Autor: POR MATÍAS CONCHA P.
Hospedería del Hogar de Cristo de Curicó celebró 30 años de existencia
Hospedería del Hogar de Cristo de Curicó celebró 30 años de existencia HOSPEDEMIA CUKKCO BERITEL. porta si eres pobre: si tienes algo, lo que sea, te lo quitan. Antiguamente no pasaba nada. Por eso ahora hay mucho viejo que le cuesta retirarse del hogar y buscar una vida independiente, porque es muy peligroso, subraya. Maria Angélica lo resume con claridad: la pobreza ya no tiene una sola cara. Y en Curicó, esas más de 500 personas que hoy viven en la calle lo reflejan con fuerza. Los hay jóvenes y mayores; con hijos o sin ellos; solos o acompañados; chilenos y extranjeros. Algunos enfrentan enfermedades crónicas, otras lidian con problemas de salud mental o consumo problemático de drogas.
Muchas llegaron a la calle tras un quiebre afectivo profundo, la pérdida de su trabajo, una enfermedad, una discapacidad, el hacinamiento o la violencia en el hogar. la unica instrucción es hacer las cosas pensando como si se las hicieras a Cristo. Si arreglas una camisa, es como si fuera para Jesús; si arreglas una frazada, es como para abrigar a Cristo", señala. En estos 30 años, ¿cómo ha cambiado la pobreza? "Cuando empezamos, la pobreza era absoluta: dedos afuera de los zapatos, ropa sucia, mucho piojo, y debíamos quemar todo en tambores. Como había que quemar tanta ropa y ropa de cama, comenzamos a armar ropa y frazadas con tela de donativos y hasta telas nuestras; lo juntábamos todo. Hoy, al contrario, me atrevería a decir que se ve a más gente joven viviendo en la calle, y hablo de familias completas, incluso niños". GESTOS Reinaldo nunca se caso ni tuvo hijos. No formó una familia.
Y tal vez por eso valora tanto lo que encontro en la Hospederia de Hogar de Cristo en Curicó: gestos pequeños, cotidianos, que para el significan todo. "Lo más importante que me entrega el Hogar de Cristo es el afecto, tanto de los profesionales como de los compañeros, porque la soledad no es nada agradable. Me atrevo a decir que somos como una familia. Yo nunca me casé, jamás tuve hijos, no hice familia; entonces imaginate lo importante que es para mi que alguien me diga: "Buenos dias, cómo estás, qué necesitas, buenas noches". CURICÓ. Cuando los acogidos dormian, ellas cosian. Esa es la escena que más recuerda Maria Angélica Díaz (73), profesora jubilada que lleva tres décadas como voluntaria en la Hospedería de Curicó. Con sus manos, las frazadas y camisas se transformaban en algo más que abrigo; se convertían en dignidad. "Aun recuerdo que cuando ellos dormian en la noche, nosotros aprovechábamos de coser y arreglarles la ropa. Era un voluntariado muy sacrificado, pero hecho con mucho cariño. Yo empecé con mis dos hermanas; una ya se retiro por los años, pero la otra continua conmigo. Ella tiene 80 años y se llama Maria Laura. A los dos años llegaron muchas mas voluntarias, y a cada persona nueva que llega yo les digo: Acá existencia. Comenzó en calle Santa Fe con 40 camas que se ocuparon desde el primer dia.
Ahora lo hace en avenida Trapiche, en un Chile distinto; la pobreza ya no se mide en zapatos rotos ni frazadas infectas, sino en familias jóvenes golpeadas por la droga o en personas mayores en abandono. "En nuestra región existe una pobreza oculta, semi rural y alejada de cualquier centro de ayuda.
Para que hablar de Curicó, donde nuestra causa tiene capacidad para acoger a solo 40 de las 578 personas que deambulan por la comuna, sin un destino o una mano solidaria que los ayude a retomar sus vidas. ¿ Qué pasa con las otras 538 personas que no tienen dónde pasar la noche?", reflexiona Marco Henríquez, jefe social del Hogar de Cristo en Maule Norte. Sus palabras dialogan con la historia misma de la Hospedería: un lugar que nació de la urgencia y que tres décadas después sigue siendo mucho más que un techo.
En la memoria estarán las noches de costura de María Angélica y sus hermanas, los dias a la intemperie de Reinaldo bajo el Puente Lontué y la certeza de que aqui, lo que se juega, es la dignidad. casa; era costurera y trabajaba todo el dia. Asi que me escape del colegio y llegué hasta quinto básico. Mi mamá trató de internarme; hasta tuve un psiquiatra, pero me dieron el alta porque no tenía nada y mi mama ya no supo que hacer conmigo.
Primero fueron las micros, donde vendía lo que pudiera para ganar unas monedas; después la fruta, con jornadas agotadoras bajo el sol". VIDA EN LA CALLE Reinaldo aprendió rápido que la vida en la intemperie era sobrevivir al dia a dia: comer lo suficiente, encontrar donde dormir y, sobre todo, cuidarse de los otros. "La vida en la calle es complicada, peligrosa: te asaltan, te roban. Yo estuve en el Puente Lontue, a cinco kilómetros de Curico, y ahi pasaba de todo", señala. Ese puente se convirtió en su techo por un tiempo.
Ahi comprendió que la calle de antes no era la de hoy: antiguamente no era tan peligrosa", dice, "pero ahora la juventud no respeta nada". Y esa inseguridad creciente explica, según el, por que muchos adultos mayores prefieren quedarse en el Hogar de Cristo y no arriesgarse a volver afuera. "A los delincuentes no les imMUCHO MÁS QUE UN TECHO Con una misa abierta a la comunidad y un encuentro de voluntarios de todas las generaciones, la Hospedería de Curicó celebró sus 30 años de CRECER Y ENVEJECER En ese mapa de exclusión está la vida de Reinaldo Rojas (61), un hombre que conoce de memoria lo que significa crecer y envejecer en pobreza.
Su biografia es como la de tantas personas que pasaron por la calle: marcada por la falta de un hogar, los hogares de menores que nunca lograron contenerlo y la búsqueda de afecto en lugares donde no existía. "Yo llegue a la Hospedería de Curicó en el 97, y la verdad es que al Hogar de Cristo lo vine a conocer en Chorrillos, en la casa de menores. También estuve en otros hogares de menores: San Francisco, en El Cañaveral y en Playa Ancha. Yo nunca me adapté. Me crie en las calles; vendia en las micros, en la calle.
En el fondo, jamás me adapté a una casa, especialmente después de la separación de mis padres", admite. ¿Qué pasó? "Quedamos tres hermanos, pero mi mama nunca estaba en la. · Comenzó en calle Santa Fe con 40 camas, que se ocuparon desde el primer día. Hoy está presente en avenida Trapiche, en un Chile distinto: la pobreza ya no se mide en zapatos rotos ni frazadas infectas, sino en familias jóvenes, golpeadas por la droga o personas mayores en abandono. El voluntariado juega un rol esencial. Acompañar la exclusión en un pais que ha cambiado y donde la pobreza adopta nuevos rostros, se presenta como la misión del Hogar de Cristo. Reinaldo Rojas (61): un hombre que conoce de memoria, lo que significa crecer y envejecer en pobreza.