Dejen al vino crecer
Dejen al vino crecer Pamela Villagra Periodista gastronómica y consultora en turismo gastronómico Cambiando paradigmas desde Gastromujeres Viajamos en Ruta de Los Abastos Miembro de Mujeres en Turismo Mientras la gastronomía crece como una industria turística importante en el país, el vino, su aliado estratégico, sufre la aplicación de normativas que siguen ahuyentándolo de las mesas nacionales.
El siete de julio entró en vigencia a Ley de Etiquetado de Alcoholes, ue expande la exigencia de sellos n los licores con una graduación Icohólica igual o mayor a 5,00 que e comercializan en Chile.
Una ormativa que obliga a mostrar, mpresa o adherida, una etiqueta e color blanco y negro con tres advertencias, enfocadas en utomovilistas, mujeres mbarazadas y menores de edad, y a leyenda: “El consumo nocivo de alcohol daña tu salud”. La etiqueta o podrá abarcar menos del 15% e la superficie de la cara o tiqueta posterior del respectivo nvase, caja o embalaje; y, con odo, no podrá tener una dimensión nferior a 6,2 centímetros de ancho 3,5 centímetros de alto, y deberá star siempre a la vista en todos os puntos de venta. La medida, seguran las autoridades sanitarias, busca advertir sobre los fectos provocados por el consumo de bebidas alcohólicas en la salud de las personas. Es una advertencia sensata, no podemos negarlo, sobre todo en un aís al que siempre se le achacan studios y cifras complejas especto a los problemas de onsumo de alcohol que padece su oblación. Una expansión egislativa que viene a engrosar las normas sobre etiquetado nutricional y pone el acento en favorecer una alimentación saludable, sean estos alimentos ólidos o líquidos. Ahora bien, considerar al vino un lcohol y no tratarlo como limento, es quizá el mayor objeto de problema, porque disocia su elaboración del aspecto cultural ue representa. El semáforo utricional, en este caso, genera istorsión. Al vino se le asigna un ojo absoluto, una señal de alerta, na causal de riesgo que lleva sociado que un consumidor ¡ ense que beber vino es malísimo, uando es todo lo contrario. Y está astante demostrado. Dicho en cristiano.
Con la nueva ey de etiquetado seguimos esincentivando el consumo interno, que ya está bastante isminuido y sumamos un nuevo olor de cabeza a la que, se upone, es nuestra bebida emblema, el embajador chileno en 1 mundo, uno de nuestros rincipales constructores de marcal aís.
El bajo consumo de vino en Chile uede parecer sorprendente dado ue el país es conocido por su rica radición vinícola y por ser el uarto exportador de vino a nivel mundial, in embargo, año ñQJa cifra disminuye, situándose en unos 14 litros per cápita por año, lo que es significativamente menor comparado con países europeos como Francia o Italia, donde el consumo puede superar los 40 litros anuales o con Argentina, cuyo consumo se sitúa en los 25.
Mientras el esfuerzo esté puesto en crear normas que demonizan al mo como bebida perniciosa, en mantener o aumentar los impuestos específicos y no en iseñar una estrategia integral de ultura y educación frente al vino, ue robustezca la forma en que se abra el vino en la sociedad hilena para que sea una bebida integrada a la vida diaria y a la astronomía del país, seguro que no aumentaremos el consumo ni ampoco lo haremos más responsable. Mientras escribo esta columna pienso en tantos productores de mo, grandes, medianos y pequeños, que dieron la batalla ontra esta nueva medida, pero no fueron escuchados. Pienso en ellos porque estos años les ha tocado más duro que a otros. El vino tiene una importancia significativa en la conomía y el patrimonio de Chile, bracémoslo con cariño, y aunque enga etiqueta, démosle el lugar que merece eiinuestramesas. 84 e r1 o o.