Autor: Por Sebastián Varela, especial desde París
Las historias de los Refugiados Olímpicos: huir de la violencia para inspirar en París 2024
Son 37 los deportistas que lograron cambiar su destino y ser felices en el evento deportivo más importante. Una boxeadora lesbiana que no podía volver a Camerún por riesgo a ser encarcelada y un nadador que huyó de la guerra civil en Siria, son algunos de los relatos más fuertes de estos. huegos. Uando el nombre de la boxeadora Cindy Ngamba suena por los altoparlantes de la Paris North Arena, los fanáticos la aplauden con un cariño especial. “¡Cindy! ¡Cindy! ”, grita su hinchada fiel.
Un grupo de 20 personas vestidas de blanco que contagian al resto de los fans en las tribunas, y que cargan un lienzo que dice +=FORTHEIO0OMILLION, mientras la deportista de 25 años debuta en París 2024, Ngamba es el icono de la delegación: fue la abanderada del Equipo de Refugiados sobre las aguas del Sena en la ceremonia de inauguración. Se asume como representante de los 100 millones de refugiados del mundo. Llegó a sus primeros Juegos Olímpicos como la mayor esperanza de convertirse en la primera medallista en la historia del equipo que se creó en Río 2016. Hoy compite en los cuartos de final de la categoría hasta 75 kilos. Si gana, tendrá asegurado subirse al podio: “Hay mucha presión. Soy humana y no voy a ocultar mis emociones, pero nunca he dejado que la presión me frene, que haga que me cuestione a mí misma”, Hay presiones deportivas, pero también sobre cosas más complejas. Hubo un momento de su vida en la que Ngamba se vio arrinconada. No era en un cuadrilátero. Ella nació en Camerún. A los 11 años migró junto a su familia al Reino Unido, en busca de mejores oportunidades. Sufrió reiterado bullying en el colegio por su inglés limitado y su acento marcado.
En 2019, tras la visita semanal que debía hacer a la oficina de inmigración a firmar papeles, sorpresivamente la esposaron y la metieron en la parte de atrás de una furgoneta para llevarla a Londres, con la intención de deportarla a su país de origen. “Fue una de las experiencias más aterradoras de mi vida.
Pasé toda la noche pensando que me llevarían contra mi voluntad a un país donde la homosexualidad es ilegal, y que acabaría en la cárcel por ser quien soy”, escribió en el medio italiano The Owl Post. Según las leyes del país de África Central, Ngamba podría pasar hasta cinco años en prisión por ser lesbiana. Camerún es una de las 64 naciones del mundo donde la homosexualidad es un delito. Tras el episodio, pudo terminar sus estudios de criminología y seguir desarrollándose en el ring. Un par de años atrás, el Reino Unido le otorgó el estatus de refugiada. Ganó tres títulos nacionales en Inglaterra y pronto la quisieron para representar al Team GB en 2024. Sin embargo, las autoridades deportivas no pudieron ayudarla a conseguir el pasaporte. En la ruta a estos Juegos, el Comité Olímpico Internacional le entregó una beca y clasificó por sus propios méritos. “Cuando clasifiqué a los Juegos Olímpicos me dije “bueno, parece que en realidad estoy hecha para esto"”, reveló, después de vencer a la campeona del mundo Tammara Thibeault. Minutos antes, Ngamba había consolado a la canadiense con un abrazo captado por las cámaras. Ngamba tiene claro el mensaje: “Hay tantos refugiados en el mundo que atraviesan tantos obstáculos y que aún no creen en ellos. Yo les digo que no es el fin del mundo, hay que luchar”. De la guerra a los Juegos La prioridad de Alaa Maso era poder alimentarse: “De la natación ni se hablaba. Lo que importaba era comer”. Muy lejos estaba de pensaren la nutrición que necesita un deportista de alto rendimiento. Debía luchar para llenar el estómago de su familia, durante el tiempo más crudo de guerra Siría, una década atrás.
“En 2014 estaba viviendo los momentos más duros en medio de la guerra en Siria”, recuerda en La Tercera. * Había sitio en Alepo, no podíamos salir de la ciudad, estaba todo cortado, y con suerte podíamos encontrar comida. Ahora estoy parado en el mayor evento deportivo del mundo.. ”, agrega. Maso se tapa la cara, no aguanta la emoción. Se seca las lágrimas con su chaqueta de delegación y pide que la entrevista se retome luego. No le salen las palabras. Después de pasar por la ducha, vuelve: “Fue una descarga de emoción, un alivio, como si hubiera soltado una gran roca. Es mi segunda experiencia en unos Juegos Olímpicos y la primera vez con tanta gente. No estoy acostumbrado a esta multitud”. En Tokio hubo restricciones y gradas vacías; y en los campeonatos de Europa el público no supera las 2.000 personas.
En la Defense Arena, donde normalmente se juega al rugby y en mayo Taylor Swift brindó cuatro conciertos, se construyeron a toda máquina dos piscinas de 50 metros (una de competición y otra de calentamiento). “Aquí hay 10 veces más espectadores que el máximo que yo he visto”, confiesa.
El recinto grande de toda Europa, donde caben 40 mil asistentes (para la natación en París 2024 está dividido en la mitad). Un estadio de lujo en medio del distrito financiero, impecable, pulcro y con un enorme cubo de agua de celeste penetrante. Seguramente, un lugar muy diferente al centro de entrenamiento que había cerca de la casa de Maso. La piscina sufrió daños. Además, entrenar cuando estallaban las bombas en la ciudad no era seguro. En octubre de 2015, el deportista finalmente decidió huir de Siria para encontrar paz y también poder desarrollar su talento y pasión por la natación. El destino era Paises Bajos, donde tenía familia. La ruta vía Turquía pasó por Alemania. Como les habían tomado las huellas dactilares en territorio alemán, las normas de la Unión Europea obligaban a tramitar allí sus solicitudes de asilo. Rehízo su vida en Hannover y hoy considera al país teutón como Su casa. “Ya comencé los cursos de entrenador en Alemania. Quiero aportar para que la natación esté al alcance de todos. Quisiera en un futuro trabajar con el COI o con la Federación Internacional de Natación para iniciar talleres en el Medio Oriente, y en Siria especialmente”, sueña. Maso, orgulloso de ser parte del Equipo de Refugiados, cree en la importancia del grupo como fuente de inspiración: “La gente que la está pasando mal lejos de su casa puede mirarnos. Somos 37 personas que llegamos a París habiendo pasado por el infierno.
Todos pueden salir adelante con el apoyo necesario y creyendo en ellos mismos, empujando los límites”. El 47 puesto que sacó en París 2024 pasa a ser un detalle, sobre todo, para alguien que pasó el periodo más importante en el desarrollo de la vida de un nadador pensando en sobrevivir.
Entonces, ¿qué le diría a ese chico del pasado que pasaba hambre y sentía miedo e inseguridad en medio de la guerra? “Que sea paciente, que aguante la tormenta, porque luego el premio es que será dos veces olimpico”. O