La partida de Clemente Urrutia, el creador del Museo del Vino
La partida de Clemente Urrutia, el creador del Museo del Vino En Villa Alegre lamentan el deceso del hombre que dedicó su vida a la actividad vitivinícola y amaba la poesía E l Museo del Vino, emplazado en la ruta L30M, a un kilómetro del cruce Lomas Las Tortillas, en San Javier, fue el lugar escogido para el responso de Clemente Urrutia González, fallecido a los 86 años a raíz de una insuficiencia cardiaca grave. Y no podía ser de otra manera.
El Museo del Vino fue su obra más preciada en la zona de Villa Alegre y que forma parte del legado que deja su partida. "El legado es el Museo del Vino, es el haber construido este Museo para la posteridad", dice María Soledad Urrutia, una de sus tres hijas (María Andrea y María Magdalena, las otras dos). Espera que sea recordado como "un soñador y poeta", ya que era lo que más le gustaba. "Siempre tenía proyectos, iniciativas, fue un visionario en el tema del vino", añade María Soledad. "Mi papá era un soñador, soñó su museo y lo fue levantando ladrillo a ladrillo, máquina a máquina, fue poniendo todo de tal forma que construyó su sueño", comenta con orgullo. "Era muy sabio, muy culto, muy buen conversador, tenía historias para todo. Sabía tanto, había viajado tanto por Chile. Amaba el vino, que era su forma de vida, desde los 19 años trabajó en el vino. Era un visionario y muy activo hasta el final", agrega.
Si bien Clemente Urrutia nació en San Fernando, en la región de O'Higgins, a la edad de un año llegó a suelo maulino, donde "echó raíces". Dedicó su vida al mundo del vino con Bodegas Urrutia y Viña San Clemente, encabezando en algunos periodos la Asociación de Vitivinicultores de la zona sur y otras organizaciones como la Comisión Pehuenche. También participó activamente en política, presidiendo Renovación Nacional en la región del Maule. La casona del Museo del Vino no sólo cobijó a familiares de Clemente Urrutia, para su último adiós, sino que también a amigos y cercanos a la familia. Francisco Quilodrán es uno de ellos.
Amigo de muchos años, unos 30 por lo menos, llegó temprano a la casona patronal fundada en 1940, para darle el último adiós a Clemente, antes de que fuera trasladado a Teno para su cremación. "Era muy buen amigo, solamente tengo recuerdos agradables de él, no somos perfectos, pero en la relación que tuvimos, la amistad y la cercanía siempre existió.
Tenemos luces y sombras, pero lo importante es que en los momentos en que se necesita la compañía de un amigo, yo lo tuve muy presente", expresa, enfatizando que "yo lo voy a extrañar mucho". Quien también acudió a despedir a Clemente Urrutia, fue el alcalde de Villa Alegre, Pablo Fuentes.
Lamentó profundamente su partida y tuvo palabras de gratitud hacia él. "En lo social es una gran pérdida, un hombre lleno de sueños, de objetivos cumplidos y por cumplir, tenía muchos sueños para el desarrollo de Villa Alegre, y por lo tanto es muy lamentable su partida. En lo personal, una tremenda pérdida porque fue un pilar fundamental para mi elección como alcalde. Me apoyó y me ayudó mucho en mi campaña y estábamos siempre en comunicación para ver cómo podíamos mejorar las cosas. Villa alegre pierde un tremendo vecino", sostiene el jefe comunal.
La autoridad estima que "será recordado como un hombre emprendedor, un hombre de familia, un hombre de apoyo permanente a la comunidad". Entre barriles, ruedas de carretas, candelabros, garrafas envueltas en mimbre, las primeras máquinas vitivinícolas, balanzas, alambiques y obviamente, cientos de botellas, al interior de la casona del Museo del Vino se respira ruralidad, tradición, patrimonio, riqueza cultural. Es casi un viaje al pasado, donde el tiempo parece haberse detenido. Así es el Museo del Vino, la obra más querida, lugar que esta semana vio salir por última vez a su creador.
Si bien el recinto fue vendido, se espera pueda seguir funcionando próximamente en la Región Metropolitana, con un legado imperecedero de Clemente Urrutia, un hombre que dedicó su vida a la vitivinicultura, al rescate de las tradiciones en la elaboración del vino y a la poesía. Clemente Urrutia dedicó su vida a la actividad vitivinícola y construyó un legado que no se olvida. El Museo del Vino era su casa. Por lo mismo, en este lugar que levantó con tesón y cariño fue despedido por última vez..