Autor: María Paz Acuña, académica Facultad de Ingeniería y Ciencias UAL.
Guardianes del futuro y la vida en el planeta
12 de febrero se celebra el Día Mundial de los Humedales, con el lema “Proteger los A humedales para nuestro futuro común”. La fecha nos invita a reflexionar sobre la importancia de estos ecosistemas, que, aunque a menudo pasen desapercibidos, sustentan una biodiversidad extraordinaria, contribuyen a la regulación del clima y son esenciales para el bienestar humano.
Gracias a su longitud de 4.300 kilómetros y su geografía, Chile es hogar de casi todos los tipos de humedales reconocidos por la Convención Ramsar, a excepción de los arrecifes de coral, tundras y humedales kársticos. En el norte destacan los salares, bofedales y vegas andinas. En la zona centro-sur predominan mallines y humedales ribereños. Hacia el sur, encontramos marismas, estuarios y los hualves o ñadis, bosques húmedos saturados de agua. En el extremo austral, las turberas se alzan como gigantes del almacenamiento de carbono, desempeñando un papel fundamental en la mitigación del cambio climático.
Los humedales no sólo sostienen una alta biodiversidad (40% de las especies de plantas y animales dependen de ellos), sino que brindan servicios ecosistémicos fundamentales: purifican el agua, almacenan carbono, controlan inundaciones y ofrecen refugio a especies migratorias. Pero, a nivel mundial, hemos perdido el 64% de los humedales desde principios del siglo pasado, y los seguimos perdiendo a una tasa tres veces mayor que los bosques naturales.
Desde el proyecto Fondecyt “La construcción epistemológica, histórica y territorial de la zona austral como laboratorio natural: agendas científicas, redes de conocimiento e imaginarios globales”, investigamos cómo la región austral de Chile ha sido percibida como un espacio clave para la ciencia global. Las turberas y otros humedales son esenciales para el almacenamiento de carbono, permiten entender cómo los ecosistemas reflejan el impacto humano y ofrecen pistas para un manejo sostenible. Chile ha asumido compromisos para la protección de sus humedales. Para 2025, se ha propuesto un inventario nacional, incluyendo vegas, bofedales y turberas. Para 2030, se implementará medidas de restauración en cinco sitios piloto con métricas para evaluar su capacidad de mitigación climática. Proteger los humedales no es sólo una tarea ambiental, sino también una inversión en nuestro futuro común. Proteger los humedales es proteger la base de nuestra supervivencia.