Los planes de Matías Pérez Cruz, como presidente, para relanzar el tradicional Club de la Unión
E l rayo láser rojo se proyecta sobre las columnas de granito, recorre los corredores, el parquet y los centenarios salones. Es viernes y más de 900 personas bailan al ritmo tecno en otra de las multitudinarias fiestas organizadas por Le Club, que han vuelto a animar las noches en el señorial edificio de Alameda 4091. La semana anterior, un grupo de socios, sus familias y amigos, vestidos de etiqueta, celebró otro aniversario del centenario club, lugar tradicional de encuentro para políticos, intelectuales, socialités; lo más influyente de la sociedad santiaguina. En 2025, el Club de la Unión cumplirá 160 años, y los últimos han sido difíciles. El cierre obligado lo golpeó duramente durante la pandemia. Se declaró emergencia económica y estuvo al borde del cierre. Lo impidieron las ayudas estatales y la generosidad de "socios leales", que siguieron pagando las cuotas y aportaron abonos extraordinarios. Los $ 60 millones que recibieron como premio de la Fundación Pérez Zañartu fueron otro respiro.
El fondo legado por el ingeniero y exministro, Pablo Pérez Zañartu, permite a la fundación --que hoy preside su hijo Matías Pérez Cruz, presidente de Gasco-premiar, cada dos años, a personas o instituciones que aportan al desarrollo de Chile.
Como estudiante de Derecho en la UC y procurador de un bufete en calle Tenderini, el empresario de 61 años era asiduo al gimnasio, piscina y almuerzos en el Club de la Unión, como antes sus abuelos y su padre. Incluso realizó allí su fiesta de matrimonio con Ximena Cousiño, hace 30 años.
Pérez Cruz se ha resistido a dejar el centro, que conoció desde el Teatro Municipal, cuando trabajó con Andrés Rodríguez, y casi diariamente sigue caminando los 11 minutos --recalca a sus cercanos--, que separan el metro de la presidencia de Gasco, en el patrimonial edificio de calle Santo Domingo. Otros 15 minutos demora, en el transporte subterráneo, a su otro despacho en el barrio El Golf, donde funciona el family office de los Pérez Cruz. Luego del premio, el empresario también se trasformó de socio anónimo a benefactor del atribulado club. Así, al menos lo entendió su directorio, encabezado entonces por Miguel Zegers, quienes comenzaron a insistirle que tomara la posta.
Después de varios meses de reticencias, el expresidente de Metrogas aceptó. "Es un agradecido de la vida y tiene mucha energía", dice un cercano, "pensó que era importante rescatar y reabrir una instituciones histórica, patrimonial, que por tantos años sirvió de centro de reuniones sociales y políticas, y decidió aportar su capacidad de gestión que ha probado en las empresas". Quienes lo conocen, explican que recuperar el brillo y la presencia del antiguo centro, es también su forma de luchar contra el pesimismo que siente en los últimos años en el país. Sin competencia y por unanimidad, el pasado 11 de mayo, Pérez Cruz fue elegido presidente y su mano ya ha comenzado a notarse en el emblemático edificio. En junio llegaron el nuevo gerente, Ricardo Izurieta Linzmeyer --hijo del fallecido comandante en jefe del Ejército y compañero del empresario en la reserva militar--, y Pablo Matte como gerente comercial. Juntos han ido ordenando las cuentas que el club tenía con antiguos empleados y proveedores, también los balances contables.
Al mismo tiempo han reactivado matrimonios, almuerzos institucionales como el mensual del Rotary Club, el de la Asociación de Diplomáticos, el salón Arturo Prat homenajeó a la Armada y al Ejército, además de veladas musicales con conciertos en el foyer y más de cuatro fiestas Le Club con 1.000 jóvenes, organizadas por el empresario Max Raide.
Al igual que Pérez Cruz, la nueva administración se ha dedicado a "conocer y hacer su diagnóstico del club", reunirse con los sindicatos y entusiasmar a los 37 empleados --de los 350 que llegó a tener-con esta nueva etapa. Quienes han recibido sus llamados, acreditan que el empresario le ha dedicado muchas horas y que no engancha con el escepticismo o los diagnósticos oscuros respecto al futuro del centro, en su actual deterioro. No cree que la distancia sea un problema, y retruca que la Alameda sigue siendo el eje "rector de Chile", con la UC, la U. de Chile, La Moneda, entre sus importantes vecinos.
Para convencerlos recuerda a Mauricio Macri, el expresidente argentino que visitó Santiago esta semana y que como alcalde, rehabilitó el microcentro de Buenos Aires, como hace años hizo Londres. "Son ciclos urbanos y el centro cívico es lo más lindo de Santiago, donde sigue estando el gobierno, la corte de justicia, los museos, el Teatro Municipal", insiste.
Certificado de donación Focos en la nueva gestión son abrir los salones de Alameda a nuevos eventos y reuniones, reactivar el pago de los 240 socios, con algunos connotados como Mariano Fontecilla, Hugo Zepeda; y sumar nuevos miembros, llegaron a 3.000 en la época de gloria que el boom económico bullía en el centro santiaguino. La prioridad son mujeres y jóvenes. Las primeras fueron admitidas hace 20 años y solo 6 mantienen membresía activa. Su apuesta es abrirles las puertas, crear un spa y una peluquería especial, e incentivar reuniones, y todo tipo de encuentros femeninos.
Y para atraer jóvenes, la idea es facilitar el pago de las cuotas --unos $125.000 mensuales-y la incorporación de $3 millones, que da derecho a todas las instalaciones y también a clubes en todo el mundo, incluso a famosos y exclusivos como el de Buenos Aires, Lima o París.
Un último eje y no menos clave es "poner en valor" el edificio que es patrimonio nacional y que el 2028 cumple 100 años, cuando el lujoso edificio diseñado por Alberto Cruz Montt reemplazó a la primera casona en calle Estado con Huérfanos.
El Comité de Donaciones Culturales del Ministerio de las Culturas y el Patrimonio aprobó, la semana pasada, la primera etapa del plan de reparación que dos expertas de la fundación Gasco elaboraron "pro bono". El proyecto abarca desde los techos a la pérgola que corona el último piso --con una panorámica de todo el centro--, pasando por nuevos ascensores, alarmas y cámaras de seguridad que hoy no existen. A través de su Corporación Cultural, el club podrá emitir certificados de donación por hasta $262.747.434 para este primer año, y ya tienen lista su postulación por $900 millones para el siguiente. Con esta luz verde, Pérez Cruz se lanzará a concretar conversaciones informales, hasta ahora, con instituciones, empresas y empresarios que permanecen en el centro y otros que migraron, pero quieran aportar. Entre otros, ha conversado con la nueva presidenta de Sofofa, Rosario navarro, quien trabaja en la casa matriz de Sonda, en Teatinos. Un primer hito podría ser el próximo Día del Patrimonio. Quieren abrir las puertas del edificio y esperan contar ya con guardias, cámaras y estudiantes que hagan el recorrido --en español e inglés--, explicando su valor patrimonial. Sería un giro en el destino --dicen en el club-seguido por otros tradicionales centros sociales del centro. El Círculo Español, los café Santos y Colonia, mantienen sus puertas cerradas.
Los planes de Matías Pérez Cruz, como presidente, para relanzar el tradicional Club de la Unión En uno de sus primeros actos como nuevo presidente del Club de la Unión, en mayo, para el almuerzo en honor de la Armada. A todo ritmo, 1.000 jóvenes bailaron el viernes en los salones del tradicional club. En 2025, el Club de la Unión cumplirá 160 años. HECTOR ARAVENA Los planes de Matías Pérez Cruz, como presidente, para relanzar el tradicional Club de la Unión.