Autor: POR WINSTON
Columnas de Opinión: ¿Alguien se acuerda del fútbol chileno?
Columnas de Opinión: ¿ Alguien se acuerda del fútbol chileno? imalno recuerdo, fue enS el año 1998 cuando tuve mi primer email. Era deStarmedia, uno de los primeros sitiosque ofrecía un correo, antes de que se popularizar (EHotmail y después, para los locales, AVTR. Desde esa épocahasta ahora, han pasado más de25 años y ahora el buzón del email es una casilla infinita de promociones del banco, seguros, libros, vinos y cervezas. Uno quiere dejar de comprar, pero no lo dejan tranqui-lo. Fidelización del cliente, me han dicho que se llama. Empresas como Amazon y Merca-doLibrehan llevado estoa otro nivel y ya saben qué van a pedirsus clientes antes de quelo hagan. En unos días, por ejem-plo, mellegará un correo informando que debo comprar la comida de mis perros, Roger y Bolt.
Netflix no lo hace nada mal; cada tanto, me manda un correo informando del último documental de Senna, la biografía de un jugador de fútbol, el reinicio de la temporada de Fórmula 1 u otra película de Liam Neeson en que le raptan a un familiar. Todos ya saben cómo funciona el mercado, estánal “aguaite” y como un pitbull, una vez que agarran a su presa, no nos sueltan jamás. En las grandes ligas ya lo entendieron.
Un amigo tuvo la suerte de ir al Borussia Dortmund en Alemania, un solo partido, que todavía está pagando, pero desdeese día le es-criben para contarles delos futuros encuentros, para saludarlo por el cumpleaños, la Navidad y año nuevo y, segúnél, para que vaya a probar la últimareceta de brawurst con chucrut que ofrecen en el estadio. ¿Qué ocurre, en cambio, con el fútbol chileno? Justo lo contrario.
Wanderers no juega delocal en su estadio desde el 26 de noviembre de 2024 (obviéel bochorno contra la U. de Concepción para que no se pongan allorar), Unión la Calera no lo hace desde el 10 del mismo mes, los hinchas de Everton no ven a su equipo en suestadio desde el 2denoviembre y qué decir de los quillotanos, queno ven acción enel Lucio Fariña desde el 28 de sep-tiembre, esto es, hace 121 días. Hace un par de décadas uno asumía que, a excepí delostorneos de verano, sejugaba en el estadio cada 15 días. Erasagrado. Uno se programaba y ordenaba para ira la cancha, como dicen los argentinos, era unrito quese hacía casi de forma automática. Hoy, en cambio, jugar de local, de das todas las trabas que existen, es una rareza.
Pienso, además, en todas esas personas que vivían en torno al estadio y los partidos: los vendedores de banderas, el que ofrecía tortillas de rescoldo, el vendedor de café extradulce, el promotor delos helados York, hasta el flaco que se ganaba unas monedas juntan-do gente en el paradero parair alestadio. Todos esos emprendedores hoy pierden por la ineptitud de los dirigentes y la cobardía de las autoridades.
Antes, cuando gran parte delos ingresos provenían del abono delos socios y delasen-tradas, esta situación habríaacabado en poco tiempo con la vida de varios de los clubes, peroesono ha ocurrido graciasa los ingresos de la televisión. Los giles como uno seguimos pagando por un servicio que está paralizado hace rato. Haciendo memoria, el último par-tido que vi fue el 7 de diciem-bre, en aquella tarde épica en que Limache derrotó por penalesa Rangers. Un gran partido, aunque no lo suficiente comopara pagar por un servicio que lleva 50 días sin ofrecer nada. Nosolo es culpa de la ANFP. y supaupérrima organización, también tienen la culpa las autoridades que hansido incapaces desde hace décadas de poner coto ala violencia y ofrecer un espectáculo seguro. Mientras lasnuevasempresas hanlogrado crear una serie de hábitos, la ANEP ha conseguido, en este último tiempo, justo lo contrario: demostrar que podemos vivir sin el torneo nacional y no morir en el intento. Nosotros ya estamos condenados aseguir esperando (un email, por lo menos), pero las futuras generaciones sontanimpacientes con voláti0s les.. AGENCIAUNO