Un daño inconmensurable
Un daño inconmensurable L a caída del Instituto Nacional en los rankings de puntaje promedio de las pruebas de lenguaje/comprensión lectora y matemáticas ha impactado a la opinión pública. Hasta el proceso de admisión 2014, se ubicaba típicamente entre los 20 planteles de mejor resultado. Una excepción fue la admisión 2012, cuando se situó en el lugar 37, posiblemente producto de las movilizaciones estudiantiles de 2011, que afectaron la realización de clases. Sin embargo, en las admisiones 2013 y 2014 había recuperado su preeminencia. Su desempeño lideraba a otros liceos emblemáticos y ayudaba a que, en el 10 por ciento de mejores puntajes, algo más de un quinto proviniese de establecimientos públicos. En el reciente proceso de admisiones, por contraste, apenas un 12 por ciento tiene esa proveniencia. Es una pérdida aproximada de diez puntos porcentuales.
Tomando como referencia la admisión 2010 --un proceso en el que el Nacional se ubicó en el lugar 20, es decir, no entre los mejores resultados que alcanzó en esos años--, se puede comprobar que aportó un 16 por ciento del total de estudiantes pertenecientes al 10 por ciento de mayores desempeños.
Otros tres liceos emblemáticos, sumados, aportaron un 20,3 por ciento del total (Carmela Carvajal, 7%; José Victorino Lastarria, 6,7%, y Javiera Carrera 6,6%). Sin embargo, a partir de 2015, se comienza a observar un franco deterioro en el Instituto Nacional, seguido por los otros planteles.
Fue el resultado, por una parte, de permitir que dicho liceo emblemático fuese siendo copado por grupos radicalizados y, por otra, de que comenzase a cuestionarse su aporte a la educación chilena y pasase a ser, inexplicablemente, considerado parte de los problemas. Las anteojeras ideológicas más que la evidencia estuvieron a la base de esta aproximación. Ello dañó su espíritu y a toda su comunidad, que se enorgullecía de sus 200 años de historia.
A tal grado llegó este desprecio, que se le impidió seleccionar por aptitud académica, algo que no se le ha pasado por la mente a las autoridades de ciudades tan progresistas como Nueva York o Ámsterdam, que mantienen con orgullo planteles de estas características. Esa miopía política ha tenido graves consecuencias.
No solo ha retrocedido fuertemente el Instituto Nacional en su posicionamiento en el ranking de puntajes más elevados, sino que se ha reducido notoriamente la participación de jóvenes provenientes de la educación pública en ese 10 por ciento de mayores puntajes que "compite" por acceder a las universidades y carreras más selectivas. La movilidad social ha sufrido así un retroceso imperdonable. Esto ha tenido precisamente su origen en el deterioro de los liceos emblemáticos. En la admisión 2025, por ejemplo, el Instituto Nacional aporta solo con un 7,5 por ciento de esos puntajes. Y el número absoluto de jóvenes provenientes de este liceo con puntajes altos ha caído en 68 por ciento. A su vez, el Carmela Carvajal reporta ahora el 2,5 por ciento de esos puntajes y el número absoluto cayó entre 2010 y 2025 en un 76 por ciento. La misma tendencia se observa en los otros dos liceos mencionados. Y esto se repite en más establecimientos. En el Liceo de Aplicación, por ejemplo, los estudiantes que siguieron perteneciendo al 10 por ciento de mejores puntajes se redujeron en un 85 por ciento en el período analizado. Por supuesto, esto no ha sido compensado por mejores desempeños en otros planteles públicos. De ahí la caída de la participación de todos ellos en el grupo de altos puntajes. El daño a la educación pública ha sido, pues, inconmensurable. Mientras, la participación de estudiantes egresados de colegios privados en el grupo de mejores puntajes subió de 42 a 45 por ciento. Por supuesto, como es habitual, nadie ha asumido las responsabilidades de esta tragedia. Se ha usado como explicación la reducción en el tamaño relativo del sector estatal entre los estudiantes que rinden la prueba de admisión. Sin embargo, el indicador dominante es el enorme retroceso en el aporte de los liceos emblemáticos a la élite educacional y ello ha sido independiente de ese cambio de composición. Esto será recordado como un gran error histórico, pero se puede reparar y es deseable que el próximo gobierno impulse una reversión de estas políticas. Con la caída del Instituto Nacional y los otros liceos emblemáticos, la movilidad social ha sufrido un retroceso imperdonable..