Autor: FRANCISCA ORELLANA
¿EI Tío Cosa? Esta casa es verde en verano, roja en otoño y chascona en invierno
La enredadera se llama parthenocissus quinquefolia, dice el biólogo Juan Velozo. En verano, las hojas aportan frescura, agrega el cronista Miguel Laborde. Guien critica la casa.
Lo normal es que la gente celebre la diversidad del barrio Lastarria”, comenta el cronista urbano y director de la revista “Universitaria” de la UC, Miguel Laborde, apenas ve la foto de la derecha de esta página. La cuenta anónima Edificios Feos ciofeo de Twitter y (Dedificios.
Feos en Instagram), que publica casos de arquitectura que define como "sin cariño ni talento”, posteó una imagen de la emblemática casa patrimonial con enredaderas de cuatro pisos, ubicada en la calle José Victorino Lastarria 333, en el histórico barrio del centro de Santiago. Ubicada a pasos de la plaza Mulato Gil y vecina del restaurante Liguria, esta casa es un ícono arquitectónico y turístico. El apelativo “El Tío Cosa” -por su apariencia en invierno, cuando pierde su follaje y quedan solo sus ramasmotiva a Laborde a contar su historia. “Quien restauró esa casa fue el arquitecto Álvaro Flaño, quien murió en 2017. Siempre fue muy creativo y creo que las plantó él. Hizo un gran trabajo, además, que he visto muchos casos de casas en Europa con enredaderas similares que en una época se ponen amarillas, naranjas, rojas y después se caen. Todo el mundo sabe que en invierno las hojas caen y en la fiesta de la primavera vuelven a aparecer. Es el ciclo natural”, describe.
Loreto Lyon, arquitecta y directora de la carrera de Arquitectura de la Universidad San Sebastián, sede Santiago, destaca que, sin hojas la enredadera no se ve tan bonita, permite ver la construcción en todas sus facetas. "Es una casa súper linda, medio gótica, pero uno no lo sabe muy bien porque nunca se ha podido ver en su real magnitud. Es bueno que bote las hojas porque uno se puede fijar en su estructura viviente y que aparezca como un hito. Esta casa ya no se reconoce como hecha por un arquitecto, sino como la de casa de las enredaderas porque son las que le dan identidad”, asegura.
Laborde, quien sabe que la vivienda la usan como oficina los hijos de Flaño, cuenta que pese a lo extensas y tupidas de las enredaderas, terminan aportando al confort del espacio: "No es oscuro, lo pensó muy bien porque cuando es necesaria la luz natural en invierno, están caídas las hojas y puede t C E s primera vez que oigo que alLa cuenta Edificios Feos la destacó con una foto tomada en invierno, cuando pierde todo su follaje. La cuenta (Dedificios. Feos posteó una foto de los días en que renueva su follaje La vivienda, que se ocupa como oticina familiar, luce su fachada verde la mitad del año. entrar.
Mientras que en verano, las hojas aportan frescura”. Jorge Guzmán, vendedor de bolsos y accesorios de la marca Periplo, que tiene un puesto al lado de esta casa, dice que también la llaman “Casa barbuda”. A él le extraña que la hayan catalogado de fea, ya que los turistas suelen hacer un alto en sus recorridos para sacarse una foto con la estructura. "La encuentran increíble y con harto detalle porque tiene hasta gárgolas. Tiene mucho detalle y siempre está bien cuidada, pese a que ahora la han rayado harto. Siempre hay alguien que está encargado de borrar los rayados y una ama de llaves la limpia”, cuenta. Piedras del Mapocho Aunque se desconoce el año de construcción, se estima que fue hecha a inicios del 1900. "En esa calle (Lastarria) hay casas de distintas épocas. La casa donde está el bar Liguria, en Lastarria con Merced, fue hecha por el arquitecto Alberto Cruz y se cree que la casa de las enredaderas podría ser una continuación de ella”, dice Lyon. Destaca que la aparición de la vecina plaza Mulato Gil vino a dar el toque que le faltaba al lugar para transformarse en el centro y pieza angular del barrio Lastarria.
Se suman las remodelaciones que hizo el mismo Flaño a algunas de las casas vecinas como la Casa Roja, en la esquina con Villavicencio, que potenció el sector. "Algunas de ellas se transformaron en restaurantes, él fue un gran impulsor del barrio”, dice Laborde. Agrega, además, que la casa de las enredaderas en sí tiene un enorme valor patrimonial porque está hecha con piedras del río Mapocho. "Se utilizaban porque era una zona muy inundable. Pasó mucho tiempo como rural hasta que el río fue canalizado. Se usaron las piedras como método defensivo del agua. Con los años estaba muy deteriorada y Flaño la rescató porque se iba a demoler. Se dice que como tenía varias habitaciones en algún momento fue un burdel, pero no lo puedo confirmar, pero es parte de la memoria oral del barrio”, añade el cronista. En dos años "La enredadera se llama parthenocissus quinquefolia y es bastante común”, dice el botánico y director del Centro Tecnológico de Recursos Vegetales Universidad Mayor, Juan Velozo. Se dan muy bien en muros con orientación este, porque no requieren de tanto sol. "Pero en esta casa, de orientación oeste, se da bien porque le llega bastante sombra”, añade.
Velozo afirma que en dos a tres años, las ramas pueden cubrir los cuatro pisos de la casa. "Tienen unos zarcillos (tallos) que se adhieren a las estructuras como dedos, lo que permite que vaya escalando el muro. Las hojas van cambiando de color, pasan de un verde a un rojizo (en otoño) y luego pierde su follaje. En otoño bota mucha hoja, pero es el momento para limpiarla y sacar el exceso de ramas”, cuenta, Lyon agrega que hay que tener cuidado con su uso, ya que degradan las construcciones. “Va apretando las estructuras porque como se ancla a la casa, la va como estrangulando. Además, la degrada al generar humedad en el hormigón y las piedras incluso. Por eso es bueno que bote las hojas para ir viendo los daños. Los edificios que hoy se envuelven en verde se hacen con una malla o con una segunda fachada”, explica.