COLUMNAS DE OPINIÓN: Confianza en la adversidad
COLUMNAS DE OPINIÓN: Confianza en la adversidad domingo agosto Dicen Dicen que los pueblos aprenden más de sus fracasos que de sus triunfos. Y si algo ha quedado claro en los últimos últimos años, es que los chilenos hemos aprendido.
No porque el camino haya sido fácil, ni porque la conducción del país haya estado a la altura, sino precisamente porque la adversidad adversidad nos ha obligado a abrir los ojos, a despertar de ciertos espejismos y, sobre todo, a hacernos responsables de nuestras decisiones.
Hoy enfrentamos una crisis económica de proporciones, con un costo de la vida que asfixia asfixia a las familias, con un desempleo que no cede particularmente en regiones como Magallanes y con un crecimiento que simplemente simplemente no llega. A esto se suma una inseguridad creciente, donde la delincuencia se ha instalado en barrios antes tranquilos, y donde la violencia se ha vuelto una amenaza cotidiana. Por otro lado, la salud pública vive colapsada, con listas listas de espera inhumanas, y una educación que sigue sin ofrecer igualdad real de oportunidades. oportunidades. La realidad es dura y no admite adornos: el país está mal conducido. El actual gobierno, que llegó con promesas de renovación, justicia social y nueva política, política, ha demostrado una incapacidad alarmante para gobernar. La improvisación, la falta de experiencia, experiencia, la ideología por sobre la técnica, y la desconexión con las verdaderas prioridades ciudadanas, han generado un escenario de deterioro deterioro constante. Ya no basta con discursos grandilocuentes ni con frases hechas: se requiere requiere gestión, liderazgo, visión de país. Y eso, lamentablemente, no está ocurriendo. Sin embargo, incluso en medio de esta tormenta, tormenta, surgen señales que invitan a la esperanza. Porque a pesar de todo, la ciudadanía está despertando. despertando. Ya no se cree cualquier eslogan, ya no se compra eL humo que antes se vendía con facilidad. Cada vez más chilenos comienzan a valorar la experiencia sobre la improvisación, el orden sobre el caos, y la seriedad sobre el show. La gente está aprendiendo a mirar con más profundidad, a exigir resultados, a evaluar trayectorias y a premiar la responsabilidad. Ese aprendizaje doloroso, sí, pero también necesario es parte de una madurez democrática democrática que se forja en la adversidad. Estamos entendiendo, como país, que no hay progreso sin esfuerzo, que no hay justicia sin orden, y que no basta con tener buenas intenciones si no se sabe gobernar. Porque gobernar no es un juego ni una tribuna para instalar consignas: es una tarea compleja, que requiere preparación, carácter y un compromiso real con el bien común. A lo largo de nuestra historia, Chile ha demostrado una capacidad admirable para sobreponerse a los momentos difíciles. Lo hicimos hicimos después del terremoto de 1960, el más fuerte registrado en la historia del planeta. Lo hicimos tras crisis económicas profundas, profundas, como en los 80, cuando salimos adelante con esfuerzo y reformas que sentaron las bases bases del crecimiento de las décadas siguientes. Y lo hicimos también cuando la política parecía parecía no ofrecer caminos claros, apostando por la unidad, por acuerdos, por volver a creer en nuestras propias capacidades. Hoy, nuevamente, estamos ante una encrucijada. encrucijada. No se trata de caer en el pesimismo ni de vivir anclados en la queja. Se trata de confiar confiar en nuestra capacidad de corregir el rumbo. De entender que, si bien nos equivocamos al elegir, también tenemos la posibilidad de rectificar. rectificar. Que si fuimos seducidos por discursos vacíos, también somos capaces de volver a apostar por proyectos serios, con visión de futuro, futuro, con conocimiento del Estado, con amor por Chile. Hoy más que nunca necesitamos confianza. confianza. No en los que hoy gobiernan porque han perdido el crédito, sino en nosotros mismos. mismos. Confianza en que sabremos elegir mejor. Confianza en que hay liderazgos capaces de ordenar, de gestionar, de inspirar y de recuperar recuperar el rumbo. Confianza en que aún es posible reencontramos como país y reconstruir lo que se ha perdido: el respeto por la autoridad, el valor del trabajo, el mérito, la disciplina y el amor por lo nuestro. Chile tiene todo para levantarse: talento, recursos, geografía privilegiada, una clase media media esforzada, emprendedora, y una historia marcada por el sacrificio y la superación. No estamos condenados al deterioro ni al desgobierno. desgobierno. Este mal momento puede ser también un punto de inflexión. Una oportunidad para que volvamos a valorar lo que de verdad importa. Para que elijamos bien. Para que recordemos que los países no se construyen con slogans, sino con esfuerzo, con responsabilidad y con visión de largo plazo. Hoy, más que nunca, debemos confiar. Confiar en que somos más fuertes que nuestras nuestras crisis. Que no estamos solos. Y que, como tantas veces antes, los chilenos sabremos ponernos ponernos de pie. No por arte de magia, sino por carácter, por coraje y por sentido de patria. Confianza en la adversidad César Cifuentes presidente regional PRI.