La dura disputa entre organizaciones ambientalistas y salmoneras que enciende al sur del país
se trataba de cerrar las salmoneras, el Estado debía aumentar su capacidad de fiscalización y resguardar que en áreas marinas protegidas no hubiese actividad de esta naturaleza. ¿CONTRAGOLPES? En el sur del país no todos comparten la visión de las organizaciones. Es más, asociaciones gremiales, sindicatos e instituciones de Magallanes suscribieron recientemente una declaración pública en que cuestionan a las ONG que han estado activas en la zona, acusando que no considerarían la visión local. Fuentes ligadas a la industria salmonera, en tanto, quitan piso a las duras críticas ambientalistas.
Aseguran, en cambio, que el rubro está preocupado de avanzar en innovación y tecnologías (con fuertes inversiones asociadas e interés de colaborar con universidades), mientras que en términos de sostenibilidad las empresas someten su biomasa cosechada a programas internacionales para alcanzar los estándares de sus mercados. Ante el amplio despliegue de las campañas, además han comenzado a dar pasos para responder con más fuerza. SalmonChile, por ejemplo, encargó un estudio al economista Raphael Bergoeing sobre el aporte económico y social de la industria.
Entre sus conclusiones, el análisis arrojó que ha sido "clave para el desarrollo económico y social del país durante los últimos 30 años". Su exportación era el mayor rubro tras el cobre y el litio y, entre 1996 y 2019, fue el sector de recursos naturales que, excluyendo al cobre, más contribuyó al crecimiento. En 2022, el Consejo del Salmón encargó un estudio sobre las externalidades y regulación.
El documento, elaborado por académicos del Instituto de Economía de la PUC, enfatizaba la importancia de "contar con una estrategia nacional de desarrollo sustentable con una visión estratégica de largo plazo". En los últimos años la industria del salmón ha estado en el ojo del huracán. JOSÉ MIGUEL CÁRDENAS La dura disputa entre organizaciones ambientalistas y salmoneras que enciende al sur del país Que la industria salmonera pasa por momentos complejos es algo difícil de discutir.
La industria acuícola y especialmente la salmonicultura están, sobre todo en el último tiempo, en la mira de varias campañas que buscan cuestionar sus riesgos y visibilizar lo que, a juicio del mundo ambientalista, serían prácticas contrarias a la sustentabilidad. El uso de antibióticos, los vínculos con las comunidades y las zonas en que operan estas actividades han sido algunos de los focos de críticas. El despliegue de los cuestionamientos ha sido considerable e incluye no una, sino varias acciones de alta visibilidad.
Greenpeace, por ejemplo, envió un barco (bautizado "Witness", es decir, testigo) para recorrer "los fiordos y canales de la Patagonia, en el marco de la campaña #NoMásSalmoneras" y "constatar y denunciar, junto a nuestros activistas, los impactos de la salmonicultura en aguas patagónicas". Mission Blue, organización internacional enfocada en la conservación de océanos, desarrolló por su parte la iniciativa "Descubriendo la Patagonia Azul", junto a expertos y otras ONG. El ambicioso proyecto incluye la realización de expediciones submarinas con un equipo audiovisual, pues se planea producir contenidos como un documental. Estas son apenas dos, pero campañas hay varias más. El punto en común es la idea de advertir los daños que generaría esta industria y, finalmente, limitar o derechamente acabar con su actividad.
En cuanto al clima político, el telón de fondo tampoco es demasiado alentador para el sector. "La industria de la salmonicultura ha sido muy irreflexiva con su propio actuar", dijo a pocos meses de llegar a La Moneda el Presidente Boric, quien recalcó que si bien no La dura disputa entre organizaciones ambientalistas y salmoneras que enciende al sur del país. - -