BENJAMIN SUBERCASEAUX Y SU “CHILE O UNA LOCA GEOGRAFÍA” (1)
BENJAMIN SUBERCASEAUX Y SU “CHILE O UNA LOCA GEOGRAFÍA” (1) Columnista Espacio de Ophddrt;0] OBRAS COMPLETAS DE GABRIELA MISTRAL Redo go Mean V CUADERNO: UN CHILE DE POLI11CA INTELIGENTE CWPOIOC BENJAMIN SUBERCASEAUX Y SU “CHILE O UNA LOCA GEOGRAFÍA” (1) Yo no sé que haya un empleo mejor de nuestras potencias qae decir el terrón natal: cuando escribimos en la América con pretensiones de nnieersalidad sasie parecerme un sagabundaje sin sentido, an desperdicio de la fuerza Y as engaño infantil de naestras sanidades criollas.
Entiendo la alegria grande que habrá dado escribir un libro corno Chile o una loca geografía Y llegar al remate remate de un antojo que fue tan ambicioso, y que se ha consumado con la más bella gutardia.
Los contadores de patrias cumplen de veras un acto de amor El amar antiguo y el medieval tan dsi encantamiento encantamiento al hzmr en un ejercicio pendular, cosa que mm pasa con el pobm amor moderno. El testo de usted está lleno de la rabiosa noigercia que es la del amor en grande. En buena hora ha venido a prestigiamos el ensayo geográhco y a propagado entre las mcoos. Va siendo tiempo de que algunos dejen el oficio universal de poetas y se den con una modestia servicial a contar la tierra que les sostiene juntamente las pies trajinadoms y la densa pasión.
Recuerdo a otros antecesores de su hazaea: el argentino Ezequiel Martínez Estrada, en su magnífica Radiografía de la pampa; el colombiano Luis lópez de Meza, en su Relato lírico de Colamlaa; el argentino argentino Eduardo Mallea, en la desoipcidn de la gigante patria puesta en su novela esencial Pasión argentina; y el chileno Agustin Edwards, ensayista do una geografla humanizada aprovecho esta ocasión para decir el bien que las cinco me habéis hecho y que me ata a naestra querencia). Fue natural la euplosión de nacionalismo terrícola que cuyá sobre el mundo cuando este iba entrando en la arteriosderosis de lo ubcoacto ubsohito; y era hermosa de verla antes de que pasara a la quemazón insensata de fronteras y a la rapiherla suelta. Me gusto la idolatrla de la tierra que está en todos los fuldores y no solo es que la entiendo, sino que la viso u plena anchura. La tierra fue siempm signan dala, como que ella es la bandeja en que se asientan todas las demás adoraciones humunus. Haco años me leí un cuento patético que usted me trae u la mnmonia.
Un hombre ha vivido siente años al lado de su madre, bajo las costras sordas y ciegas del hábito, sin descubrir nunca la belleza de sus rasgos, sin darse cuenta de sus gestos, arclsinoláes por cargados de esencia racial; y ha mdstido también sin mirarse en ella como en se cuerpo primero, lo cual es el nsodo recto de mirar a la madm. En un accidente de encursión, la mujer y si hijo quedan solos en si cumpa. Entonces, en la novedad del paisaje y u una claridad de luna sobrenatural, sobrenatural, él ve a la madre de golpe y como por primera vez.
Una feícidad estrenada, inocente, que no es sino si despetio de toda se infancia, sobe de se ser, baflándolz, mrneciéndsio como un torrente. jLa mujer deja de ser ella misma pasados los cuarenta años para vohrerse un mapa uÑo de la infancia de sus hijos). El relato ma estuve y por allí tocado de tragedla.
En si míato suyo, filial y realista a la vez, no anda la cabellera de la ménade; sin embargo, usted también ha hecho el rndnscubnimiento de se madre y a seres el patético suba de su relato sin que usted se dé cuenta. El destino de se libro me parece tan donoso que se lo ensidio buenamente.
Él servirá de gula al viajero, que hoy se llama legión, al que corre el pab sin saber manejar otra cosa que sus barcos y pierde cien pantos técnicos de las comarcas y de la costumbre.
Yo pensé alguna vez hacerme en un libro parecido al suyo, el perro de Toblas que condujera u los cegatones propios y entratios por la bien hallada tierra chilena; quise volverme el tuzurilo ganoso que trotan el lado de las iedentes de fervor, cuando silos carsiron sin hazaña interna, es deár, sin hallazgo. Abuca yo sobm, amigo mío, porque se libro es sencillamente magistral. Perdónemne este frío pensamiento pedagógico: estimo su ensayo geográfico sobre todo como un agente de educación en nuestro pueblo. Se la agradezco como un entrenamiento de los sentidos sentidos indoamericanos, hurto inupetentes delante del tendal de la henn, osura terrestre. Son asuntos de mucha monta, son grandes seriares los cinco sentidos, y en una raza quebrada por la mezcla han caldo en gran decadencia. El indio artífice y músba veía y oía mejor que las mestizos.
El español español galopé so América sin echade ojeada que no llerora una inteedón de minas o de huacas, y el propio Ajonso de Ercilla llenaba tal siga en el ojo que no do tu selva uraucana.. , Los profesores sudamericanos que deben enseñar enseñar a los niños a ser y sentir el cuerpo patrio, cuando escriben munuales piensan tanto es se aprdoación por el ilustre consejo, que no hay modo de que se atrevan como usted a escsibir metafóricamente y a entregar un país que aparezca tan vivo como un hermoso animal; si que usted atrapé en sos ojos alienta y quema de vivo... Aunque nunca fui ura ignorante del bulto patrio y me he vivido el país desde sus salinas hasta sos hielos, coseché novedades u manos llenas ev el emporio de se libro. Glatonu y golosamente devoté las 3íto páginas, agradeciendo la medito y rngustundo lo ya sabido, que se manual pasar por so cernedor, donde coge unas relumbres de amianto.
El escritor sudamericano, un Rubén Dado o un Juan Morrtalvo, fueron poco deudores de sos paises ev cuanto u la nigécidn nspiritnal que habrían de buscarenlaforasteria Pobrechosellanylanquehemos venido despuésl Mientras que el escritor europeo debe u su continente la masa fabulosa de cultora acarreada par la marea de las generaciones, es harto flaco, es bien poco, lo que el nueve mundo nos entrega u nosotros cuando nacemos.
Pero en cambio cuánto nos regula en descargo la loca generosidad de gi tierra para hacemos perdonar aquellas hambrunas. aué no da a nuestros sentidos la bien fermuda, la bien plantada, la que reboso reboso de si como las mhologiasl Los hijos no hemos sido muy tiernes que digamos con la dadivosa. La naturaleza nuestra parece una vez desatada, que soma sin pasara una tribu de sordos estupendos. Responder u esa voz, casi nadie. Los mestizos la miran muy india todavía y los otros no se atreven uán con la empresa de moedur esa pitia amazona que se sienta sobre espadas. Tienen cimiz razón: cuestan las primeras versiones de un paisajz, y en lo que toca u la costumbre, que está en agraz o es confusa, el ejercicio viene u ser más duro toduviu.
Por eso habría que estar agradecido u los novelistas indoamericanos y usted recuerda con razón u Mariuno Latorre, que desbrozó si campo chileno en una pétrea mcsrsién corajuda. llpling habda cvlebrudo u usted si ánima hucahaso pasa emprender la faena del “hombre blanco”. No se ha acabada la gestu de los “cacas pálidas” en el continente que ganaron y que deben merecer a cada época, pues no la conquistaron de una vez por todas. Cuenta usted u Chile especialmente en su originalidad originalidad mayor, que es la diferenciación acérrima de sus miembros. Nada tiene de nutraordinasiu la nasiedad en los países descomunales: los Estados Unidos, por ejemplo; ejemplo; pero resulta milagrosa en la reducción del planeta llamado Ch:le.
Tedo está allí: caMión groldgica, seba dura, largos vergeles, nieves y témpanos álfimoc La pluralidad se confunde con el concepto mbmo de la hermosura en lo que toca u la Venus tierna y Chile tal vez sea la cosa más plural del planeta.
En su carresa magnífica lo han seducido u usted las cien rostros de nuestra Deméter, y a ratos se roe usemeju u los devotos hiedáes que dan la espalda al Ruda uno y van hacia el Visbnd de cien brazos, por predilección de la numeroso. Textos Obra reunida. Gubrisia Mietmal Tomo St Prosa. Edidones Edidones Biblioteca Nadonai.