujeres, tres puntos a la cotización individual y dos a un préstamo que le hacen los empleados activos al Estado, para que este se lo pase a los jubilados actuales, puede funcionar. Lo que sí, hay que cuidar los detalles. Porque el Estado así se endeudará más. Lo otro es que nadie habla de la edad de jubilación. Si los hombres y las mujeres trabajáramos cinco años más, lo que es coherente con una mayor esperanza de vida, tendríamos una mucha mejor pensión. El proyecto de reforma del Presidente Piñera contemplaba un incentivo fiscal para que las mujeres quisieran trabajar esos cinco años extra, medida que desapareció con la actual propuesta. —Entonces no se pensó a futuro. Cuando se crearon las AFP (1981) la esperanza de vida de los chilenos era menor. Desde entonces, nuestra población se ha hecho más longeva. —Y ese fue un error.
Porque la tasa de cotización en el modelo de reparto era del orden del 20%. Pero lo que hizo Pinochet, en forma muy populista, fue reducirla tasa de cotización del 20 al 10%. Cacareó que el sueldo líquido estaba subiendo por esta razón. Esa fue la manera de vender el cambio de un sistema a otro; y se equivocaron, porque no pensaron a 30 años plazo. Si hubiéramos tenido una tasa de cotización más cercana al 15% hoy estaríamos en otra situación.
En este país cotizas a una tasa del 10%, en circunstancias que Europa o Estados Unidos lo hacen cerca del 20%. “Creemos ser un país poco corrupto” —Hemos tenidos casos de corrupción y ahora estalló el caso Hermosilla. ¿Cómo nos ve la OCDE en este aspecto? —Cuando se descubren casos como este uno lo lamenta, porque creemos ser un país poco corrupto. Yo creo que la OCDE nos ve como una nación institucionalmente sólida donde los casos de corrupción son más bien aislados y de pequeña cuantía. No son de cientos de millones de dólares. Sin embargo, eventos como los casos Audios y Fundaciones, sí que afectan la imagen país. Las instituciones en Chile siguen siendo sólidas pero la confianza de la gente en ellas está horadada. Si tú eres inversionista extranjero, vienes acá y te sujetas a las reglas no debieras tener problema. El tema es que las reglas a veces son demasiadas y se administran bastante mal.
Todo este asunto de la permisología abre el espacio para que funcionarios públicos manejen los tiempos, pasen carpetas más arriba de otras y puedan corromperse. —En Chile se ha construido una regulación que ha impuesto una carga adicional sobre los servicios públicos. El sistema se ha vuelto muy complejo según la OCDE. —Lo que pasa es que en Chile está muy dispersa la regulación, depende de muchas reparticiones e instituciones públicas. Los proyectos de inversión tardan muchísimo. Hacer una planta desaladora toma doce años.
Para levantar un proyecto, si estás haciendo una excavación y descubres algo arqueológico, aunque sea un cacharro sin valor, debes comunicarlo al Consejo de Monumentos Nacionales, una de las instituciones que más demora en responder con los permisos. El tema es que el proyecto de ley para disminuir los tiempos de las autorizaciones, que se está tramitando en el Congreso, no incluye a dicho Consejo.
Así que ante este tipo de iniciativas seguiremos entrampados. —¿ Qué paradigma marca la nueva ley de Delitos Económicos para la economía y los empresarios? —Se suma a otras, como la llamada ley Karin, que en su conjunto aumentan los riesgos del emprendimiento. Y aunque están bien inspiradas, dejan muchos delitos o faltas mal tipificadas. Con esto, las empresas y los emprendedores quedan un poco a merced de la arbitrariedad del juez.
Se podría haber hecho mejor sin duda; esta norma crea un marco penal diferente y más estricto que para otros delitos, lo que afecta el principio de igualdad ante la ley. —A cinco años del estallido social, ¿tiene una explicación económica el origen de las protestas masivas del 18-0? —Todavía no está todo dicho sobre las razones de la violencia desatada en octubre de 2019. Pero ciertamente el agotamiento de la economía sufrido en la administración de Bachelet 2, ralentizó el progreso que traía el país hasta comienzos de la década pasada. Y eso afectó negativamente el bolsillo de la gente y sus perspectivas de futuro. Trajo consigo también un período de confusión política que aún no termina totalmente.
Además, de un ambiente negativo para la inversión. —De todas formas un 88% de los chilenos sigue anhelando cambios, según el informe de Desarrollo Humano elaborado por el PNUD. —Un 88% quiere cambios que traigan más progreso y bienestar, para las actuales y futuras generaciones. En esto es relevante ver el tema de la educación. Hay estudios de la OCDE que indican que en Chile apenas un 25% de la población es capaz de entender un manual de instrucciones. La educación pública está de capa caída después que los liceos emblemáticos fueran destruidos. Por esa razón, no están cumpliendo una función de movilidad social, como en el pasado. Hoy no se necesita m: educación, sino una mejor educación.